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Turismo

La guía oculta de los bares de Sevilla o dónde comen realmente los sevillanos

Recomendaciones más allá de las rutas turísticas y para todo el año

Interior del bar El Rinconcillo, en Sevilla / Foto: Manuel Olmedo
Interior del bar El Rinconcillo, en Sevilla / Foto: Manuel Olmedolarazonfreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@40deb465

Hay tantas Sevillas como sevillanos e, incluso, como visitantes tenga la ciudad pero hay ciertos elementos comunes y liturgias coincidentes entre los residentes de la capital hispalense en cuanto a la gastronomía, que en algunos casos coincide y en muchos no con la Sevilla más turística. A continuación, una breve reseña de los establecimientos hosteleros que los sevillanos frecuentan, donde puede degustarse la gastronomía más real, no enfocada propiamente al turismo (con salvedades) y localizar a los “indígenas” más auténticos.

Para tomar un serranito

El serranito es un elemento culinario de primer nivel en la capital de Andalucía. Se trata, en realidad (pero nunca lo digan), de un bocadillo de carne, jamón y pimiento. Suele llevar tomate y se acostumbra en muchos lugares a servirlo con salsa alioli. También se le puede añadir una tortilla francesa. Con un buen pan y patatas fritas, el serranito es al sevillano lo que el bocadillo de calamares al madrileño, quizás con menos márketing.

Se pueden degustar serranitos “de categoría” en Cibeles II, en Triana, el Menta de Sevilla Este; El Timbre, de la avenida Kansas City; El Carmen de Camas; La Salaíta, del Cerro; el Alfaray, de San Juan de Aznalfarache; o el Bar Johana, en Cristo de La Sed.

Para las tapas

Las croquetas de Casa Ricardo son un clásico. Destacan, asimismo, el pinchito en Salomón y los montaditos de Casa Moreno.

Los caracoles

Se ha escrito mucho de estos moluscos. Varios enclaves recomendados son: El Lolo o Casa Diego. En el enlace ya aparecen los principales lugares.

Los clásicos

Es ineludible pasar por El Rinconcillo, donde el malaje de los camareros es conocido como sus espinacas con garbanzos. (El sevillano en comparación con la gracia media nacional es, en el argot mesetario, “salao’” pero tiene mucha guasa. De lo contrario, y si tampoco es ligeramente impostor, no es sevillano).

Casa Ricardo, la Antigua Casa Ovidio, la Bodeguita Antonio Romero (con el montadito de pringá y piripi), son otros lugares de culto en Sevilla.

Todas las recomendaciones son accesibles para el ciudadano medio, lejos del riesgo del precio para turista y con una calidad probada a lo largo del tiempo.

Saliendo del centro

Al sevillano, en general, le cuesta cruzar el río para llegar a Triana, con lo que si se quiere disfrutar de enclaves aún más tranquilos es recomendable conocer los barrios de extrarradio o el Aljarafe. Así, en Alcosa destaca la Venta El Cateto; en Tomares, el Tomaré Tapas (espectacular salmorejo verde y pescados fritos); en Bormujos la mejor comida oriental y de fusión se puede encontrar en Cocomá; y en Gines destaca un japonés con buffet libre llamado Sakura.

Las cervezas más frías

Fuera de Sevilla y su área de influencia se cuestiona la Cruzcampo. La polémica no es tal sino que proviene de la incapacidad mesetaria para servir la cerveza a la temperatura idónea, sobre todo, en una ciudad que ronda los 40 grados muchas semanas al año. La cerveza tiene que estar muy fría, caliente es un caldito. Casa Coronado, el Vizcaíno o el Tremendo son templos sevillanos de la cerveza.

Para tomar un copa

Resulta indispensable el Garlochí, a medio camino entre capilla y antro, donde hasta Uma Thurman ha disfrutado de ambiente. La terraza del Hotel EME también es recomendable.