Ciencia y Tecnología
Cómo nos afectan las nuevas tecnologías
Desde primera hora de la mañana hasta que nos acostamos, somos esclavos de las nuevas tecnologías. Los expertos insisten en que no constituyen un peligro ya que usadas de forma correcta son excelentes herramientas para hacernos la vida más fácil.
Desde primera hora de la mañana hasta que nos acostamos, somos esclavos de las nuevas tecnologías. Los expertos insisten en que no constituyen un peligro ya que usadas de forma correcta son excelentes herramientas para hacernos la vida más fácil.
Nos facilitan el trabajo, nos ayudan a recuperar viejas amistades o mantener el contacto con nuestros familiares, podemos hacer la compra de forma cómoda y rápida... Pero tienen su otra cara. "Las nuevas tecnologías pueden causar estrés, ansiedad, insomnio, dependencia o, incluso, adicción si no sabemos utilizarlas adecuadamente", señala el Catedrático de Psicobiología de la Universidad de Murcia, el profesor José María Martínez Selva.
Por ejemplo, hay estudios científicos realizados por expertos de universidades británicas y estadounidenses que han relacionado la luz azul que emite la tecnología moderna (ordenadores y dispositivos móviles) con la mala calidad del sueño. Esta luz azulada de longitud de onda corta altera el ritmo circadiano y retrasa la segregación de la melatonina, la hormona precursora del sueño, con lo que es más difícil conciliarlo y el despertar resulta más costoso afectando a nuestro rendimiento y estado de alerta. Por otro lado, mantener el dispositivo móvil conectado durante la noche puede alterar el sueño de muchas personas que no pueden evitar comprobar si han recibido un mensaje instantáneo, lo que hace difícil que retomen en sueño y puede contribuir a sus dificultades para dormir o al insomnio", alerta Martínez Selva.
Cómo nos relacionamos
Pero es sin duda en las relaciones sociales y laborales donde más han influido estas nuevas tecnologías. A pesar de que nos resulte algo ajeno un universo como el que se retrata en la película Her (Spike Jonze), en la que el protagonista se enamora de un sistema operativo informático, lo cierto es que nuestra realidad no queda tan alejada.
Las diversas aplicaciones de mensajería instantánea, el correo electrónico, los programas de redes sociales o los servicios de dating han dado un giro al modo en el que entablamos una amistad, trabajamos, mantenemos a nuestros amigos, comenzamos una relación o la rompemos. En este sentido, el profesor Martínez Selva recuerda que "hay que tener mucho cuidado con lo que se escribe o cómo interpretamos lo que recibimos. Puede dar lugar a malos entendidos porque no obtenemos el mismo feedback que cuando mantenemos una conversación cara a cara o incluso por teléfono. Además, Internet puede dar pie a la exageración e incluso a proyectar una imagen ideal de nosotros mismos o a imaginar cualidades en los demás que no se ajustan exactamente a la realidad. Por otro lado, es habitual confundir la verdadera amistad, que solo puede darse con un número limitado de individuos, con las relaciones superficiales que se establecen por este medio".
El experto, autor del libro 'Tecnoestrés', de la editorial Paidós, insiste en que urge un 'código de conducta o de cortesía' al igual que existe en la vida real. Mientras tanto, no nos queda otra que adaptarnos a ellas de la mejor manera posible. ¿Cómo hacerlo?
Cinco reglas básicas para comportarse
- Antes de bajarse una aplicación o lanzarse a utilizar una red social, es conveniente informarse acerca de su funcionamiento y preguntarse si va a resultarnos verdaderamente útil.
- Hay que comenzar poco a poco. Por ejemplo, observando cómo la utilizan los demás.
- Evitar caer en el exceso y tratar de comportarse del mismo modo que en la vida real.
- Ante un malentendido y antes de que se convierta en una bola de nieve, es necesario aclararlo por otros medios de comunicación como el teléfono o, por supuesto, una conversación cara a cara.
- Y desconectar. Es necesario tener espacios privados y apagar los dispositivos al menos una o dos horas al día así como establecer un horario para responder mensajes de trabajo. En Francia, por ejemplo, siguiendo el ejemplo de una compañía alemana, varios sindicatos han logrado instar al gobierno a que prohiba el envío de emails a partir de las seis de la tarde como medida para proteger a los trabajadores de algunas prácticas que consideran abusivas.
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