Barcelona

El hígado y el cerebro se comunican para regular el apetito

Científicos del Instituto de Investigación Biomédica (IRB) de Barcelona han descubierto que el hígado y el cerebro se comunican para regular el apetito, ya que la sensación de hambre se relaciona con la cantidad de glucosa almacenada en el hígado. "Hay que buscar tratamientos para aumentar la glucosa en el hígado por su efecto positivo en diabetes y obesidad", ha declarado el director del IRB y líder de la investigación, Joan Guinovart.

La investigación, publicada en la revista Diabetes, parte de la base de que el hígado almacena la glucosa sobrante, el azúcar, en forma de glucógeno -cadenas de glucosa- que luego libera según las necesidades energéticas del cuerpo. Los pacientes diabéticos no acumulan bien la glucosa en el hígado, lo que es uno de los motivos -no el único- por el que sufren hiperglucemia, es decir, que tienen demasiado azúcar en la sangre.

En un experimento con ratones, la investigación ha revelado que cuando el hígado tiene reservas altas de glucosa evita que los animales engorden, aunque se les ofrezca una dieta muy apetitosa, porque se sienten saciados. Según Guinovart, es la primera vez que los científicos han observado la conexión entre hígado y apetito; por eso considera que aumentar la producción de glucógeno hepático sería un tratamiento eficaz para mejorar la diabetes y la obesidad.

"Es interesante comprobar que lo que ocurre en el hígado tiene efectos directos sobre el apetito y desvelamos lo que ocurre a nivel molecular", ha explicado Guinovart, quien dirige uno de los laboratorios más experimentados del mundo en metabolismo del glucógeno y patologías asociadas. Los científicos se preguntaron por qué los ratones que acumulaban más glucógeno en hígado, aún dándoles una dieta apetitosa, no engordaban.

Además de comprobar que comían menos, vieron que en el cerebro de estos ratones había escasas moléculas estimulantes del apetito, mientras que tenían muchas más moléculas depresoras del apetito. "Y dimos por fin con la pista, con la señal que podía explicar la conexión hígado-cerebro", ha confesado Iliana López-Soldado, investigadora postdoctoral que ha trabajado tres años en estos experimentos con ratones.

La clave de la conexión entre hígado y cerebro es el ATP, la molécula utilizada por todos los organismos vivos para proporcionar energía a las células, y que está habitualmente alterada en diabetes y obesidad. "Hemos visto que correlacionan perfectamente niveles altos de glucógeno en hígado, niveles constantes de ATP y niveles altos de moléculas saciantes en el cerebro de los ratones", ha dicho López-Soldado.

La investigación se ha dado a conocer la vigilia de la celebración del Día Mundial de Diabetes, una enfermedad que afecta a más de 382 millones de personas en todo el mundo, aunque las autoridades sanitarias prevén que, para el 2035, una de cada 10 personas tendrá diabetes. En cuanto a la obesidad, íntimamente ligada a la aparición de diabetes de tipo 2, la forma más frecuente de diabetes, los números son más altos incluso.

En 2008, más de 200 millones de hombres y cerca de 300 millones de mujeres eran obesos. "Entendiendo qué funciona mal en diabetes y obesidad a nivel molecular estaremos más cerca de proponer nuevas dianas terapéuticas y encontrar soluciones", ha señalado Guinovart, quien ha puntualizado que ambas patologías se pueden prevenir comiendo equilibradamente y haciendo ejercicio diario. "Ya sólo con buenos hábitos los casos de diabetes tipo 2 caerían a la mitad", ha subrayado Guinovart.