Medio Ambiente
Sobrepesca, el factor que más amenaza al mar Mediterránreo
El último informe del IPCC ha sido contundente: el cambio climático subirá el nivel del mar un metro para 2100. La acidificación del agua también pone en peligro al 60% de los caladeros, especialmente en el Mare Nostrum, donde el 80% de las especies ya están sobreexplotadas
El último informe del IPCC ha sido contundente: el cambio climático subirá el nivel del mar un metro para 2100. La acidificación del agua también pone en peligro al 60% de los caladeros, especialmente en el Mare Nostrum, donde el 80% de las especies ya están sobreexplotadas
“Se pone la carnaza y se lanza la nasa al fondo. Ahí se queda hasta seis horas y luego se recoge con la quisquilla que se ha quedado dentro. Cuando la carnaza se acaba o con el movimiento al recoger la red, la quisquilla se sale”, explica Carlos, pescador de quisquilla de Motril (Granada), mientras lanza al agua esta red de pesca que para los neófitos recuerda a una cesta de mimbre.
Un barco como el suyo, cargado con entre 500-660 nasas, puede capturar un día bueno, y tras jornadas maratonianas, alrededor de 90 kilos de este pequeño crustáceo. Las normativas europeas consienten hasta mil nasasa bordo, pero lo establecen como medida técnica y no como cuota a no sobrepasar. Sin embargo, la mayoría de los pesqueros aquí trabajan con la mitad de lo permitido. En esta zona hay 12 barcos, entre Motril, Roquetas de Mar, Carboneras, que se dedican a este arte de pesca menor (también los hay, aunque muchos menos, los que se dedican a pescar esta y otras especies en arrastre). Recogen los crustáceos de entre las montañas submarinas, donde viven la mayor parte del tiempo gracias a las corrientes frías. Estos meses, con el mar tan caliente y sin apenas temporales, la pesca se resiente y los precios de venta final se disparan. De media un kilo de quisquilla ronda los 30-40 euros, pero ha llegado a superar los cien euros.
Esta pesquería está integrada en el proyecto Medfish, un programa que lanzaron en 2015 y en colaboración la organización conservacionista WWF y la ONG internacional Marine Stewardship Council (MSC). Esta última trabaja desde 1997 por fomentar la sostenibilidad en las pesquerías y está detrás del sello azul de pesca sostenible.
En esta fase del proyecto, y hasta 2020, están trabajando con cinco pesquerías, tres españolas y otras dos francesas: desde el pulpo con nasa a la pesquería de boquerón y sardina capturados por embarcaciones de cerco de la provincia de Castellón, etc. Se ha realizado un mapeo de las pesquerías mediterráneas de ambos países y se ha completado un diagnóstico de la sostenibilidad de una selección de 14 pesquerías. “Los datos preliminares de Francia y España concluyen que más de la mitad de las pesquerías tienen debilidades”, afirma Julio Agujetas, responsable del proyecto en España.
La cofradía de pescadores de Motril es una de las que está utilizando el estándar de certificación de MSC como herramienta para evaluar el estado del stock y hacer mejoras en aras de asegurar la pesca en el futuro. “El problema que tenemos ahora mismo es que no sabemos cómo están las poblaciones. Tampoco se ha establecido una talla mínima por normativa. ¿Cómo podemos gestionar un recurso si no sabemos cómo está? Si se agota el recurso toda la gente que vive de la pesca se quedará sin trabajo”, explica Inmaculada Carrasco, bióloga de la cofradía local.
Carrasco enfatiza que la pesquería con nasa de quisquilla está lejos de la pesca sostenible, incluso de un hipotético sello como el de MSC (bastante exigente), pero la herramienta les está empezando a encauzar por el camino de la sosteniblidad y la supervivencia futura. “En Motril desde 2006 ha caído la flota en picado. Se perdió el 60% de la misma y de nueve millones de euros de facturación se pasó a los tres. La economía de este puerto ha sido básicamente pesquera desde 1902. Nosotros somos historia, una de las profesiones más antiguas que hay en el mundo. Ahora estamos como estamos, con los ecosistemas gravemente dañados, también por la contaminación de las aguas. Tenemos que buscar un equilibrio para sobrevivir. Me dolería perder un barco más, porque ya hemos perdido bastante”, dice Ignacio López, patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Motril.
El Mediterráneo es uno de los mares más sobreexplotados del mundo, entre otras cosas porque, como le pasa a la quisquilla, no existen cuotas máximas de pesca para la mayoría de las especies. Si “el 33,5% de las especies de pescado en el mundo están sobreexplotados, en el Mediterráneo se calcula que esta cifra alcanza el 80%”, dice Agujetas. Uno de los problemas que señalan las ong’s conservacionistas como Oceana es precisamente el hecho de que en el Mediterráneo no existan límites de captura basados en indicadores científicos más que para escasas especies como el atún rojo o el pez espada. “Para finales de año Europa tiene que decidir si aprueba un Plan de Gestión para el Mediterráneo Occidental en el que se establezcan cuotas de esfuerzo, es decir un cómputo de horas y días en los que cada flota pueda faenar»” explica Pilar Marín, científica marina de Oceana.
“La sobrepesca es uno de los impulsores no climáticos más importantes que afectan la sostenibilidad de la pesca”, advertía el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) hace apenas unos días. En este informe especial sobre el Océano y la Criosfera, la entidad de la ONU pronostica una subida de los océanos de hasta un metro de altura para finales de siglo, lo que afectaría a más de 680 millones de personas. Y alerta de que el océano ha absorbido cerca del 30% de las emisiones de dióxido de carbono provocadas por el hombre desde los años 80. Esto está generando la acidificación del mar. “La absorción de carbono desembocará en una pérdida de hasta un 60% de las especies pesqueras estudiadas, particularmente las especies tropicales y subtropicales”.
La pesca sostenible se hace más que nunca inevitable. Opinan así organizaciones como SEO/Birdlife, Oceana o Ecologistas, quienes se reunían ayer precisamente de cara a las nuevas negociaciones sobre pesca que van a tener lugar en Bruselas. Aunque se trata de una reunión anual, este año es especialmente sensible porque la Política Pesquera Común establece un compromiso legalmente vinculante para poner fin a la sobrepesca en 2020.
“El Plan de Gestión establece 2025 como fecha límite para alcanzar el rendimiento máximo sostenible de la pesca. Eso supone retrasar cinco años la gestión de la sobrepesca”, advierte Marín, quien recuerda que para 2020 también se quería proteger el 10% de las áreas marinas del mundo. Las ONG llevan tiempo pidiendo un objetivo más ambicioso y que se proteja el 30% del hábitat en 2030. Tampoco hay que olvidar otro de los problemas al que se enfrenta al mare nostrum: la contaminación. “Todo lo que llega de tierra por diferentes vías tienen gran repercusión y se magnifican en este mar cerrado”, dice Marín. La Comisión multó a España hace un año por falta de depuración y el estado ya ha tenido que abonar más de 20.000 millones de euros por ello.
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