Impacto

La sequía destruirá 150.000 empleos

Juanma Moreno avisa de «medidas dolorosas» a partir de septiembre si no llueve antes y exige al Gobierno ayudas urgentes para agricultores

Los regantes del Guadalquivir prevén pérdidas de 3.000 millones
Los regantes del Guadalquivir prevén pérdidas de 3.000 millonesEP

La situación es límite. El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, lo dejó ayer claro tras advertir que, si no llueve en septiembre, se verá obligado a tomar «medidas dolorosas». En una entrevista en Antena 3, reconoció que si no se llenan los embalses lo suficiente de aquí a finales de verano, habrá restricciones al consumo, con efecto en el riego, el baldeo y el llenado de piscinas.

Al menos en la temporada alta turística –junio, julio y agosto– no se prevén cortes de agua en zonas costeras. «El consumo está garantizado», tranquilizó Moreno, si bien tuvo que reconocer que la sequía está siendo «un drama social y económico». En este sentido, puso sobre la mesa datos demoledores. En Andalucía, la falta de lluvias ha mercado la producción agrícola y ganadera, provocando la pérdida de entre 30.000 y 35.000 empleos y la reducción de un punto en el PIB andaluz. Además, Moreno insistió en que el problema irá a más si persiste la sequía. Según el presidente de la Junta, el impacto en el PIB podría ser de hasta siete puntos menos y la destrucción de hasta 140.000 puestos de trabajo.

Ante este escenario, el presidente andaluz volvió a exigir al Gobierno de Pedro Sánchez «obras de urgencia», más allá de las que ha solicitado para dotar de agua a Doñana, porque «lleva sin mover ni un dedo cinco años». «En poco tiempo habrá comarcas en Andalucía donde se va a abrir el grifo y no va a haber agua», remarcó.

Además de las obras hidráulicas, pidió que se pongan en marcha ayudas de forma inmediata a ganaderos y agricultores. A su juicio, las exenciones fiscales aprobadas en el Consejo de Ministros de este pasado martes y la petición a la UE de que active el fondo de reserva de la Política Agraria Común son «insuficientes». Por ello, reclamó al Gobierno central «diligencia y eficiencia» para que «lleguen cuanto antes los recursos» con los que ayudar a los ganaderos y agricultores a paliar las cuantiosas pérdidas acumuladas. «No hay pastos. Hay ganaderos que tienen para 10 días nada más y están sacrificando animales y cerrando explotaciones. La situación es muy delicada», añadió.

Tras tachar de «indolente e incapaz» al Gobierno de la Nación ante la sequía, el presidente subrayó que el agua para Andalucía es «como el gas», el «motor» de la economía, por lo que reclamó al Ejecutivo central que «se centre en la sequía» y «se siente con la Junta» a buscar soluciones y medidas con las que paliar la escasez de recursos hídricos. «Si Andalucía va mal, a España le va mal», apostilló, recordando que la comunidad andaluza es la primera productora de arroz, algodón y aceite de oliva, entre otros productos.

El año hidrológico en Andalucía puede considerarse, hasta el momento, como muy seco, con los embalses a un paso de llegar al umbral de sequía extrema. La cuenca del Guadalquivir es la que está en peor situación. Sus embalses están, de media, por debajo del 25% de su capacidad y ha llovido un 35% menos que la media. El último día que llovió fue el 5 de marzo y desde entonces, el agua no ha hecho acto de presencia.

Un escenario «catastrófico» para los regantes de la zona, que prevén pérdidas de hasta 3.000 millones de euros. A esta circunstancia hay que sumar la escalada de costes de la energía y los fertilizantes. Es por ello que la Federación Nacional de Regantes de España (Fenacore) ha pedido medidas fiscales y administrativas para hacer frente a este escenario. Aplauden las ayudas anunciadas por el Gobierno para el campo, pero piden ampliarlas y solicitan un Decreto Ley de Sequía, bajadas de impuestos para el suministro de energía, flexibilizar la PAC o ampliar el uso de las aguas subterráneas y superficiales para los regadíos.

El presidente de Fenacore, Andrés del Campo, insiste en que «la situación es muy complicada», sobre todo, en la cuenca del Guadalquivir, que «con una dotación de 700 metros m3/ha sólo da para regar poco más de una de cada diez hectáreas y lleva al sector a una ruina completa».