
Cultura del esfuerzo
Ni albañil ni arquitecto: el maño que convirtió una cuadra en una cómoda casa cuenta cómo lo hizo
"¡Tenían hasta conejos, alfalfa o paja!", explica sobre su estado antes de comenzar la gran reforma

La casa era suya desde que nació a razón de una herencia familiar, pero estaba "destrozada". Ahora es su confortable segunda residencia en la montaña. César B. (65) reside desde adolescente en Zaragoza pero en cuento puede se escapa a su encantador pueblo inmerso en la abrumadora naturaleza del Pirineo aragonés. Hoy nos comparte la singular historia de la vivienda, que es un claro ejemplo de que con esfuerzo y ganas de superarse, no hay límites en la vida. Ninguno.
El jubilado aragonés explica que con 22 o 23 años quiso comenzar a usar su casa del pueblo, pero estaba "fatal, tuvimos que reformar prácticamente todo. Sus anteriores propietarios la tenían como cuadra. ¡Tenían hasta conejos, alfalfa, paja...!, exclama. No quedaba otra: si quería pernoctar allí junto a su novia tenía que ponerse a trabajar casi sin descanso. Aún así tardó de cuatro a cinco años, "hasta que nacieron mis hijos", apunta.
"Lo más difícil fue lucir los techos"
¿Cómo se las ingenió para hacer toda la reforma integral de una casa de tres pisos y muchas estancias sin ser ni albañil ni arquitecto? El secreto está en que César E. se caracteriza por ser un gran observador de la vida, y por absorber con facilidad todos los conocimientos que después le servirían para restaurar su casa. "Yo era electricista y, más o menos, la fui arreglando como pude. Cuando iba a las obras de nueva construcción veía como mis compañeros albañiles trabajaban", desvela.
"Lo primero fue subir una fachada que se iba a caer y luego ya ir arreglando por dentro y acondicionando, incluso tuve que instalar la acometida del agua y luz por primera vez allí". Respecto al interior del hogar, está especialmente orgulloso "del suelo de gres hecho por mi mismo en todas las estancias y escaleras", y reconoce que lo más difícil fue lucir los techos.
César es fuerte, perseverante y decidido, pero probablemente en algún momento pensaría que la larga obra no acabaría nunca. Han pasado ya décadas desde que la finalizara. Desde entonces, toda su familia disfruta de una de las casas construidas con más mimo y cariño del municipio oscense, y sus nietos son muy conscientes del gran esfuerzo de su progenitor. Por ello mismo, en su 70 cumpleaños le regalaron una teja con el escudo de su pueblo que ahora luce en el mejor lugar del patio. Lo pintaron, también, con sus propias manos. Inmejorable homenaje a un abuelo luchador y muy trabajador.
El trabajo final de Luas, empresa de reformas
Quien estuvo detrás del relieve de la 'intervención artística' de sus nietos fue su hijo. Albañil de profesión, C.B. no sería la única vez que aportaría con sus conocimientos y experiencia la mejora del domicilio. Años más tarde, tras crear su marca personal Luas y tener un gran éxito en construcciones y reformas en las provincias de Zaragoza y Teruel, sorprendió a todos los miembros de la familia con la rápida remodelación del cuarto de baño de la vivienda y la construcción de otro adicional con todas las comodidades.
César es hombre de pocas palabras, y por ello mismo le ha ido excelente, claro. Porque, como reza el dicho, el secreto está en 'menos hablar y más actuar'. Después de todo el esfuerzo relatado, solo dice que "uno se siente realizado y contento" tras reformar con sus propias manos su casa.
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