Salud

Aceptar tu identidad sexual

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Los profesionales advierten de que hay que ser muy cautos y prudentes para evitar el posible intento de suicidio de estos jóvenes.

Me quiero morir. Para vivir así, mejor me muero». Son las palabras de un niño de apenas siete años de edad. Ni recientemente habían sufrido en su entorno la pérdida de un ser querido, ni en su familia habían detectado ningún problema que pudiera estar angustiando al pequeño. Tras indagar en lo que podría estar ocurriendo, una de las hipótesis fue «un problema de identidad sexual».

La doctora Lola Moreno, del Servicio de Psiquiatría del Niño y del Adolescente del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid, explica que «no resulta fácil valorar los problemas de identidad sexual y el momento correcto para intervenir. Hay que ser muy cautos y prudentes».

Y es que existen escasos protocolos de intervención que aborden este problema «y cada caso se interviene de forma individualizada. En salud mental existe el sesgo de la atención sanitaria a aquellos casos egodistónicos, es decir, aquellas personas a las que les supone un verdadero problema aceptar su identidad o algunas áreas de la misma», añade la doctora Moreno.

Lo más importante de todo es dejar claro que la homosexualidad no es un problema de salud, «el problema está en aquellas personas que no aceptan su identidad sexual. A veces es la familia la que pone cortapisas a la búsqueda de la propia identidad y otras veces es la propia persona, que piensa en lo que se espera de él, en lo que socialmente es aceptado».

Idea de muerte

Lo que más sorprende son los pensamientos de muerte en niños tan pequeños. Aunque lo cierto es que la idea de la vida y de la muerte es intrínseca a la existencia del ser humano. Moreno matiza que «la idea de la muerte, con criterio de realidad, por tanto, aparece de forma muy prematura en el niño, alrededor de los siete años. A partir de esa edad se desarrolla el criterio de que uno se muere para no resucitar, aunque depende de cada niño y de su nivel de desarrollo».

Las ideas de muerte y las ideas suicidas son debidas a causas múltiples, «la más frecuente, dentro de la patología, es la depresión. Hay una falsa creencia de que los niños viven en un mundo feliz y que no tienen dichas ideas. Sin embargo para los psiquiatras en el ejercicio de su profesión no es algo extraño». La edad más frecuente en la que llegan los menores a los servicios sanitarios es en la adolescencia, «que es la etapa en la que se está definiendo la identidad en su globalidad, el “qué quiero ser como persona, hacia dónde van dirigidos mis valores y principios”... Y entre ello está la sexualidad. También es importante señalar que hay muchas personas que tienen confusión en la adolescencia y después no son homosexuales, o tienen experiencias homosexuales y después no lo son».

No obstante, algunos estudios, como el «Sexual orientation and mental health: results from a community survey of young and middle-aged adults», refieren problemas de identidad y orientación sexual como factores de riesgo para conducta suicida. Los homosexuales muestran de dos a seis veces más probabilidades de llegar a cometer suicidio que los heterosexuales. Por otro lado, en países anglosajones se mostró una mayor prevalencia de trastornos depresivos, ansiedad, así como tasas más altas de intento de suicidio, particularmente entre adolescentes.

Sin embargo, en nuestro país, Moreno comenta que es escasa la prevalencia de casos que pueden darse en consulta, ya que la familia y el menor pueden tener las estrategias suficientes para poder resolverlo por sí misma, sin necesidad de acudir a la atención sanitaria.

«Definir qué es normal de qué es patológico es muy subjetivo, pero lo cierto es que no debería ser un problema crecer siendo heterosexual u homosexual. Es un tema que me preocupa mucho: ¿por qué nos preocupa tanto la homosexualidad? Es algo que pertenece a la intimidad de cada persona que no debe someterse a un escrutinio social», concluye.