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Los infartos y los ictus generan el doble del gasto médico directo

Los gastos médicos directos del síndrome coronario agudo ascienden de entre 1,547 a 18,642 euros, y de 5,575 a 31,274 euros por accidente cerebrovascular

En el año posterior al infarto, los individuos perdieron 59 días laborables
En el año posterior al infarto, los individuos perdieron 59 días laborableslarazon

Los gastos médicos directos del síndrome coronario agudo ascienden de entre 1,547 a 18,642 euros, y de 5,575 a 31,274 euros por accidente cerebrovascular

El coste económico total de un ataque cardíaco o un derrame cerebral es el doble de los gastos médicos cuando se incluye la pérdida de tiempo de trabajo para los pacientes y sus cuidadores. Así lo concluye una investigación que publica “European Journal of Preventive Cardiology”, de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC). El estudio subraya que las víctimas que regresan a trabajar son sólo el 25% y producen menos en su primer año tras la incorporación.

En el año posterior al infarto, los individuos perdieron 59 días laborables y sus cuidadores 11, con un coste medio de 13.953 euros, y oscilaron entre 6.641 y 23.160 euros, según el país. Después del ictus, los pacientes perdieron 56 días laborales y 12 los cuidadores, con un promedio de 13,773 euros.

La profesora del estudio, Kornelia Kotseva, del Imperial College de Londres, Reino Unido, sostiene que “los pacientes de nuestro estudio volvieron al trabajo, lo que significa que sus eventos fueron relativamente leves. Algunos todavía tenían que cambiar de trabajo o carrera, o disminuir la intensidad, y sus cuidadores perdieron alrededor del 5% del tiempo laboral. No se incluyen en nuestro estudio aquellos con eventos más graves que dejaron el trabajo por completo y probablemente necesitan más ayuda de la familia y los amigos”.

El estudio reclutó a 394 pacientes de siete países europeos, 196 con síndrome coronario agudo (86% de ataque cardíaco, 14% de dolor de pecho inestable) y 198 con accidente cerebrovascular, que regresaron a trabajar de tres a 12 meses después del evento. Los pacientes completaron un cuestionario durante una visita a un cardiólogo, neurólogo o médico especialista en apoplejía. Las horas perdidas se valoraron según los costes laborales del país en 2018. La edad media de los afectados fue de 53 años.

Según las estimaciones publicadas para Europa, los gastos médicos directos del síndrome coronario agudo ascienden de entre 1,547 a 18,642 euros, y de 5,575 a 31,274 euros por accidente cerebrovascular. “La pérdida de productividad a menudo no es tenida en cuenta por los clínicos, los gestores o los políticos”, apunta Kotseva y añade que “tomados en conjunto, la carga real en la sociedad es más del doble de la cantidad informada anteriormente”.

Las razones de la pérdida de productividad fueron constantes en todos los países: el 61% fue la hospitalización inicial y baja por enfermedad después del alta; entre el 23 y el 29% se ausentó del trabajo después el reposo inicial para acudir a citas médicas y o una baja más corta); 9–16% estaba incapacitado para trabajar al 100% por sentirse mal.

Fue más acusada la pérdida laboral en el primer año después del infarto o ictus en aquellas personas que tenían antecedentes previos. Al sumar los días perdidos por pacientes y cuidadores juntos, ascendieron a 80 para el síndrome coronario agudo y 73 para el accidente cerebrovascular, con un coste de 16,061 y 14,942 euros, respectivamente. En el estudio, el 27% de los pacientes cardíacos y el 20% con ictus eran obesos, mientras que el 40% de los primeros y el 27% de los segundos con ictus eran fumadores.

“La pérdida de productividad asociada con los eventos cardiovasculares es sustancial y va más allá del paciente”, subraya Kotseva. “Prevenir el síndrome coronario agudo y el ictus es la clave para mejorar la salud y la longevidad, y evitar la gran cantidad de costos que conlleva ese evento. La verdadera tragedia es que muchos de estos eventos podrían evitarse al no fumar, ser físicamente activos, comer de manera saludable y controlar la presión arterial y el colesterol. La evidencia no podría ser más fuerte”.