Entrevista
Paco Bocero: «A Jerusalén hay que dejarla en paz»
Acaba de publicar «Esto no estaba en mi libro de historia de las cruzadas», una obra en la que explica estas «peregrinaciones armadas» a los lectores no familiarizados con la época
«Esto no estaba en mi libro de historia de las cruzadas» (Ed. Almuzara) es la última obra del periodista Paco Bocero. Especialista en comunicación estratégica e información económica, cambia de registro para acercar la historia de las cruzadas de manera sencilla a los lectores no familiarizados con la época. Una invitación a conocer mejor el presente a través de un ejercicio didáctico del pasado. Y un anhelo que sobrevuela a la lectura de la obra: ¿Para cuándo dejarán en paz a Jerusalén?
Dice la milonga del moro judío que «No hay una piedra en el mundo que valga lo que una vida». ¿Lo merece una Cruz o una media luna?
Por supuesto que no. Nada hay más importante que una vida. Ese es el espíritu de los versos que canta Jorge Drexler que, por cierto, tiene una sensibilidad especial sobre el asunto por orígenes y educación. Pero esto es lo que pensamos y sentimos hoy, en junio de 2024.
Jerusalén en la encrucijada. El Lugar donde Mahoma ascendió a los cielos y Cristo vivió, murió y resucitó.
Jerusalén es en sí misma una encrucijada, la encrucijada de lo sagrado para las tres religiones monoteístas. El corazón físico y espiritual de la fe. Una promesa eterna de paz a la que no dejan en paz.
Religión, política y economía. Poder y guerra. Muchos intereses cruzados.
Las cruzadas se concibieron como una peregrinación armada, no como una guerra expansionista. El componente «político» inicial tenía que ver con la vieja querella de las investiduras entre Roma y el sacro imperio –la lucha entre el poder religioso y el terrenal– y con la idea del papa Urbano II de recuperar la cabeza de la Iglesia cristiana tras el cisma de 1054. Y quienes sacaron realmente partido económico durante aquellos doscientos años fueron los comerciantes italianos, venecianos, genoveses y pisanos.
Casi mil años después «la vida sigue igual», las muertes también.
Si, la vida –y la muerte– sigue igual en buena parte del territorio donde se desarrollaron las cruzadas. Hoy con otras motivaciones que es importante distinguir.
Incluso hay quien confunde a Yihad con Cruzada, a los «muyadines» con los que se inmolan.
Nada tienen que ver en cuanto a origen, propósito y desarrollo. Es importante recordar que Yihad es un concepto mucho más amplio y espiritual que el utilizado hoy por los grupos más radicales del Islam.
A poco no comparan los Templarios como los ejércitos de mercenarios. Todo a su tiempo…
El Temple no se entiende sin las cruzadas ni las cruzadas sin el Temple. Y desde luego, no fueron mercenarios. Al margen de otras consideraciones, los templarios de Tierra Santa siempre jugaron un papel clave, militar y político y, junto a hospitalarios, teutónicos y otras órdenes menores, sostuvieron la presencia cristiana durante muchos años.
Lo que sí fue irrepetible fue el pulso de Ricardo Corazón de León y Saladino.
Dos personajes extraordinarios de su época. En lo bueno y en lo malo. En valor militar y sentido político. Se admiraban tanto como se respetaban y temían. Se combatieron con ferocidad y resolución y se relacionaron diplomáticamente con una cercanía inconcebible. Pero nunca llegaron a encontrarse en persona porque Saladino se negó.
Aunque, sin hacer espolier, ni uno recuperó Jerusalén ni el otro expulsó a los cruzados de Oriente Próximo.
Ricardo pudo tomar Jerusalén en dos ocasiones, pero ni se iba a quedar después, ni había un líder ni un ejército adecuados para el previsible contraataque de Saladino. Actuó así por puro sentido estratégico. Y Saladino sabía que, con Ricardo al frente, jamás lograría expulsar a los cristianos. Cuando firmaron la paz y Ricardo se fue, de vuelta a Inglaterra, Saladino murió siete meses después, envejecido y agotado.
Quedan mejor retratadas las mujeres: Leonor de Aquitania o Melisenda.
Leonor de Aquitania es la gran reina medieval por excelencia. La primera reina que participa en las cruzadas, esposa de un rey cruzado, Luis VII de Francia, y madre del rey cruzado por excelencia, Corazón de León. Melisenda juega un papel fundamental en la reconstrucción de Jerusalén.
Al fin y al cabo, Cruzada tiene nombre de mujer.
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