Patrimonio
Torre Tavira, vigía de la ciudad más antigua de Occidente
Su cámara oscura lleva tres décadas descubriendo el casco histórico de Cádiz a turistas y residentes de una forma singular
Aunque con siglos de historia (su construcción tuvo lugar a mediados del siglo XVIII), este año se cumple el 30 aniversario de uno de los símbolos de la Torre Tavira, la más elevada sobre el nivel del mar de cuantas salpican el casco histórico gaditano (45 metros, 173 escalones) y referente en labores de avistamiento y vigilancia de aquel Cádiz que fue centro del comercio con América. Hablamos de la cámara oscura de la Torre Tavira o, dicho de otro modo, del balcón más privilegiado de una ciudad que de norte a sur y de este a oeste se asoma a las aguas del Atlántico, aquellas que en el XVIII hicieron de ella capital del comercio. «Yo diría que hay dos cosas que impactan, sorprenden y encantan a quienes se asoman a Cádiz a través de la cámara oscura. La primera, la percepción de insularidad de nuestra ciudad. No todo el mundo es consciente de que estamos totalmente rodeados de agua. Y, la segunda, la cantidad de torres-mirador que existen en el casco histórico. Nada menos que 134, algo que no existe en otro lugar del mundo y que es la gran evidencia del monopolio del traslado de la Casa de Contratación en 1717 y de todo ese comercio y cultura que vino a Cádiz», señala, con pasión, Belén González Dorao, artífice de este privilegiado mirador.
«La idea de montar una cámara oscura en Cádiz surgió cuando mi hermano Ignacio –recuerda–, en su viaje de bodas, visitó la que había en Edimburgo. Le impactó por su singularidad y comenzamos a fantasear con la posibilidad de hacer algo igual en nuestra ciudad». «Recuerdo que viajé, año 1992, para verla y, poco después, decidimos lanzarnos a una aventura que, por aquel entonces, para algunos era de zumbados».
«Yo tenía claro que si en Edimburgo, con sus nubarrones y cielos grises, era atractiva y funcionaba, como no iba a hacerlo en la ciudad de la luz». «A partir de ese momento comenzamos un amplio trabajo para conocer con más detalle las cámaras existentes, sobre todo en Inglaterra, y nos pusimos en contacto con un experto en lentes, que quedó enamorado de la Torre Tavira nada más verla».
«Una de las claves para montar la cámara oscura era su ubicación y, nada más ver la Torre Tavira, tuve claro que era ahí o en ningún otro sitio. Fue lo que se llama amor a primera vista».
«Por aquellos tiempos –señala– estaba cerrada, así que nos pusimos manos a la obra para lograr que el Ayuntamiento de Cádiz, su propietario, abriese las puertas al proyecto. Algo que, después de muchas gestiones y el respaldo del entonces delegado de Urbanismo, Rafael Garófano (un apasionado de la fotografía del siglo XIX), fue posible».
«Recuerdo que el primer día que abrimos, un 22 de diciembre de 1994, no vino nadie, pero, con tiempo, pasión y trabajo de promoción se ha ido consolidando como uno de los atractivos singulares de Cádiz».
Pero, ¿qué es una cámara oscura? «La cámara oscura produce una imagen sobre una pantalla blanca curva horizontal, a modo de mesa, situada en el centro de una habitación totalmente oscurecida, pintada de negro. La imagen proyectada es en color, muy luminosa, y refleja lo que está teniendo lugar en el exterior de la torre en tiempo real».
«A causa de la larga distancia focal de las lentes principales, el resultado es un magnífico efecto óptico, que hace que los objetos situados a mucha distancia parezcan bastante cercanos. La pantalla sube y baja para poder enfocar las distintas distancias. Además, las imágenes en la cámara oscura pueden girar hacia adelante y atrás, con el fin de visualizar las distintas partes del paisaje. Se puede ver por encima del horizonte a cierta distancia o por debajo de él para examinar detalles».
«Todas las cámaras oscuras que existen en España las hemos instalado nosotros (Jerez de la Frontera, Écija, Sevilla, Santander, Tudela, Jaén, Béjar). Además, también hemos montado la que se encuentra en Lisboa, en el Castillo de San Jorge», apunta.
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