Viajes
Este es uno de los pueblos más bellos de Asturias: un emblemático lugar entre montañas que carece de acceso rodado
Este mágico rincón, en plena naturaleza, es todo un oasis de paz y belleza, ofreciendo tranquilidad y descanso, pero también acción para quien lo desee
La región asturiana cuenta con muchos lugares de gran interés turístico, ofreciendo desde montaña, mar, naturaleza hasta inolvidables paisajes que la convierten en el destino perfecto para desconectar y disfrutar de unos días de descanso o de diversión. Tanto es así, que Asturias se ha alzado como el destino más elegido para hacer turismo rural en agosto. Por ello, y aprovechando que nos encontramos en plena temporada de las vacaciones estivales, no podemos dejar de mencionar este pueblo único en plena naturaleza que hará que te olvides de todo por unos días y que te deleites de toda la belleza y tranquilidad que ofrece este lugar mágico.
Un rincón en medio de la naturaleza y repleto de encanto
Escondido entre montañas con una altura superior a 1500 metros de altura y seleccionado como uno de los pueblos más bonitos de España, nos encontramos con Bulnes, localidad asturiana situada en el el concejo de Cabrales. Su aldea, donde en su día vivieron más de 50 personas, fue fundada por pastores que decidieron establecerse aquí permanentemente, renunciando a muchas comodidades.Más allá de su especial encanto, su paz, sus hermosos paisajes y el inigualable ambiente que ofrece, entre otras virtudes, este pueblo también destaca por ser uno de los más difíciles de acceder, ya que no se puede llegar en coche. La ventaja de esto es que podrás estar alejado de los humos contaminantes de los coches y de su molesto ruido, además de evitar que su presencia arruine tus fotos.
Cómo acceder a Bulnes
Dejando de lado el coche, como decíamos, se puede llegar a este precioso rincón situado en el corazón de los Picos de Europa, en pleno Macizo Central, de dos formas. La manera tradicional es a pie. Desde Poncebos, un pequeño pueblo cerca de Arenas de Cabrales. Lo cierto es que por su belleza paisajística y el disfrute del senderismo, el clásico camino de montaña que sus vecinos han utilizado toda la vida es una opción ideal, ya que apenas conlleva riesgos ni sorpresas inesperadas y se encuentra bien señalizado. Si bien cabe aclarar que el sendero se presenta empinado, por ello, dado su considerable desnivel, aunque es un hermoso recorrido, puede no ser la mejor opción para todos.
El trayecto es de unos cuatro kilómetros aproximadamente y se puede completar en una hora y media o dos, dependiendo de nuestra condición física. Habiendo dejado nuestro vehículo en Poncebos, a solo siete kilómetros de Arenas de Cabrales, el sendero montañoso que comienza aquí no tiene nada que desmerecer en comparación con otras rutas clásicas de montaña en Asturias, como la famosa Ruta del Cares, la cual también comienza en Poncebos. Aunque el recorrido a Bulnes es mucho más corto, apenas tiene tramos llanos y ofrece la dificultad justa para ir y volver, dejándonos un poco cansados pero muy satisfechos. Técnicamente es apto para todas las edades y no requiere una forma física especialmente atlética, aunque ya depende de la persona.
Desde el puente de la Jaya, justo en el cruce de Poncebos, hasta el pueblo de Bulnes, habremos ascendido más de 400 metros de desnivel, con pendientes que alcanzan hasta el 18%. La subida es casi continua por un camino empedrado con antiguas rocas. En algunos tramos, la roca forma escalones hechos a medida por la erosión, sin otro material que la propia piedra. Y en este punto, frente a nosotros, se encuentra lo que se conoce como el Murallón de Amuesa, tan vertical y sorprendente como la Peña Maín, que bordeamos por una garganta abrupta y espectacular sobre el río Texu, un canal con el mismo nombre y que es el encargado de separar estas dos imponentes formaciones naturales. Al final, el camino se nivela y desemboca en un pequeño y encantador valle donde se encuentra Bulnes, como un pequeño descansillo en la enorme escalera que continúa ascendiendo hacia las montañas más altas.
Pero si te preocupa el desnivel del que hablábamos antes, tranquilo, que está todo pensado. A la vista de este posible contratiempo, desde el año 2001 hay un funicular en funcionamiento que llega a Bulnes de manera fácil y rápida: en sólo siete minutos. Cabe mencionar que el funicular también sale desde Poncebos, aunque en este caso no permite disfrutar de la belleza del paisaje, puesto que cruza subterráneamente la Peña Maín.
Al llegar a mil metros de altitud, rodeado literalmente por cumbres que te envuelven, la sorpresa es inmensa y sientes que has cruzado una frontera, las misma que miles de montañeros y escaladores han cruzado durante más de un siglo de exploración y aventura.
Aunque si eres de los que no te gusta perderte nada, una buena alternativa sería combinar comodidad y algo más de aventura, es decir, subir en funicular y descender caminando. Sabemos que el trayecto siempre es más fácil si se hace cuesta abajo, por lo que no supondría tanto esfuerzo, y a la vez permitiría disfrutar del maravilloso paisaje que ofrece la zona.
Dos barrios, cuatro calles
De Bulnes podríamos decir que es un lugar idílico con una belleza innegable, pero concentrado. Y es que se trata de un pueblo compuesto por cuatro calles que se dividen en dos barrios: Bulnes de Arriba, también conocido como El Castillo, y Bulnes de Abajo o la Villa, siendo en este último donde se juntan los servicios. Descubrirás un paisaje idílico, un barrio alto con vistas panorámicas y una forma de vida que se desvanece. La dureza del pasado se refleja en el austero cementerio, anteriormente techado, que se encuentra a la entrada del pueblo.
A un lado, en una pequeña colina, vemos Bulnes de Arriba, y más adelante, Bulnes de Abajo, ambos conectados por el mismo camino. En invierno, los habitantes se dedican al ganado, y en verano, al turismo y a las actividades de montaña. Entramos a la villa por su cementerio y la deteriorada casa rectoral, posiblemente el edificio más noble del pueblo. A un lado del cementerio se encuentra la capilla que alberga a la Virgen de las Nieves, patrona del pueblo, en cuyo honor se celebra la principal fiesta de la localidad a principios de agosto.
Asimismo, un arroyo divide la aldea en dos partes simétricas, con viviendas, albergues, tiendas, bares, almacenes de alimento para el ganado y cuadras... Por tanto, podríamos decir que la diferencia entre estos dos barrios la marca el río Tejo, el cual nos acompaña durante todo el recorrido. Desde este lugar se obtienen unas vistas tan hermosas que todo el esfuerzo empleado para llegar habrá valido la pena.
Las calles que componen la aldea tienen un suelo natural, hecho de caliza como la montaña, al igual que la mampostería de los muros que rodean los prados. En este punto, podemos dedicar el día a la contemplación y disfrutar del entorno, ya que hay mucho que admirar. También podemos optar por pasar la noche y emprender alguna de las diversas rutas de alta montaña que el lugar nos ofrece, para explorar mejor la zona. Recordemos que Bulnes es la antesala del famoso Pico Urriellu (Naranjo de Bulnes), un desafío clásico para alpinistas de toda la península. El pueblo está situado a unos accesibles 649 metros de altura, pero está rodeado de imponentes cumbres de 1.600 metros.
En la aldea se respira una atmósfera singular, con una realidad rústica donde viven unas decenas de vecinos (en invierno residen menos de 30 personas) y conformada por hermosas casas de piedra, (algunas en ruinas, al igual que su parroquia) que se agrupan en pequeñas callejuelas empedradas que invitan a pasear y explorar la zona. Todos los visitantes coinciden en que es un lugar lleno de encanto, donde el único sonido es el fluir del agua y el canto de algún pájaro o gallo. Pura paz y tranquilidad en plena naturaleza. Este pueblo, que ha mejorado sus servicios turísticos, también cuenta con algunos bares populares, aunque no abarrotados, donde se puede comer una buena fabada, por ejemplo, así como con algunos alojamientos en los que hospedarse.
Increíble gastronomía asturiana, un placer para el paladar
Si vienes a Asturias no puedes dejar de probar suexcelente gastronomía, un must que, sin duda, elevará la experiencia del viaje. Y si a la hora de saborear los manjares de esta tierra eliges hacerlo en uno de sus restaurantes con vistas a una de las zonas más increíbles de los Picos de Europa, la experiencia puede ser aún mayor. Puedes degustar unas fabes con un delicioso cachopo, acompañados de sidra. Y de poste, arroz con leche.
Aunque si visitas esta zona, algo que no puedes dejar de lado es el queso Cabrales, uno de los símbolos más representativos y el principal embajador de Asturias en todo el mundo. Este queso madura entre dos y cinco meses en cuevas naturales, donde la temperatura es fresca y la humedad alta (90% de humedad relativa y temperaturas de entre 8º y 12º C). Durante su proceso de curación, el aroma del queso llena constantemente el ambiente.
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