
La estrategia
El PSOE sangra por la herida tras perder la bandera del andalucismo
Los críticos a Espadas apuestan por un cambio radical: más izquierda y más Andalucía

El PSOE andaluz perdió hace cinco años el Gobierno autonómico. Desde entonces, su caída electoral se ha agudizado y responde a diversos factores. Pero, al margen de perder el poder, hay una cuestión nuclear que los socialistas se han dejado en el camino: para los andaluces ya no es el partido político que mejor se identifica con la comunidad y el que mejor defiende los intereses de los andaluces. El PSOE ha perdido una de sus señas de identidad: el andalucismo.
Durante las casi cuatro décadas de Gobierno del PSOE en la comunidad, los socialistas habían forjado una imagen de ser un partido anclado en el territorio, que conjugaba los intereses generales de España con una defensa de los intereses de los andaluces. Lo hizo con temas como la financiación autonómica en dos etapas –tanto con el Gobierno de Aznar como el de Rajoy–; con la deuda histórica –aunque se zanjara con un acuerdo ruinoso abonado a través fundamentalmente de solares firmado entre Zapatero y Griñán–; o con la «guerra» de los Estatutos de Autonomía de Segunda Generación. Los socialistas andaluces, además, tenían fuerza en el PSOE Federal y tanto Chaves como Griñán presidieron el partido a nivel nacional, mostrando un peso político que ahora han perdido internamente.
En los últimos años, el PP andaluz ha ocupado ese hueco. Juanma Moreno y su partido han pasado a ser, según las encuestas del Centro de Estudios Andaluces, los que mejor defienden los intereses de Andalucía ante un PSOE supeditado a la política nacional que se marca desde Madrid.
A todo ello hay que sumar que también existe un partido netamente de izquierdas y andalucista como Adelante Andalucía, que aunque no goza de amplio respaldo electoral sí ocupa un espacio político a la izquierda de los socialistas que antes no existía o era incluso ocupado por el propio PSOE.
Todo ello forma parte del análisis que hacen los críticos al actual secretario general del PSOE-A, Juan Espadas. Uno de los más destacados, el parlamentario del PSOE-A por la provincia de Huelva Mario Jiménez, abogó ayer por «cambiar» el partido en Andalucía entre este 4 de diciembre y el próximo 28 de febrero para «definir un nuevo proyecto 100% andalucista y de izquierdas».
Jiménez fue portavoz parlamentario y vicesecretario general del PSOE-A en etapas anteriores de la federación andaluza.
El análisis de Jiménez no es nuevo. Militantes socialistas ya publicaron un manifiesto a finales del año pasado en el que criticaban a Espadas y defendían «un PSOE-A reconstruido esencialmente andaluz, autónomo y con capacidad propia de generar liderazgos integradores y ganadores». Ponían énfasis en construir «un partido más participativo, más inclusivo, más abierto, más activo, orgulloso de su gestión a lo largo de cuatro décadas y un partido más andalucista».
Este diagnóstico no le es ajeno a la actual dirección regional socialista. El problema es que lejos de hacer autocrítica y revisar sus posiciones en temas nucleares que afectan a Andalucía –como el del cupo catalán recientemente aprobado–, culpa al presidente Moreno de «arrebatarles» la bandera del andalucismo. De hecho, el presidente del PSOE de Andalucía, Manuel Pezzi, acusó ayer el Gobierno de Moreno de «traicionar al pueblo andaluz, al espíritu del 4 de diciembre (de 1977) y del 28 de febrero» de 1980. Espadas o la persona que lo sustituya deberá replantear su estrategia.
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