Distribución
Vuelve el transporte en velero
Empresas como «Wind transport» mueven mercancía entre las costas de América y varios países europeos valiéndose sólo de la fuerza del viento. Para ello, alquilan viejos barcos en desuso. Los próximos meses quieren añadir un nuevo puerto de atraque en la Península Ibérica
Empresas como «Wind transport» mueven mercancía entre las costas de América y varios países europeos valiéndose sólo de la fuerza del viento. Para ello, alquilan viejos barcos en desuso.
Un reciente seminario internacional sobre las formas de propulsión más verdes, reunió a expertos del mundo naval para debatir y comprender cómo dibujar un futuro más verde para el comercio por mar. El transporte por barco ocupa la tercera posición de los sectores con mayores emisiones de CO2. Y esto es así, porque aunque lo ignoremos, el 90 por ciento de los bienes de uso común, desde la ropa a la comida, llega a nuestras casas a través de enormes buques contenedores.
Una de las exposiciones versaba sobre las Islas Fiji. Este archipiélago, compuesto nada menos que por 25.000 islas, necesita inexorablemente del transporte por mar para garantizar su supervivencia. A día de hoy, o más bien del seminario de 2015, el cien por cien de los traslados de bienes se realiza con barcos que utilizan petróleo para moverse. Sin embargo, alertaba un experto, este tipo de propulsión llegó a las islas recientemente con la colonización británica, y acabó con una centenaria tradición de transporte en velero. Y lo más importante: el petróleo supone el 80 por ciento del gasto para los armadores.
Aunque pensar en veleros parezca cosa del pasado y esté más ligada a imágenes de piratas y corsarios para parte de las actuales generaciones, más si son de secano, lo cierto es que no hace tanto que se renunció al viento para mover mercancía en el mar. Los intentos más serios de máquinas de vapor para propulsar barcos datan del siglo XIX. En la década de 1830, la flota mercante inglesa contaba con unos 500 barcos que se movían gracias a estas máquinas alimentadas con carbón. Varias mejoras en los sistemas de propulsión hicieron que el consumo con esa materia prima dejara de ser tan intensivo y más eficiente y amarraron en puerto indefinidamente a los veleros. Había llegado el momento de independizarse de los caprichos del viento para entrar o salir de los puertos y para alcanzar una velocidad óptima de crucero. Eso sí, cuando el dios Eolo acompañaba, los lipper ingleses superaban los 17 nudos de velocidad punta. La economía del petróleo, los nuevos diseños que permitían cargar gran tonelaje y los sistemas de refrigeración a bordo para la conservación de productos perecederos inclinaron la balanza a favor de los buques contenedores ya en el siglo XX.
Pues bien, aunque parezca cosa del pasado, el transporte con velero tradicional se ha hecho de nuevo un hueco en el mercado. Como en los viejos tiempos, en los que se transportaba tabaco y café a través del Atlántico, el equipo de Wind Transport ha puesto a disposición de sus clientes las grandes rutas del viento. Desde 2011 alquilan antiguos veleros (porque como dicen, no son armadores) para poner en contacto a empresas de productos ecológicos y de gran calidad, a los que les faltaba contar con una ruta de transporte igual de verde, con restaurantes y tiendas gourmet. Empezaron cubriendo la ruta entre Francia e Inglaterra a bordo de un barco de bandera holandesa y ahora realizan cargas entre nuevos puntos de ambos países; dan servicio trasatlántico y está a punto de ampliar puertos de amarre en la península ibérica, en España y Portugal. Lo que empezó tímidamente, en 2015 se ha convertido en una actividad que cuenta con cinco barcos grandes y realiza unas cinco rutas anuales. Sólo este último año con sus servicios, unas 150 toneladas han abandonado las rutas contaminantes habituales ahorrando a la atmósfera entre 55 y 60 toneladas de CO2. Transportan chocolate, ron añejo de la República Dominicana, café y productos no perecederos. Incluso se han encontrado con la sorpresa de que algunos productos, como el vino orgánico, mejoran tras pasar por las bodegas del velero. «Uno de nuestro buques es del año 1934 de origen francés, aunque ha sido renovado en 2012. Otro de ellos, de bandera inglesa, es la réplica de un original de 1716. Nos aprovechamos de la tecnología que ya existe y de las rutas del viento, que al contrario del petróleo siempre van a estar ahí», detalla Guillaume Le Grand, fundador de la compañía.
La velocidad de transporte no es un problema, ya que las normativas ambientales han obligado a los armadores ha limitar los nudos a los que viajan sus buques para contaminar menos. Los veleros de Wind Transport alcanzan los 11-12 nudos, igualando a los grandes buques de contenedores actuales. Sin embargo, la vuelta al transporte con vela tiene algunas limitaciones. Una de ellas es el peso. «Los veleros sirven para cantidades entre los 1.500-2000 TEU (un TEU es la capacidad de carga de un contenedor de seis metros). Es imposible construir un mástil que soporte más peso», explica Volver Rosenkranz, director del proyecto europeo de barcos híbridos Cargoexpress. Otra limitación es, sin duda, el tipo de carga. Las frutas, pescados frescos e incluso las flores que llegan hasta el continente provenientes de África, necesitan de grandes refrigeradores que los conservan durante el tiempo de travesía. Algo que supondría un consumo y un peso extra para los veleros. Además, no hay que olvidar que éstos necesitan siempre de un motor complementario para salir o entrar del puerto o cuando no hay rastro de viento.
Uno de los clientes de estas nuevas rutas libres de emisiones ha sido el restaurante Noma de Copenhague, actualmente cerrado y nombrado tres años seguidos mejor restaurante del mundo. Hasta allí ha llegado algún que otro cargamento de vino a bordo del Tres Hombres, un velero de 32 metros construido en Alemania en 1943. La compañía encargada de devolver a las aguas este velero es Fairtransport, fundada hace un lustro por tres amigos de Holanda.
Un detalle más del incipiente mercado que se está abriendo es el hecho de que la empresa Wind Transport haya conseguido recientemente financiación europea para el desarrollo de un nuevo navío a vela, que integrará tecnología renovable y será el primero de su propiedad. Se está empezando su diseño en colaboración con la Agencia Francesa de Protección del Medio Ambiente y supondrá rebajar aún más el coste de transporte. Un detalle que no representa un problema ya que, según reconoce el equipo, el sobrecoste de la vela es marginal. «Si un paquete de café se vende por cuatro euros, la cantidad destinada a los gastos de transporte en container es de un céntimo; en nuestro caso supone 20 céntimos», afirma Guillaume Le Grand, socio fundador de la empresa francesa. Con la ayuda de paneles fotovoltaicos e hidrogeneradores esperan conseguir un reducción del 70 por ciento de emisiones respecto a los actuales buques.
Son malos tiempos para pensar en verde por el bajo precio del petróleo. Sin embargo, los expertos creen que esto es temporal; al fin y al cabo las reservas del oro negro no son eternas. Además, el cambio climático exige medidas ya definidas en diferentes estrategias y políticas de emisiones de la Unión Europea o de la Organización Marítima Internacional, entre otras. Como reconoce la misma organización, reducir entre un 25 y un 75 por ciento las emisiones es algo que está al alcance, mientras que de no hacer nada, en las próximas décadas el transporte marítimo puede llegar a triplicar el CO2 en la atmósfera. El de la compañía francesa no es el único proyecto de barco híbrido en el horizonte. Por ejemplo Cargo express es uno de esas ideas que se han quedado encima de la mesa esperando financiación pero con todos los cálculos medioambientales hechos. También Fairtransport tiene su propio diseño, el Ecoliner, un carguero de 130 metros y capacidad de transporte de hasta 8.000 toneladas, que ahorraría según los cálculos un 35 por ciento del consumo. Además, como recuerda Rosenkranz, otra ventaja adicional de las nuevas tecnologías, es la automatización, que supondría un ahorro de personal. No hay que olvidar que en los viejos veleros había que embarcar hasta 250 tripulantes.
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