Medio Ambiente

Las señales de alarma del cambio climático

«Las informaciones del suplemento han contribuido a alertar a los lectores sobre el futuro del planeta»

Las señales de alarma del cambio climático
Las señales de alarma del cambio climáticolarazon

«Las informaciones del suplemento han contribuido a alertar a los lectores sobre el futuro del planeta»

El cambio climático es el principal reto global al que se enfrenta la humanidad y la búsqueda de soluciones para combatirlo es una prioridad en la agenda mundial. Pero el camino recorrido para llegar a esa percepción, prácticamente unánime, por parte de los gobiernos, agencias multilaterales, empresas, instituciones financieras y la sociedad en su conjunto, ha estado lleno de dificultades y ha costado décadas de negociaciones internacionales, hasta llegar al punto de inflexión que supuso el Acuerdo de París alcanzado en 2015.

Las manifestaciones más devastadoras de los efectos del calentamiento global en forma de fenómenos meteorológicos extremos, sequías prolongadas, inundaciones, deshielo de los glaciares, pérdida de biodiversidad o su impacto en la agricultura y la seguridad alimentaria han provocado que la opinión pública aumentara progresivamente sus exigencias a la comunidad internacional para implantar soluciones globales y efectivas.

En la conformación de esa demanda social, el papel de los medios de comunicación ha resultado fundamental para vencer el escepticismo y elevar el nivel de conocimiento y de concienciación sobre la naturaleza de la actividad humana como causante del cambio climático y, en particular, de la quema de combustibles fósiles como principal responsable del aumento de la concentración de CO2 en la atmósfera.

Por eso quiero felicitar desde estas líneas al suplemento A TU SALUD VERDE, editado por el diario LA RAZÓN, por haber dado cabida en sus páginas durante sus 15 años de existencia a informaciones y análisis que han contribuido a alertar a los lectores sobre los orígenes del calentamiento global, sobre sus consecuencias para el futuro del planeta y la salud de las personas. Y quiero animar a esta publicación de referencia a que siga advirtiendo de la necesidad de no bajar la guardia ante este peligro latente y de la tarea urgente que tenemos por delante.

Porque, pese al enorme avance del compromiso de París, la senda de emisiones a la que nos llevarían las contribuciones climáticas nacionales presentadas por los países firmantes del acuerdo supondrían un aumento de la temperatura global que superaría con creces los 3ºC a final de siglo, frente a los 2ºC comprometidos.

Es tiempo de pasar a la acción sin más demora ante el riesgo creciente de que estemos perdiendo la batalla contra el calentamiento global. Según los datos publicados recientemente por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés), la Tierra suma 400 meses consecutivos (más de 33 años) con temperaturas superiores a la media de todo el siglo XX. Y de acuerdo con un informe de la Agencia Internacional de la Energía presentado en marzo, las emisiones globales de CO2 asociadas a la generación de energía alcanzaron el año pasado un máximo histórico al situarse en 32,5 gigatoneladas.

Las señales de alarma no dejan de sonar y ya ha pasado el tiempo de las declaraciones de intenciones. Conocemos las causas del problema y tenemos las soluciones; y contamos con la tecnología y los recursos para aplicarlas: la aceleración de la transición energética hacia un modelo sostenible, seguro y competitivo que sustituya la producción con fuentes contaminantes por energías limpias e intensifique la electrificación de la economía.

Hoy no existen argumentos políticos, científicos, técnicos, estratégicos o empresariales para no actuar de forma urgente y ambiciosa. Ante la insuficiencia de las actuaciones en marcha, en la última cumbre del clima de Naciones Unidas celebrada en Bonn se invitó a todos los países y otras partes interesadas, incluidos el sector empresarial, los inversores, las ciudades, las regiones y la sociedad civil, a participar en el llamado Diálogo de Talanoa, enviando propuestas en torno a tres preguntas centrales: ¿Dónde estamos? ¿A dónde queremos llegar? ¿Cómo lo conseguiremos?

La respuesta a este llamamiento enviada por Iberdrola, que resume nuestra visión y nuestro compromiso, es fruto de una trayectoria que emprendimos hace casi dos décadas cuando, tras el Protocolo de Kioto, nos sentimos concernidos ante la amenaza que suponía el calentamiento global y comprendimos que el sector eléctrico podía y debía contribuir decisivamente a evitarlo. Decidimos entonces enfocar nuestro modelo de negocio hacia la descarbonización y apostar por las energías limpias, las redes inteligentes y el almacenamiento, a los que hemos destinado unas inversiones de 95.000 millones de euros en menos de 20 años. Siendo coherentes con esa estrategia, hemos cerrado 7.500 MW de capacidad en centrales contaminantes de carbón y fuel desde 2001.

Fruto de este compromiso, Iberdrola es hoy un líder mundial en renovables, con cerca de 30.000 MW de potencia instalada, y un referente internacional en la lucha contra el cambio climático al haber conseguido que su intensidad de emisiones de CO2 sea un 32% inferior a la de sus competidores en Europa y un 72% menor que la del resto del sector eléctrico español.

Ésa es nuestra contribución sostenible, en la que seguiremos empeñados con objetivos aún más ambiciosos, para responder a un extraordinario desafío que nos atañe a todos y ante el que todos los sectores y agentes públicos y privados deben implicarse.