Medio Ambiente

Sólo al 38,5% de especies de aves de España les vendría bien el cambio climático

Demuestran por primera vez que las poblaciones de aves comunes sufren los mismos patrones en Europa y en Estados Unidos. Aunque en España son más las especies desfavorecidas, a nivel global la situación cambia

Sólo al 38,5% de especies de aves de España les vendría bien el cambio climático
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Demuestran por primera vez que las poblaciones de aves comunes sufren los mismos patrones en Europa y en Estados Unidos. Aunque en España son más las especies desfavorecidas, a nivel global la situación cambia

Existen múltiples evidencias que señalan al cambio climático como la principal amenaza que se cierne sobre la biodiversidad. Pero como sucede con diferentes especies, el cambio climático puede afectar para bien o para mal a una determinada especie o a una población según su hábitat. Esta semana, la revista científica «Science» ha publicado un estudio, liderado por la Universidad de Durham, en Reino Unido, y en el que ha participado la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife), queha analizado las tendencias poblacionales de 380 aves comunes reproductoras en Estados Unidos y otras 145 de Europa durante 30 años. Aunque pareciese constatado, lo cierto es que se trata de la primera vez que se demuestra que el clima está teniendo una influencia similar a gran escala sobre la abundancia de las aves comunes en partes muy distantes del planeta, según los autores del estudio.

Por zonas

En el caso concreto de España, han estudiado 96 especies y de ellas, 59 (más de 61 por ciento) pueden verse afectadas negativamente y 37 que podrían resultar favorecidas. Es decir, que únicamente al 38,5 por ciento de especies le vendría bien este fenómeno. Se trata, por ejemplo, del agateador europeo, el petirrojo europeo (se estima que hay unos 9,9 millones de ejemplares en España) o el pico picapinos (con unos 702.000 ejemplares en nuestro país, repartidos sobre todo por Castilla y León, Aragón, Andalucía y Cataluña, donde habita el 73 por ciento de la población de esta especie).

En cambio, les afectaría negativamente al escribano cerillo (hay unos 634.000 ejemplares en España y de ellos el 77 por ciento se concentran en Castilla y León), la collalba gris (con 2.420.000 ejemplares aproximadamente en nuestro país) o a la curruca rabilarga (que aunque tenga 1.320.000 ejemplares su población es un 52,3 por ciento menor que en 1998). La explicación es su preferencia por áreas más frías o más cálidas.

«Pero hay más factores que les afectan. El cambio climático es uno de ellos. Así, por ejemplo al agateador, que es un ave forestal, está también siendo favorecido porque la masa forestal está aumentando en España por el abandono de zonas agrícolas», explica Virginia Escandell, técnico de SEO/BirdLife y coautora de la investigación. Pero a nivel mundial, el estudio hace hincapié en que los otros factores a tener en cuenta sería la pérdida de hábitat y la intensificación de la agricultura.

Diferencias

La investigación parte de la premisa de que el cambio climático no afecta por igual a todas las especies. Sin embargo, tras calcular el índice de impacto climático sobre todas las especies analizadas durante 30 años, los investigadores comprobaron que las poblaciones aumentan o disminuyen más de lo que cabría esperar en condiciones normales. Entre las especies que muestran efectos más pronunciados por el cambio climático son aquellas especies habituales en bosques y jardines. No obstante, resulta curioso que mientras en España un porcentaje mayor de especies de aves se ven afectadas negativamente, una de las conclusiones del estudio es que las poblaciones que se esperaba que les viniera bien el cambio climático habían superado considerablemente a las que se esperaba que les fuese mal.

De hecho, en el caso del pico picapinos, aunque en España y en otros cinco países más esté calificado como desfavorecido por el cambio climático, «está clasificado como favorecido en 12 países de Europa», precisa Escandell. El estudio fue financiado en parte por la Real Sociedad para la Protección de las Aves (RSPB), la Agencia Europea del Medio Ambiente, la Comisión Europea y la Universidad de Durham Grevillea Trust. La recogida y análisis de datos subyacente se financió a través de una amplia variedad de fuentes, y el estudio fue posible gracias a la participación de miles de voluntarios.