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¿Atacará Corea del Norte?
Si existiese un registro al respecto, Corea del Norte habría batido probablemente ya todos los récords sobre amenazas bélicas consecutivas. Ayer volvió a dar una nueva vuelta de tuerca a su desafío y sugirió que su Ejército ha recibido luz verde para atacar Estados Unidos con armas atómicas
Si existiese un registro al respecto, Corea del Norte habría batido probablemente ya todos los récords sobre amenazas bélicas consecutivas. Ayer volvió a dar una nueva vuelta de tuerca a su desafío y sugirió que su Ejército ha recibido luz verde para atacar Estados Unidos con armas atómicas. La maquinaria propagandística del régimen habló de una «operación despiadada» que ha sido «examinada y ratificada» y que podría ponerse en marcha «hoy o mañana», ya que «el momento de la explosión se acerca rápido». Pocas horas después, el Ministerio de Defensa de Corea del Sur aseguraba haber detectado un misil transportado en tren por el Ejército norcoreano hasta la costa este. Tras examinar las imágenes recogidas por satélite, expertos como Mark Fitzpatrick (uno de los que mejor conocen el armamento norcoreano) lo identificaron como un «Musudan». Se trata de uno de los tipos de cohetes de más largo alcance de cuantos dispone Corea del Norte. Basado en tecnología soviética, podría alcanzar los 2.400 kilómetros, suficiente para llegar hasta Japón (y a las bases estadounidenses de Okinawa) pero no hasta la isla de Guam, donde EE UU desplegó esta semana baterías de defensa por si acaso. Pese al alarmismo provocado por la información, los analistas se apresuraron a repetir que Corea del Norte no dispone de la tecnología suficiente para montar una cabeza atómica sobre misiles de largo alcance. La impresión tanto de los servicios de inteligencia surcoreanos como los estadounidenses es que Kim Jong Un estaría en realidad preparando otra prueba balística como las realizadas meses atrás. Esta noticia agravaría la crisis, pero no precipitaría por sí misma el estallido de un conflicto. «Las posibilidades de que esta acción conduzca a una guerra total son muy bajas, pero dada la naturaleza del régimen norcoreano es posible que se trate de una provocación bien calculada», dijo el portavoz del Ministro de Defensa surcoreano, el coronel Wee Yong-sub. Basándose en la obsesión por conmemorar efemérides que ha adquirido el régimen, al cierre de esta edición se especulaba con la idea de que el lanzamiento coincida con el cumpleaños del fallecido Kim Jong Il: el 15 de abril. Aunque sigue siendo una posibilidad remota según la mayoría de los expertos, no se puede descartar que la tensión desemboque en una escaramuza o un incidente más serio, de consecuencias imprevisibles. Por ello, analizamos los argumentos que preocupan y los que tranquilizan.
POR QUÉ SÍ
1. Agresividad inédita. Aunque las crisis en la península coreana son recurrentes y periódicas, el nivel de agresividad retórica actual no se había visto en mucho tiempo. Corea del Norte es un país arruinado pero que lleva años priorizando en el desarrollo de armamento y privilegiando a su Ejército.
2. Es la primera crisis de Kim Jong Un. Estábamos acostumbrados a las provocaciones de su padre, Kim Jong Il, pero es la primera crisis seria desde que el hijo llegó al poder. Aún no ha cumplido los 30 años, no tiene experiencia y aunque se cree que ha pasado tiempo en el extranjero y cultiva gustos occidentales, ha sido educado entre algodones, en la hermética «Corte» del Reino Ermitaño. Nadie sabe lo que piensa ni cómo puede reaccionar.
3. Corea del Sur parece estar perdiendo la paciencia. El nuevo Gobierno de Corea del Sur, en manos de la «dama de hielo» Park Chung Hee, se ha mostrado mucho más beligerante que su antecesor. Durante los ataques de 2010, el entonces presidente, Lee Myung Bak, fue muy criticado por no haber reaccionado con más contundencia. Desde entonces, el Ejército surcoreano tiene órdenes (al menos en teoría) de responder con fuego a cualquier agresión, aunque sea aislada.
4. Un régimen más arrinconado con una población más globalizada. Sin el respaldo de China y con una situación económica y social cada vez más difícil, el régimen parece perder apoyos y estabilidad. Los pilares del sistema son el culto a la «dinastía Kim», el Ejército, el nacionalismo y el aislamiento. Pero los norcoreanos cada vez tienen más información y más bienes de consumo, introducidos desde China a menudo por contrabandistas. Si el régimen ve amenazada su estabilidad podría hacer cualquier cosa para mantenerse en el poder.
5. Provocación desconocida. Aunque las crisis en la península coreana son recurrentes, el nivel de agresividad retórica de la actual no se había visto en mucho tiempo.
6. El factor «detonante». La tensión es tan alta que cualquier pequeño error de cálculo puede desatar un conflicto.
POR QUÉ NO
1. Un ataque sería un suicidio. El régimen es consciente de ello, ya que su Ejército está obsoleto y hambriento. Informes militares calculan que Kim Jong Un podría plantar cara durante poco más de una semana. Tiempo suficiente, en todo caso, para que la artillería norcoreana destruya Seúl, una de las ciudades más pobladas y modernas de Asia.
2. Cero movilización. Los servicios de inteligencia de Corea del Sur y EE UU no han detectado movimiento de tropas dentro de Corea del Norte en los últimos días
3. Carencias técnicas. Por mucho que el régimen se empeñe en amenazar con destruir Estados Unidos con bombas atómicas, la opinión casi unánime de los expertos es que no dispone de capacidad para ello. Sus misiles no alcanzan ciudades estadounidenses (aunque sí algunas bases militares) y mucho menos están capacitados con la tecnología necesaria para miniaturizar cargas nucleares y estabilizarlas. Se calcula, además, que el país tiene «sólo» entre cuatro y ocho bombas de plutonio, todas ellas de menor potencia que las arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki en la Segunda Guerra Mundial.
4. La eterna amenaza. Desde que acabó la guerra de Corea, la península ha vivido momentos mucho más tensos que el actual, salpicados por actos de sabotaje y ataques reales (atentados con decenas de muertos, secuestros, bombardeos fronterizos) sin que se haya reanudado la guerra.
5. Enseñar los dientes de oficio. Tanto por parte de Corea del Norte como de quienes le plantan cara, el tono intimidatorio y el lenguaje bélico se viene utilizando desde hace años como medida de disuasión. La retórica va siempre muy por delante de los hechos.
6. La guerra de Gila. Las amenazas de un «ataque total» se han repetido durante años sin llegar a concretarse.
7. Tranquilidad en China. La situación de Corea del Norte no parece preocupar demasiado en China. Fuentes diplomáticas aseguran que el tema no tiene en tensión a los embajadores en Pekín. El debate en el Gobierno chino es a medio plazo, ya que se cuestiona cómo debería cambiar su estrategia para rebajar la tensión en la península.
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