Seguridad alimentaria
Pescado bien etiquetado, una forma de diferenciarse
Los establecimientos Abad y Almazán informan sobre la zona de captura o el arte de pesca empleado en el género que comercializan. Y es que a pesar de la obligatoriedad de etiquetar el pescado todavía quedan pescaderías en las que sólo se informa del precio
Los establecimientos Abad y Almazán informan sobre la zona de captura o el arte de pesca empleado en el género que comercializan. Y es que a pesar de la obligatoriedad de etiquetar el pescado todavía quedan pescaderías en las que sólo se informa del precio
La vida diaria del consumidor responsable no siempre es fácil. Por diferentes motivos, como una limitada oferta de productos sostenibles en su entorno o porque a menudo sus precios son más altos. Y, también, porque la información en el punto de venta a veces escasea y dificulta su elección.
Es el caso del pescado. En concreto en el pescado fresco, la información que debe figurar en la etiqueta son: nombre común y científico, precio, zona de captura o cultivo, método de producción y presentación, arte de pesca y duración. Esto es así desde 2014, en que se hizo obligatorio que las etiquetas que se ponen en las pescaderías incluyan más información que el precio y el nombre de la especie, para que los consumidores «puedan elegir con conocimiento de causa, acerca de, entre otras cosas, el origen y el método de producción de los productos», como se expresa en el Reglamento 1379/2013 del Parlamento Europeo y del Consejo, que establece la organización común de mercados de los productos de la pesca y de la acuicultura.
A pesar de la obligatoriedad de incluir esa información, todavía quedan pescaderías en las que la etiqueta solo informa del precio. No es el caso de los establecimientos Abad y Almazán. Francisco y José Manuel Abad pertenecen a la segunda generación familiar de pescaderías en Madrid: «Ahora la posibilidad de dar toda la información al cliente es total,–explica Francisco–. Porque al comprar en Mercamadrid, por ejemplo, el género tiene toda la documentación, que ya les viene a ellos desde las lonjas. E incluso te la pueden enviar al móvil. Se ha avanzado mucho gracias a los sistemas de información. Nosotros compramos sobre todo a mayoristas que están adheridos a ellos y podemos tener toda la trazabilidad del género, y, sí, etiquetamos cada producto con su pegatina con toda la información».
El público ahora «va siendo más selectivo, se nota. Quieren saber de dónde es una pescadilla; te preguntan por lo que compran, en definitiva. Y yo pienso que no hay que engañar, ni intentarlo, a tu clientela». Él, a su vez, compra a proveedores en los que confía. «Por ejemplo, el atún rojo, es de un proveedor, Balfego, que trabaja muy bien en sostenibilidad y aporta toda la documentación perfectamente». En su pescadería, ya ha conocido antes el efecto de las campañas informativas en el público, «por ejemplo, con quella de los “pezqueñines”, que la gente no los compraba».
Manuel Almazán, tiene su pescadería en Soria hace 16 años y recuerda cómo «desde unos ocho años para acá ha habido una enorme evolución en la reglamentación y mucha más exigencia sobre cómo debe ser trasladada la información a los clientes. Ha cambiado mucho el etiquetado, pero en mi opinión se le podría dar una vuelta más. Claro que da trabajo al pescadero, pero merece la pena, porque es bueno catalogar el pescado y demostrar que el pescado que tienes es el que es».
Él, por su parte, se ha tomado la molestia de ampliar esa información disponible para sus clientes y ha elaborado unos carteles «con un mapa informativo sobre las zonas de pesca y otro sobre las artes. Porque hay que dar confianza sobre el producto y porque no son lo mismo ni unas zonas que otras, ni unas artes que otras». De hecho, tiene clientes «que no quieren pescado de China o de Japón, o que prefieren producto nacional. La gente se informa. Y yo también sé qué caladeros tienen problemas de sobrepesca, porque corremos el riesgo de quedarnos sin pescado. Por eso hay días que no tengo según qué cosas. Porque el mar da lo que da».
Proveedores
Por su parte, el pide el género «a cuatro mayoristas y a dos o tres pequeños. Tengo un proveedor, por ejemplo, de Vigo, que me envía pescado del día, de pesca artesanal»; prácticamente siempre son los mismos «soy fiel a mis proveedores y a un estilo de compra, por eso no me cuesta mucho trabajo poner la información en las 30 referencias que suelo tener. Casi siempre de las mismas especies y de las mismas zonas de pesca». Con unas etiquetas que, por cierto, se ha diseñado él y contienen toda la información. En todo caso «siempre pregunto de dónde es la pesca, porque hay zonas de las que no compro; incluso de qué barco, porque, con la trazabilidad, se puede saber también y hay algunos que ya sé cómo trabajan y me gustan más. Y el arte; que, por ejemplo, pescadilla de arrastre no traigo».
APP PARA COMPRAR
Volanta, nasa, trasmallo, enmalle, cerco... distinguir unas artes de pesca de otras; unas zonas FAO –áreas pesqueras en los que dividió mares y océanos la Organización de las Naciones Unidad para la Alimentación y la Agricultura, (FAO, en sus siglas en inglés)– de otras y, además, conocer las especies. Casi nada para un consumidor medio, por más interés que tenga en comprar pescado sin pedirle de más al planeta.
Para facilitar las cosas varias ONG ambientales, como Ecologistas en Acción, Greenpeace y WWF, ofrecen en sus páginas web guías y publicaciones para el consumo responsable de pescado con exhaustiva información. Para un uso práctico existe también una aplicación para móvil, desarrollada por WWF, en la que se puede consultar sobre la marcha, ante el mostrador de la pescadería, por ejemplo, toda la información sobre las especies que se comercializan en España, estado de sus pesquerías, zonas de pesca y, por supuesto, artes.
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