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Desaceleración

La Razón
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A la vuelta del verano, da comienzo el curso académico y se sale un poco del mayor o menor letargo político del estío, son muchos los que se plantean cuál será el horizonte económico de expectativas. Y a ese respecto, como hace pocos días me comentaba un colega, «pintan bastos».

Se quiere decir que la recuperación económica después de la «Gran Recesión» de 2008 a 2013, está perdiendo fuerza, como vemos en España, donde acaban de publicarse las cifras revisadas de la evolución del PIB en los últimos años, con un trienio por encima del 3% de expansión y una previsión para 2018 que no superará el 2,7. Además, agosto ha sido calamitoso, en términos de empleo. Con una pérdida de afiliaciones a la Seguridad Social de 200.296, puestos de trabajo que desaparecieron al terminar los contratos veraniegos y temporeros. Al tiempo que se produjo un aumento de 47.047 personas en el paro: los peores datos mensuales desde 2008, incluyendo el caso del turismo con casi un 5% de caída. Por otra parte, las exportaciones están dando señas de ralentizarse, por el ambiente que generan las guerras comerciales en curso, iniciadas temerariamente por Trump, contra China y la UE. De modo que la subida de los aranceles para el acero y el aluminio, e incluso para las aceitunas negras españolas, etc, etc, son señales de que vamos a una política proteccionista en el mayor mercado del mundo, que es EE UU. Adicionalmente, la FED despliega una política monetaria de dólar fuerte, con la consecuencia inevitable de que las divisas de los países emergentes (Argentina, Brasil, Turquia, Sudafrica e incluso Rusia), están perdiendo de un 20% a un 40% de su valor, desde comienzo de año. Con lo que significa la inevitable política de estabilización con restricciones al gasto.

Aún es muy pronto para decirlo, pero puede que estemos ante una desaceleración, de alcance todavía imprevisible. Atención, pues, a la coyuntura en el «Planeta Tierra».