Medio Ambiente

SOS urogallo cantábrico

Su situación recuerda la que tiempo atrás vivió el lince ibérico. La gestión forestal y la reducción de amenazas hechas persigue revertir su situación. La cría en cautividad no está dando aún los resultados esperados, pero en ella podría estar la clave de su recuperación

SOS urogallo cantábrico
SOS urogallo cantábricolarazon

Su situación recuerda la que tiempo atrás vivió el lince ibérico. La gestión forestal y la reducción de amenazas hechas persigue revertir su situación

El urogallo cantábrico (Tetrao urogallus cantabricus) se encuentra en una situación más que preocupante. Ha desaparecido del 70% de los enclaves que ocupaba hace apenas tres décadas. El último censo cifra en 200 el número de ejemplares macho que quedan en los bosques de la Cordillera Cantábrica, su único reducto. En otoño próximo se va a realizar un nuevo censo, que permitirá precisar su situación límite. Porque en principio todo apunta a que arrojará datos aún si cabe más preocupantes de una especie en peligro de extinción. Las causas de su declive actual se desconocen. En otro tiempo se debió a la presión de la caza (hoy prohibida) ejercida sobre esta especie durante décadas. Hoy los expertos temen que sea por el cambio climático, así como la pérdida de hábitat favorable, la fragmentación de la población, la competencia con otros herbívoros, la colisión con tendidos eléctricos no señalizados, etcétera.

Con el fin de mejorar la situación de esta especie, arrancó en octubre de 2010 el proyecto LIFE+Urogallo cantábrico. El proyecto, coordinado por la Fundación Biodiversidad, dependiente del Ministerio de Agricultura, «cuenta con 5,9 millones de euros de presupuesto, cofinanciados en un 50% por la UE a través de los fondos LIFE+», explicó Ignacio Torres, subdirector técnico de la entidad. Las medidas llevadas a cabo van desde la gestión del hábitat, hasta la reducción de amenazas naturales y no naturales, medidas de sensibilización, etc. con el objetivo de revertir la situación de este testigo de la última glaciación en la Península Ibérica.

En diciembre de este año concluirá el proyecto. Y no se vislumbra, en principio, pedir otro LIFE+, ya que las comunidades autónomas por el momento no lo han solicitado. Si bien la cría en cautividad continuará con el fin de poder mejorar algún día las poblaciones.

Los problemas y las dificultades a las que se están enfrentando en el centro de Sobrescobio (Asturias), recuerdan los inicios de otras especies, tal y como sucedió con la cría en cautividad del lince ibérico. Desde su puesta en marcha en 2009, se han hecho dos sueltas. La última suelta tuvo lugar en un cantadero (punto de referencia en el que los machos efectúan sus exhibiciones de celo en primavera) de la provincia de León. Se liberó a dos hembras de cuatro años con radiotransmisores para su seguimiento. A los dos días, el sensor de mortalidad de una de ellas se activó. Estaba a un kilómetro del lugar de suelta. Y murió seguramente por ser depredada. La segunda hembra continúa viva, adentrándose en el mundo silvestres con todas las esperanzas y expectativas puestas sobre ella. Y es que en octubre de 2014 se liberaron a otras tres hembras en la Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) Picos de Europa en Castilla y León, y las tres fallecieron. Es decir, de los cinco ejemplares soltados bien de forma directa o haciéndolas permanecer ocho días en un parque de presuelta, cuatro han muerto.

Con estos datos todas las precauciones son pocas, máxime teniendo en cuenta que sólo quedan 200 machos en libertad. Pero es lo que tiene el aprendizaje. Hasta dar con la clave parece que todo son malas noticias. Pero también se han logrado pasos de «gigante», como lograr que por primera vez una hembra ponga los seis huevos juntos. Puede parecer un asunto baladí, pero así es como ponen las hembras los huevos en estado silvestre. Y «hasta este año, no se había conseguido. Antes, por no estar cómodas, no los ponían juntos o los ponían en sitios que se rompían», explica Ramón Balsera, veterinario del citado centro de cría. El siguiente reto es lograr que la mayoría incube de forma natural y si no es posible incubar los huevos a la temperatura idónea con el fin de que mejorar la estadística: «de cada diez huevos puestos sacamos un huevo adelante», explica Balsera. «Ése es el problema que estamos intentando mejorar. Para esta temporada se llamó a Juan Manuel Blanco que es el primero que consiguió la cría en cautividad del águila imperial. También se va a probar a cambiar la temperatura de la incubadora. Hasta ahora se incubaba a 37,6ºC y este año se va a hacer a 37,4ºC», precisa el veterinario, que recuerda que en Asturias hay 14 ejemplares en cautividad, nueve hembras y cinco machos y una sola hembra en Cantabria.

Respecto a la supervivencia para la suelta, es quizá uno de los aspectos más complicados. «Los individuos que nacen en mayor-junio se sueltan en octubre para que tengan un tamaño adulto pero sin que haya pasado demasiado tiempo para evitar que tengan conductas aprendidas de cautividad. En las dos sueltas se adaptaron bien, tenían buena capacidad de vuelo, pero como no permanecen estables en un territorio, se mueven mucho, tienen mayor posibilidad de ser predadas. Además, son bastante individuales, nada gregarias. Si sueltas a una hembra de perdiz y se une a un macho silvestre éste va a enseñar a la hembra doméstica qué hacer, con el urogallo cantábrico sucede lo contrario. Cada uno va a su aire y es difícil enseñarles un aprendizaje para que vivan en el medio silvestre», reconoce.

Pero a medida que los veterinarios e investigadores vayan aprendiendo y poniendo en marcha mejores técnicas se espera que algún día esta opción ayude a la recuperación de esta especie. Su siguiente meta será la congelación del esperma. «Sería interesante para que las gallinas se pudieran reproducir. Pensaba que se iba a poder hacer el año que viene, pero se necesitan ejemplares mansos. Y no lo son. Los de cautividad tampoco».

Paralelamente, las medidas llevadas a cabo a través del proyecto LIFE+ permitirán mejorar el hábitat de las poblaciones silvestres, así cómo incrementar la probabilidad de que los ejemplares soltados se adapten al estado salvaje.

En este sentido, se han realizado clareos en el monte y desbroces selectivos de matorral para favorecer el desarrollo del arándano, alimento predilecto de este ave. Asimismo, como el urogallo compite con el ciervo en la búsqueda de arándaneras y acebedas, en el marco de este proyecto tras constatar el efecto del ciervo sobre el arándano mediante cercados vallados y no vallados, se ha producido a reducir la densidad de ciervo, cumpliendo los cupos previstos en los planes de caza.

«Las arandaneras se consideran el alimento clave para el urogallo, que come su fruto, sus hojas y el tallo. Ahí compite con el ciervo, cuya población subió en los últimos años en exceso máxime teniendo en cuenta que es un animal de 150 kg que como todo el día y que también come acebo. Además, la población de insectos que viven en los arándanos es la dieta principal del pollo de urogallo que necesita mucha proteína para crecer. Y no sólo, el arándano le sirve de lugar de protección, para pasar desapercibido frente a depredadores», explica Luis Robles, coordinador del proyecto LIFE+ de la Fundación Biodiversidad.

También se han reducido las amenazas no naturales. Para ello, se han retirado o señalizado 57 km de vallados peligrosos y se ha reducido hasta en cuatro veces los decibelios (dB) de la subestación eléctrica situada en el Puerto de Panderruedas, en el Collado de la Vieja, y también el riesgo de electrocución.

Los resultados hablan por sí solos. «Según el estudio llevado a cabo por la Universidad de Valladolid, el 72% de las zonas analizadas se ha conseguido un incremento del arándano, en el 24% hay que esperar más tiempo para ver lo conseguido y en un 4% no se consiguió el objetivo», afirma Torres.

Desde Promover la polinización hasta reducir el ruido

Desde 2010, y dentro del proyecto LIFE+ Urogallo cantábrico, se han realizado clareos y desbroces en 453 hectáreas y en lo que queda de año se actuará sobre 15,64 hectáreas de arbolado y 53,69 de desbroce de matorral con el fin de favorecer el desarrollo del arándano y otras especies de su interés. También se ha controlado a los potenciales depredadores en aquellas áreas donde habita. Respecto a las amenazas no naturales, como los vallados y alambradas,se han eliminado o señalizado, y se ha reducido el ruido en estaciones eléctricas. También se ha colaborado para promover la polinización de las arandaneras mediante cuatro unidades de abejas móviles, algo clave, ya que la floración en esta zona es corta, desde mayo hasta principios de agosto dadas las bajas temperaturas que se registran en la cordillera Cantábrica.