Alimentación
5 cosas que debes saber sobre las calorías
Optar por alimentos light, comer menos o incluso evitar determinados platos son algunas de las prácticas habituales de quienes hacen dieta. Pero estas estrategias no son siempre acertadas.
Optar por alimentos light, comer menos o incluso evitar determinados platos son algunas de las prácticas habituales de quienes hacen dieta. Pero estas estrategias no son siempre acertadas.
Pese a que algunas aplicaciones han puesto de moda contar las calorías que comemos a lo largo del día, los principales expertos en nutrición consideran que se trata de una estrategia equivocada. Las calorías no nos dicen si los alimentos resultan saludables (o no), y no es lo mismo las calorías de unos u otros. En realidad, se puede adelgazar sin estar tan pendientes de los números. Deja de contar calorías y toma nota de estos consejos.
1. ¿Para qué sirven las calorías? “Simplemente miden la energía que aportan los alimentos, pero no indican si estos son o no son sanos”, advierte el dietista-nutricionista Aitor Sánchez, quien dedica un capítulo de su libro –Mi dieta cojea. Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer (Paidós)– a este tema. “La gente no come números, come alimentos”, precisa Sánchez tras indicar que no es lo mismo ingerir 100 calorías procedentes de brócoli que tomar 100 a partir de galletas chocolateadas. Tal vez por este motivo, los dietistas-nutricionistas recomiendan no obsesionarse con las calorías por el riesgo de que los árboles no nos dejen ver el bosque: al final de lo que se trata es de comer bien y de no perder el tiempo contando si en un día comemos en total 573 gramos de comida o 2.137 calorías, ya que se trata de datos más complejos que solo puede interpretar como es debido un experto.
2. ¿Freír o hervir? Hasta 500 de diferencia. Según la manera de cocinarlo, un mismo alimento puede suministrar una cantidad muy distinta de calorías. El ejemplo que pone el pediatra Carlos Casabona en Tú eliges lo que comes (Paidós) son las patatas. Así, las patatas chips empaquetadas contienen hasta 540 calorías por cada 100 gramos de producto. En cambio, las típicas patatas que compramos congeladas y troceadas para freírlas luego en casa o que ofrecen las cadenas de comida rápida aportan unas 350 calorías por cada 100 gramos. Esas mismas patatas cortadas en trozos más grandes (las típicas patatas bravas) reportan 250 calorías, ya que absorben algo menos de aceite, aunque a esta cantidad hay que sumarle las calorías de la salsa. Sin embargo, si se trata de cuidar la línea, lo mejor es cocinar las patatas al horno –145 calorías–, en puré –100 calorías– o, todavía mejor, hervidas –70 calorías–. Vale la pena alejarse de los fritos.
3. ¿Las mujeres han de comer menos? En efecto. Aunque mujeres y hombres necesitamos los mismos nutrientes para alimentarnos adecuadamente, en general las mujeres precisan ingerir menos cantidad de comida globalmente, por tener más grasa corporal (por razones reproductivas) y menos músculo (cuanto más masa muscular tiene una persona, más calorías quema en reposo). Este dato es interesante a la hora de servir los platos en una comida familiar. “Por decirlo de una manera gráfica, estaríamos hablando de que el plato de una mujer debería de ser, aproximadamente, un tercio más pequeño que el de un hombre”, ha señalado en alguna ocasión en relación a este tema Susana Monereo, jefa del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid y secretaria general de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad. “También los niños, a igualdad de edad y de talla, tienen un metabolismo basal un poquito más alto que el de las niñas, por lo que también ellas deberían comer menos”, añade Casabona.
4. Ojo con los productos ‘light’. Quienes se exceden con las calorías suelen tener la tentación de recurrir a los productos light, cuyo contenido energético es un 30% inferior al de las versiones más energéticas de esos mismos alimentos. Pero, claro, eso no significa que los productos light no engorden, sino que lo hacen menos. Por explicarlo con un ejemplo muy gráfico, la leche condensada light tiene un 30% menos de calorías que la normal, pero aún así sigue siendo un producto muy energético, al igual que la mayor parte de los alimentos que dan lugar a las versiones light (mahonesas, mermeladas, salchichas de frankfurt, quesos cremosos, etc.) Es más, diversas investigaciones han observado que algunas personas acaban ganando peso tras consumir este tipo de productos. “Aunque resulte una paradoja, las personas que toman productos light subestiman las calorías que contienen y, a lo largo del día consumen más calorías que las personas que no los toman”, advierte Aitor Sánchez (quien también impulsa el blog Mi dieta cojea) tras apuntar una posible razón: los productos light no producen sensación de saciedad.
5. A la larga, lo barato salo caro. El pediatra Carlos Casabona recuerda que en los años 60 y 70 en la despensa de cualquier casa había cestos repletos de frutas y verduras, pues su compra era muy económica. En la actualidad, en cambio, las ciruelas, tomates, alcachofas y manzanas resultan mucho más caras que entonces, a diferencia de los productos procesados que, en comparación, son muchísimo más asequibles. “Esto ha acabado resultando un problema muy serio, pues las familias con pocos recursos se han acostumbrado a comprar calorías muy baratas y poco saludables, como puede observarse en cualquier hipermercado un viernes por la tarde. Hoy en día, comer bien es más caro que comer mal”, se lamenta este médico. No obstante, si se trata de mantenerse en un peso saludable que nos proteja de las enfermedades, la mejor táctica es recuperar la forma de cocinar de nuestros padres y abuelos (priorizando el consumo de alimentos de origen vegetal) para que un viejo dicho de ayer y de hoy no se cumpla: “a la larga, lo barato sale caro”. Y todo ello sin necesidad de contar las calorías...
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