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Medio Ambiente

Basura: Los objetos de uso común que no se deben tirar al WC

Lentillas, pañales, preservativos, aceites o medicamentos causan problemas medioambientales y multiplican el coste de la depuración

La AEMPS recomienda a los consumidores que dispongan de alguna unidad del lote del producto afectado que no lo utilicen
La AEMPS recomienda a los consumidores que dispongan de alguna unidad del lote del producto afectado que no lo utilicenlarazon

Lentillas, pañales, preservativos, aceites o medicamentos causan problemas medioambientales y multiplican el coste de la depuración

Hatillos de ropa, ovejas, perros y otras mascotas, trozos de coche, de ventana e incluso depósitos enteros de gasolina, esto es unos 6.000 litros. Son objetos excepcionales que aparecen en ocasiones en las rejas de entrada de las depuradoras de los centros poblados. Ana Escribano, responsable de Depuración de la Delegación Madrid-Aqualia ha visto llegar de todo hasta las plantas donde ha trabajado los últimos 20 años. «Los colectores están abiertos y son casi transitables por lo que se pueden ver muchas cosas, aunque lo más dañino es siempre lo que llega desde los desagües de los particulares». Aunque los objetos antes mencionados son excepcionales, las rejas de las depuradoras dan una idea bastante fiel de un problema generalizado: utilizar el desagüe como una basura cuando «está pensado sólo para los residuos orgánicos y para el papel», explica Fernando Morcillo, presidente de la Asociación Española de abastecimientos de Agua y Saneamientos (AEAS) . Es lo que usando un lenguaje algo infantil, los ingleses denominan las tres «p» (háganse a la idea). Todavía hoy es fácil encontrarse bastoncillos, compresas, preservativos, pañales de bebé tapando las entradas a estas instalaciones. Unos objetos que causan sobrecostes en la gestión del agua y que generan problemas medioambientales serios, entre otras cosas porque muchos contienen plásticos.

Se calcula que cada año llegan hasta el mar unos ocho millones de toneladas de plásticos que, al degradarse, se convierte en partículas de menos de cinco milímetros. Son los llamados microplásticos y las previsiones auguran que de seguir este ritmo en 2050 habrá más plástico que peces en el mar. Un reciente estudio de los investigadores Rolf Halden y Charlie Rolsky del Instituto de Biodiseño en la Universidad de Arizona (EE UU), afirma que entre seis y diez millones de toneladas de lentes de plástico terminan en las plantas de tratamiento de aguas residuales cada año en los EE UU. Una investigación que comenzó por curiosidad personal de Halden, usuario habitual de lentes de contacto, quien un día se planteó qué pasaba con estos objetos cuando se desechaban y si eran una fuente de contaminación potencial, teniendo en cuenta que unos 45 millones de personas en Estados Unidos las emplean y entre el 15-20% de los usuarios se deshacen de ellas por el lavabo. Pues bien, la investigación concluye que los polímeros de las lentillas persisten tras los tratamientos biológicos, lo cual se traduce en unos 11.000 kg de masa plástica que termina en el medio ambiente. Los microplásticos que contiene las pastas de dientes o las cremas exfoliantes también están en el punto de mira; en EE UU o Reino Unido ya se ha prohibido la fabricación de los productos con estos componentes que acaban irremediablemente en el mar.

Las lentillas se suman así a un catálogo de objetos que no se deben tirar por las cañerías. Sin duda, los residuos que más impacto están generando la última década son las toallitas húmedas. A diferencia del papel higiénico que es de celulosa, éstas están compuestas por fibras, a veces sintéticas; no están tejidas, pero sí compactadas de tal manera que absorben mucha agua. Cada día se recogen en una ciudad de tamaño medio unos 8.000 kg de toallitas que no se deshacen con el agua como el papel higiénico y llegan casi intactas a las depuradoras, lo que incrementa los costes de tratamiento un 18%. «Tiene mucho que ver con los hábitos de consumo, se recogen muchas más en zonas urbanas y nuestro país está a la cabeza de Europa en uso de estos productos. En otros lugares tradicionalmente ni el papel higiénico se tiraba al water», opina Morcillo. Según datos de la Asociación Europea de Abastecimiento y Saneamiento (EurEau), en el continente se gastan hasta mil millones de euros anuales en su eliminación.

Como se dice en el sector de la gestión el mejor residuo es el que no se genera, así que hay que restringir el empleo de las toallitas a aquellas situaciones en las que no hay acceso a ninguna fuente de agua y jabón. Y cuando se usen tirarlas al contenedor. «Los bastoncillos causan atascos en la siguiente fase del proceso de depuración; la primera reja de entrada es de diez mm por lo que pasan, pero quedan atrapados en la segunda reja, cuyos agujeros son de dos mm. Estos desechos se terminan sacando y llevando a vertedero. El proceso de depuración del agua, una vez se han separado los sólidos, es básicamente biológico: unas bacterias son las encargadas de eliminar los residuos más pequeños, aunque existen ciertos tratamientos químicos para acabar con los fosfatos y el nitrógeno que causarían problemas de proliferación de algas en los cauces aguas abajo», detalla Escribano.

Los preservativos también son recurrentes en las depuradoras y hay que recordar que están hechos de plástico por lo que tienen ya una ruta de reciclado a través del contenedor amarillo. Los pañales y las compresas siguen vertiéndose en los desagües causando graves daños ya que en parte están hechos de celulosa biodegradable, pero también contienen plástico y, lo más peligroso, materiales super absorbentes que pueden hincharse dentro de las canalizaciones. Otro de los productos más clásicos que terminan donde no deben y causan grandes problemas son los aceites de cocina. Un sólo litro arrojado por el fregadero es capaz de contaminar hasta mil litros de agua. «Los productos de limpieza ya son difíciles de depurar por lo que hay que evitar tirarlos aposta más allá de lo que se use en la higiene personal o del hogar. Otra cosa que se tira por un falso mito de que desatasca las tuberías es el café. Lo recomendable es verter lo menos posible porque el water no es un cubo de basura», explica Morcillo. Resumiendo, sólo es desechable por el inodoro aquello que se fragmente en pedazos rápidamente, no flote y no contenga plásticos o productos similares. Es decir, las tres «p».

Contaminantes emergentes

Ansiolíticos, antiinflamatorios, cosméticos o drogas acaban en el torrente de agua de las depuradoras y salen de las mismas para volver a los cauces de los ríos y al mar; ya que ninguna instalación cuenta actualmente con sistemas adecuados para acabar con estas sustancias. Son los llamados contaminantes emergentes, productos de síntesis química que preocupan porque se acumulan, se convierten en parte de la cadena trófica y se les considera una verdadera amenaza medioambiental. Los grandes responsables de dicha contaminación son los urbanitas y representan un verdadero quebradero de cabeza para los gestores desde que la tecnología ha permitido descubrirlos en el agua residual. Parte es inevitable, sobre todo en lo que a fármacos se refiere, primero porque son difíciles de controlar ya que aproximadamente un 50% de lo que ingerimos lo excretamos por la orina.

Hay algún piloto suelto para probar soluciones, pero no es fácil; el estado de la tecnología ha permitido eliminar los residuos más groseros pero los invisibles siguen siendo un gran problema. Un ejemplo es el proyecto Life Empore que consiste en la puesta en marcha de una depuradora que mezcla métodos de filtración, oxidación y electroxidación química.

EL PRECIO DEL AGUA

El exceso de contaminación supone entre un 10-15% más en el coste total de depuración. Si lo que acaba en el desagüe sigue creciendo y las exigencias de depuración cada vez son más altas, la lógica de muchos gestores les lleva a pensar que el gasto de agua seguirá subiendo para los ciudadanos. Un estudio de la Universidad de Zaragoza afirma que de cada cien euros que gastamos en servicios, sólo uno se destina al tratamiento del agua. Pagamos menos que la media europea, sin embargo, hay otros datos a tener en cuenta de cara al precio futuro: primero, el usuario doméstico es el que más paga (frente a agricultores e industria); segundo, España es un país con estrés hídrico; tercero, el proceso de cambio climático se junta a unas previsiones de aumento de la población. A todo esto se suma que aún un 15% de las urbes no cuenta con depuración.