
Mascotas
Ni te pide mimos ni está jugando: las increíbles razones por las que tu gato se pone panza arriba
Más allá de una simple cabriola o una petición de mimos, que un gato se revuelque por el suelo esconde un complejo lenguaje que puede ir desde el marcaje territorial a una señal de alerta sobre su salud

Que nadie se lleve a engaño: la estampa de un gato panza arriba, retorciéndose en el suelo, no siempre es la idílica invitación a las caricias que parece. A menudo, este gesto tan familiar esconde una trampa. Puede tratarse de una postura puramente defensiva, una maniobra con la que el animal, sintiéndose acorralado, prepara sus cuatro patas y sus garras para repeler cualquier amenaza. Interpretar mal la señal puede costar un arañazo inesperado.
De hecho, este comportamiento puede ir más allá de una simple advertencia y convertirse en una señal de alarma sobre su salud. Un felino que se revuelca de manera insistente o compulsiva podría estar intentando calmar un dolor o una molestia. Este gesto es a veces un síntoma de malestar físico, desde un simple picor provocado por una alergia hasta problemas más serios que exigen la intervención de un especialista. Por ello, es fundamental saber interpretar estas conductas y conocer las principales señales para saber si un gato está sano y poder actuar a tiempo.
Asimismo, los gatos son maestros en el arte de la comunicación no verbal y han aprendido que tumbarse de espaldas es una herramienta infalible para un fin mucho más mundano: conseguir la atención de sus dueños. Saben que esa pose capta nuestra mirada de inmediato, convirtiéndose en un reclamo efectivo para recibir mimos o una simple dosis de afecto cuando se sienten ignorados. Este es solo uno de los muchos gestos que emplean, de forma parecida a cuando un gato te mira fijamente mientras duermes para establecer un vínculo o comunicar algo importante.
Del instinto territorial a la búsqueda de placer
Por otro lado, este acto tiene profundas raíces en su instinto. Al frotarse contra el suelo, el animal impregna el lugar con sus feromonas y su olor personal, una forma de marcar el entorno que comparten desde Kinship como una reclamación de su territorio. Es su manera de dejar una firma invisible que dice "esto es mío". En el caso de las gatas, además, puede ser una clara señal biológica para comunicar a los machos que están en celo.
En otras ocasiones, la explicación es mucho más sencilla y hedonista. Los gatos se revuelcan por simple y puro placer, como si se estuvieran dando un automasaje en toda regla. Es una forma instintiva y eficaz de rascarse la espalda en esas zonas a las que no llegan de ninguna otra manera, un pequeño lujo que se conceden por pura comodidad. Esta búsqueda de sensaciones placenteras es comparable a la fascinación que sienten por la planta capaz de volverlos locos de alegría, un comportamiento también ligado a su bienestar.
En este sentido, la clave para cualquier dueño es observar el contexto. Si el comportamiento se vuelve repentino, excesivo o viene acompañado de otros signos de estrés, es fundamental contactar siempre con un veterinario. Los expertos recomiendan incluso grabar un vídeo de la conducta, ya que esas imágenes pueden ofrecer pistas muy valiosas al profesional para llegar a un diagnóstico certero.
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