Entrevista

"Putin no se va a quitar de encima su complejo de zar"

Cruz Sánchez de Lara, «En la corte de la zarina», plasma un relato sobre José de Ribas, un «secundario» de la historia con méritos de casi protagonista

Cruz Sánchez de Lara
Cruz Sánchez de Lara magdalenasiedlecki

José de Ribas es un catalán con corazón español que ha dormido demasiado tiempo en el ilustre panteón de los olvidados, quizás por considerarse muy nacional y nada nacionalista. Acabó con la dinastía de los Romanov, se convirtió en un habitual del cuarto erótico de Catalina la Grande y tiene calle en Odessa como homenaje por proyectar el puerto que hoy da salida al granero de Europa. Cruz Sánchez de Lara lo rescata en su tercera novela, instalándose para ello en «La Corte de la zarina» (Planeta).

La Historia «con historias» mejor entra.

Sabemos poquísimo con la Historia que nos han enseñado en el colegio, era muy poco práctica. Me siento muy frustrada. Por eso, intento ilustrar este período de manera que pueda apreciarse y sacar conclusiones para entender qué pasa hoy. Incluso tirando de bulos y «secretos de alcoba» que forman parte del ambiente de todas las épocas. Posiblemente no encontraremos más información en un Salón o hemiciclo que en «Radio Pasillo».

Detalles para hacer paralelismos con la realidad, respuestas en este caso al conflicto ruso/ucraniano.

Sigo la actualidad, pero para entender la realidad tengo que descender varios peldaños de la Historia. Al comparar la corte de la zarina con la situación actual, compruebo que Putin no quiere ser presidente sino el emperador de todas las Rusias. Y sin Ucrania, Rusia nunca puede ser un imperio; y de ahí su ambición. No lo va a conseguir. Ni se va a quitar de encima su complejo de zar.

Con permiso de Catalina la Grande, protagoniza su trabajo José de Ribas. Un catalán con alma y corazón español.

El granero de Europa, Ucrania, precisaba de un puerto para distribuir la mercancía. Y ese es Odessa, ideada y construida por un catalán muy español. Fue figura clave que acabó con la dinastía de los Romanov, nombrado Ministro de la Marina y como plenipotenciario encargado de firmar la paz con los turcos. Un asceta de la guerra, que se movía muy bien tanto en las alturas como en los bajos fondos. Y muy listo, sabía seis idiomas y se adaptaba perfectamente a todas las circunstancias. Hoy con dos másteres algunos se creen los reyes del universo.

Además, no llegó ser «favorito» pero sí uno de los habituales en el lecho de Catalina. Es llamativo en ella la libertad sexual de la que gozaba y practicaba.

Nada diferente a lo que hacían los reyes de la época. Lo que pasa es que si lo practicaba una mujer era escandaloso, se nos ha cosificado toda la vida con el sexo. Tenía su propia catadora, la «felizmente casada» mujer del gobernador de San Petersburgo. Se acostaba con quien tocaba y si le convencía, el siguiente paso era pasar el reconocimiento médico y aguardar a la cita ya con la zarina. Era muy generosa cuando salía satisfecha.

Pero Catalina era mucho más, todo lo demás.

Generosa e inteligente; que se resistía a resignarse y ser sumisa. Pero le tocó un marido que era un lerdo, muy básico. Tanto para no darse cuenta de que estaba jugando con fuego.

Esa va con segundas, Cruz.

(Risas) Pedro III ya era impotente cuando Catalina se queda embarazada de uno de sus favoritos. Estuvo nueve meses sin darse cuenta de que estaban encinta, no la tocaba. Cuando llegó el momento del parto, ella mandó a quemar una residencia porque sabía que su marido era pirómano y no iba a perderse el espectáculo. Cuando las llamas estaban apagadas ya estaba de vuelta a casa. Era una muy calculadora, pero él se lo ponía fácil.

Se acabó la fiesta con un magnicidio.

A manos de su amante. Ella no quería, pero era la única solución. Su última venganza fue hacer constar en la nota de defunción que murió por una infección de hemorroides.

Fue una mujer triunfadora, con matices.

Quiso llevar los ideales de libertad, igualdad y fraternidad de la Revolución francesa a Rusia pero no lo consiguió. Reescribió todas las leyes fundamentales, las defendió ante la oligarquía. Pero no pudo acabar ni con el esclavismo ni con el sistema económico de privilegios. Lo llevó fatal toda la vida.

Al final no pudo vencer el miedo a la soledad.

En el éxito se vive casi tan aislado como en el fracaso. Se sintió muy sola siempre. Una niña de quince años que viene de Alemania, que acaba gobernando a pesar de todo y todos. Que es capaz de ganar extender un Imperio. Generó muchos recelos y la envidia genera historias muy perversas.