Endesa
Nanopartículas que evitan los incendios forestales
Cada año se vigilan cientos de kilómetros de redes eléctricas para evitar fuegos en zonas forestales. La última idea es aplicar unas enzimas que detienen el crecimiento de la vegetación de los postes sin dañar el suelo
Cada año se vigilan cientos de kilómetros de redes eléctricas para evitar fuegos en zonas forestales. La última idea es aplicar unas enzimas que detienen el crecimiento de la vegetación de los postes sin dañar el suelo
La compañía Endesa ha puesto en marcha una vez más su programa de prevención con el que intenta minimizar cada verano la probabilidad de incidentes que puedan provocar incendios o cortes de suministro. La empresa gasta más de 71 millones de euros en la tarea de vigilar y mantener los 316.500 km de red eléctrica con los que cuenta en todo el territorio. Un tercio de estas líneas, además, atraviesa terrenos o zonas forestales que precisan de una adecuada conservación de las masas de vegetación.
Este año su programa cuenta con una novedad: la aplicación de unas enzimas en las bases de los postes de la luz o torres eléctricas que impiden que la vegetación crezca en este área de manera incontrolada y así se evita la propagación de las llamas. Se trata de un programa piloto, nacido de la colaboración con los agentes rurales del parque de Montserrat y la empresa Nanosystems y que se inició hace ya un par de años en dicho parque. Aquí se llevaron a cabo unos primeros tests, totalmente inocuos para el medio ambiente, en los suelos de ocho soportes eléctricos. «Una vez vistos los buenos resultados en alguno de ellos, Endesa decidió comenzar este año una serie de pruebas en el entorno controlado de la subestación de Congost de Manresa, para estudiar la viabilidad y las condiciones idóneas de aplicación de enzimas naturales. Éstas facilitan la compactación de los primeros centímetros de suelo, reducen la absorción de agua y, así, minimizan el crecimiento de la vegetación. Para ello se han tenido en cuenta diferentes tipos de suelos, sobre todo aquellos que pueden ser más desfavorables al tratamiento, como son los suelos arenosos que se encuentran, por ejemplo, en algunas zonas de las comarcas de la Selva y el Gironès», explica Marc Coromines, ambientólogo del proyecto.
El lugar elegido para hacer la prueba de laboratorio ha sido el mencionado recinto de la subestación de Congost, donde se han diseñado 18 parcelas de 2x2 metros, con una profundidad de entre 15 y 20 cm, en función de si el suelo es nuevo o si se ha utilizado la tierra original del terreno. Allí se están realizando diferentes pruebas para garantizar el éxito de la aplicación en todo tipo de situaciones y en entornos reales, y descartar, si se da el caso, emplazamientos no viables para su uso.
Entrando en detalle, se trata de aplicar nanopartículas orgánicas que facilitan y mejoran el proceso de compactación de la tierra previamente aireada. Actúan solamente durante unas horas y se descomponen completamente en pocos días. «No se vuelven a aplicar si no quiere repetirse el proceso, y su durabilidad (el del tratamiento) es en parte lo que estamos estudiando. Prevemos que entre tres y seis años mínimo», detalla Coromines.
El éxito de la prueba piloto dependerá de tres factores: la aplicación correcta del producto (estas enzimas orgánicas hasta ahora se han utilizado para favorecer la compactación, conservación y protección de caminos contra el desgaste o la deformación...); la mezcla de diferentes porcentajes de tierras (arcilla, materia orgánica, grava y arena), y del método de compactación de éstas (rodillo vibratorio o vibro-apisonadora). «El punto fuerte de este tratamiento es que no afecta negativamente. Así, en el supuesto de aplicar estas enzimas en la base de un apoyo eléctrico que en el futuro se encontrara en desuso, la vegetación volvería a crecer simplemente arando la tierra, es decir, oxigenándola. De este modo se recuperaría su estado natural», detalla Coromines.
El empleo de enzimas viene a completar las tareas de acondicionamiento que requieren las zonas forestales y que entre otras operaciones suponen la apertura de corredores de seguridad debajo de las redes tanto de alta como de media y baja tensión para minimizar el riesgo de expansión de una posible llama y evitar incidencias en el suministro.
También se realizan termografías desde helicópteros, que sirven para revisar los más de 6.900 km de líneas de media y alta tensión y unos 20.000 apoyos aproximadamente. De esta forma se puede registrar la vegetación cercana a las líneas eléctricas y mejorar la planificación de los trabajos de poda. Los drones, equipados con cámaras de alta resolución, se ocupan desde hace más de un lustro a las labores de observación y vigilancia y desde el año 2017 se ha incorporado la tecnología Lidar, que combina tecnología GPS con sensores láser. De esta manera, se pueden dibujar mapas tridimensionales de las masas forestales en torno a las líneas eléctricas. Además, permite conocer el nivel de tensión de las líneas o realizar estudios de crecimiento de la vegetación.
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