Medio Ambiente

¿Es posible una ciudad sostenible?

La mitad de la población mundial respira aire de baja calidad, según un estudio. La Universidad de Yale afirma en su informe bianual sobre la situación ambiental que el acceso al agua potable ha mejorado y han aumentado las áreas protegidas. Sin embargo, alerta del empeoramiento de la calidad del aire, para lo que pide mayor atención a las políticas verdes de las ciudades

La mitad de la población mundial respira aire de baja calidad, según un estudio
La mitad de la población mundial respira aire de baja calidad, según un estudiolarazon

La mitad de la población mundial respira aire de baja calidad, según un estudio

Las muertes asociadas a la polución de aire y agua van en aumento. Mientras que el dos por ciento de las muertes globales se deben a consumo de agua no potable, aquellas debidas a la contaminación atmosférica alcanzan el 10 por ciento a nivel mundial. Esta categórica y preocupante conclusión proviene del último Índice de Desempeño Ambiental elaborado por la Universidad de Yale y presentado en las últimas horas de la celebración del Foro Económico Mundial de Davos.

El índice, que se publica cada dos años y se desarrolla desde hace quince, analiza el grado de desarrollo ambiental en 180 países del mundo y se ha convertido en una referencia mundial. En los primeros puestos en grado de compromiso ambiental destacan Finlandia, Islandia, Suecia, Dinamarca y Eslovenia. Cerrando la lista se encuentran Somalia, Eritrea, Madagascar, Níger y Afganistán. Los resultados también dan cuenta de las áreas donde se han producido mejoras y aquellas que por el contrario han empeorado. Entre las buenas noticias cabe destacar, la disminución del número de personas que no tienen acceso al agua potable, que ha pasado de 960 millones a 550, y el aumento de las superficies protegidas. Un 15,4 por ciento del suelo está sujeto a algún tipo de protección y un 8,4 por ciento de las áreas marinas también lo está.

Las malas noticias incluyen la sobreexplotación de las pesquerías (concretamente un 34 por ciento de las mismas está casi al borde del colapso) o el hecho de que el 80 por ciento de las aguas negras se sigan vertiendo al ecosistema sin ningún tipo de control. También resalta el aumento del número de personas expuestas a la contaminación del aire. En total unos 3.500 millones de personas en todo el mundo. «El EPI envía una señal clara a los responsables de formular las políticas ambientales. Esperamos que los líderes se inspiren para actuar, sobre todo, en áreas urbanas donde sigue creciendo el porcentaje de población», explicaba durante la presentación Kin Samuel, creador del índice. Hay que recordar que actualmente un 54 por ciento de la población mundial vive en ciudades; las urbes suponen entre un 60 y un 80 por ciento del consumo energético mundial y utilizan tres cuartas partes de los recursos naturales. Y las previsiones alertan desde hace tiempo de que la población en las urbes aumentará hasta suponer un 70 por ciento de los habitantes del globo en 2050.

Precisamente sobre ciudades ha versado este año el nuevo informe sobre el Estado del Mundo elaborado por el prestigioso Worldwatch Institute y que ha sido presentado hace escasos días en Barcelona. Por primera vez en la historia de dicho informe, parte del trabajo se ha desarrollado en España. Bajo el título, «La aceleración hacia las ciudades sostenibles», el estudio plantea la necesidad de incluir la naturaleza en las ciudades, a través de corredores de biodiversidad, zonas verdes y parques, además de potenciar el uso de la bicicleta y el transporte público. Una buena bioinfraestructura supone que cada ciudadano cuente con un área verde o un jardín a menos de cien metros desde la puerta de su casa, recordaban desde el instituto. Éste es el objetivo; el motivo hay que verlo en los efectos positivos de la naturaleza. «La biodiversidad tiene un efecto beneficioso en el ser humano en cuanto a provisión. Los árboles transforman el CO2 en oxígeno, además de producir sombra, y permiten luchar contra el efecto isla de calor que se da en el centro de las ciudades», explica Pablo Knobel, coautor de los tres capítulos desarrollados bajo la dirección del doctor Martí Boada, del grupo de Conservación, Biodiversidad y Cambio Global del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Un porcentaje por especie

La biodiversidad urbana es importante no sólo porque mejora la calidad del aire sino porque es síntoma de la salud del entorno. Es decir, a mayor número y variedad de especies, tanto de fauna como de flora, mayor es el grado de sostenibilidad. El equipo ha desarrollado tres capítulos, uno conceptual y dos casos de estudio, en los que incluye las ciudades de Barcelona y Jerusalén principalmente (aunque también están representadas Roma, Túnez e incluso Amán (Jordania)). «Cuando comenzamos la colaboración con el WWI se decidió estudiar en particular las características de las ciudades del Mediterráneo; urbes compactas muy diferentes a las americanas donde las distancias internas tienen que salvarse siempre en coche. El caso de Amán es un poco particular, porque no toca el mar. Sin embargo, se ha querido añadir por tratarse de un punto de frontera y una zona interesante de paso de migraciones», matiza Roser Maneja, miembro del equipo de Boada.

Lo que se ha hecho para la elaboración del informe es visitar las ciudades y contabilizar el tipo de especies existentes en cada lugar, además de estudiar las políticas de fomento de la biodiversidad. «Las dos estrategias claves en el proceso de naturalización de las ciudades son la creación de espacios de refugio y cría (genotopos) y espacios de alimentación (trofotopos)», explica el estudio. El objetivo principal del equipo ha sido describir las formas que cada ciudad está adoptando para promover la biodiversidad urbana y los servicios ecosistémicos. Porque lo importante es crear reservas verdes que se conecten a las zonas periféricas. En este sentido el informe destaca el plan de actuación del ayuntamiento de Barcelona. El plátano ocupa a día de hoy el 30 por ciento del espacio verde de la ciudad condal (hace escasos años llegaba hasta el 50). Sin embargo, el consistorio quiere reducir este porcentaje hasta el 10 por ciento como mucho. Se trata de equilibrar las variedades de especies de forma que se garantice la biodiversidad, entre otras cosas. «El plátano consume mucha agua además. También evitaría que cuando hay una plaga se ponga en riesgo todo el arbolado de la ciudad», dice Knobel. Bien lo saben los vecinos, que el pasado verano sufrieron una plaga de bichos provenientes de los plátanos que se les colaban por los recovecos del hogar. Una iniciativa en la que la ciudad australiana de Melbourne fue pionera estableciendo una cuota de no más del cinco por ciento para cada especie. «La flora ayuda también al mantenimiento de la fauna adaptada, como los halcones que viven en la Sagrada Familia. Se puede producir un efecto llamada para otros animales menos benévolos para el ambiente, como los jabalíes que se cuelan en la ciudad. Aunque el hecho de que lleguen hasta aquí sirve para estudiar qué está pasando en el entorno», matiza Knobel.

Jerusalén es otra de las dos ciudades estudiadas en profundidad. Y eso porque no es sólo punto de visita cultural y religioso para una parte importante de la población mundial, sino que además representa un verdadero santuario natural. La ciudad alberga 1.000 especies de plantas y animales; 738 tipos de plantas, 176 aves diferentes y 16 especies de mamíferos, entre otros. Allí se trabaja en el primer parque natural urbano de Israel, el llamado valle de las Gacelas. Una zona para la protección de grandes mamíferos en un área que iba a ser un vertedero. También destacan iniciativas como el santuario de las flores salvajes o la organización de rutas turísticas sólo dedicadas a contemplar la biodiversidad, por ejemplo, del famosísimo Monte de los Olivos.

El informe también da detalles sobre iniciativas que influyen en otras áreas del desarrollo urbano, por ejemplo, la eficiencia energética. «La ciudad de Los Ángeles sustituyó el alumbrado de túneles por ‘‘leds’’ y consiguió reducir el 63 por ciento del gasto, lo que significa 47.000 toneladas de carbono», comentaba el presidente del WWI durante la presentación del estudio.