Opinión|"Tornaviaje"

Memoria

"La memoria suele ser vaga, imprecisa, también a veces injusta. Se olvida lo que no se debe y se recuerda lo que hace daño. La ley de Memoria Democrática tiene lagunas", señala Carlos Pérez-Ariza

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto al ministro y el secretario de Estado de Memoria Democrática en el laboratorio en la cripta del Valle de Cuelgamuros.MONCLOA06/04/2024
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto al ministro y el secretario de Estado de Memoria Democrática en el laboratorio en la cripta del Valle de CuelgamurosMONCLOAEuropa Press

La ley de Memoria Democrática, antes Histórica, está en vigor desde octubre 2022. Un ejercicio frenético de ‘exhumación de los represaliados por el franquismo’. Se citan tópicos: ‘la historia la escriben los vencedores’ o ‘hay que recordarla para no cometer los mismos errores’. Recordar: ¿Qué sucesos? ¿Cuántos, en cuáles circunstancias? Esa ley se refiere a lo que sucedió durante y después de la Guerra Civil española. Enfocar aquellos acontecimientos dolorosos con los objetivos políticos de hoy parece, como menos, distorsionar y disminuir esa misma memoria.

La memoria es “la relación de algunos acaecimientos particulares, que se escriben para ilustrar la historia” (RAE). Esta ley se centra en ‘algunos’, no en todos. Mira al pasado por una rendija que parcela la visión. Si tiene razón en rescatar la memoria de las víctimas del régimen franquista, no parece importar mucho los otros caídos, que fueron eliminadas físicamente incluso antes de iniciar el fragor de la contienda.

Remover a los muertos es una avidez guerra civilista, encendida por Zapatero y enmendada por Sánchez, que saca a pasear a Franco cada vez que sus corruptelas lo arrinconan contra las cuerdas de su particular ejercicio del poder. ¡Qué afán por revolver el pasado sin pensar en el futuro!

Dicen los familiares, de aquellos fusilados, que desean saber dónde están sus huesos, lo merecen, los otros también. Lo reprochable es la forma en que se aplica esta ley en una variable de la propaganda política (agitpro nazi-bolchevique) en contra de los vencedores de aquella contienda bélica, que dejó sin gobierno a los socialistas.

Imponer esa memoria colectiva en la sociedad actual es agitar el rechazo al enemigo en un campo de batalla que ya no existe. Tiene peligro usar esa ley para hacer renacer a las dos España, aquella que cantó el poeta que nos helaría el corazón. En aquella guerra se cometieron desmanes en ambos bandos. Está en los libros. Los huesos parecen pedir que los dejen descansar en paz y que no sean una excusa para repetir la misma historia.