Salud
Oncología, ante el reto de tratar menos y mejor
Expertos de todo el mundo invitaban la semana pasada en Chicago a la reflexión sobre una tendencia que se está imponiendo en el abordaje de diferentes tipos de cáncer: afinar los tratamientos sometiendo a los pacientes al menor número de procedimientos y administrando el menor número de fármacos posible. Es una estrategia que llevan años explorando y empieza a dar resultados, con nuevos abordajes terapéuticos que se alejan del tradicional enfoque de combatir el cáncer con todo el «armamento» disponible. Andrés Cervantes, jefe de la sección del servicio de Oncología y Hematología del hospital Clínico de Valencia, lo explica así: «La ciencia básica nos ha permitido conocer mejor la enfermedad, hasta el punto de que muchos de los nuevos tratamientos se dirigen a poblaciones muy específicas de pacientes, pero con unos beneficios terapéuticos incrementados exponencialmente». Para este especialista, los medicamentos que ayudan al propio sistema inmune de los pacientes a combatir el cáncer, fruto de una rama de la especialidad que ha dado en llamarse Inmuno-Oncología, serán cruciales para avanzar en este campo, pero tendrán que ir de la mano «y eso ya está sucediendo» de la medicina de precisión. «Las inmunoterapias van a tener un desarrollo importante, pero no todos los tumores son inmunogénicos; la suma de las terapias de precisión será determinante».
Cambio de mentalidad
Para Luciano Rossetti, responsable de Investigación y Desarrollo Global de Merck Serono, el cambio se ha producido ya en la mentalidad de los especialistas en tratar el cáncer: «Hace años, tendíamos a pensar que si un medicamento no tenía efectos secundarios, no estaba actuando como es debido. Esa mentalidad es algo del pasado, las nuevas terapias están dirigidas a mecanismos muy específicos por los cuales la enfermedad intenta ganar terreno, y la reducción de efectos secundarios para mejorar la calidad de vida de los pacientes es un logro irrenunciable».
Hay diferentes pruebas que determinan si un paciente se beneficiará más o menos de un medicamento concreto. Y no todas son caras. Para saber, por ejemplo, si un paciente tiene un tumor PD-L1 positivo, una característica que explica que algunos tipos de cáncer escapen a la respuesta inmune y sean destruidos por nuestro propio organismo, basta con un análisis que cuesta menos de cien euros. Así lo indicaba Luis Paz-Ares, del Hospital 12 de Octubre, que presentó en una sesión plenaria del congreso un estudio sobre cáncer de pulmón. Paz-Ares añadía en su intervención que las terapias que impiden al cáncer sortear las defensas del organismo utilizando la «trampa» del PD-L1 pueden ser útiles en otros tipos de tumores. Dung. T. Le, del Centro Kimmel para el tratamiento del Cáncer de la Universidad Johns Hopkins (Baltimore, Estados Unidos), indicaba en este encuentro científico que los fármacos basados en este mecanismo están abriendo puertas hacia avances sustanciales en el tratamiento del cáncer de colon metastásico y otros cánceres difíciles de tratar.
Para los oncólogos, especialmente para los que tratan niños, la esperanza de vida de los que superan un cáncer ha sido siempre un motivo de preocupación. Estudio a estudio, se ha logrado que, a la vez que se incrementan las tasas de éxito en el tratamiento del cáncer infantil, se reduzca también el riesgo de enfermedad en el futuro, según explicaba Stephen Hunger, miembro de ASCO. En palabras de este experto: «Durante décadas, nos hemos esforzado en evitar la paradoja de que los niños que sobreviven a un cáncer enferman o mueren años después debido a los tratamientos que recibieron. Refinar adecuadamente las terapias del cáncer infantil es una forma de mejorar los resultados y la atención médica a largo plazo. Hemos logrado incrementar la tasa de éxito de los tratamientos y reducir las muertes por complicaciones derivadas de las terapias contra el cáncer. Esperamos que esta tendencia que estamos viendo estos días se mantenga».
Más esperanza de vida
Una investigación liderada por Gregory T. Armstrong, del Hospital Infantil de Memphis (Estados Unidos) y presentada en Chicago planteaba precisamente que reducir la intensidad de la terapia en muchos tipos de cáncer en pacientes de pediatría con pronóstico favorable es una forma de aumentar la esperanza de vida sin poner en peligro la eficacia del tratamiento. Este abordaje ha probado su eficacia tanto cuando se reduce la quimioterapia con antraciclina (un medicamento asociado a mayor riesgo de enfermedad cardiovascular futura) como cuando se limita el empleo de radioterapia.
El término elegido para designar este tipo de enfoque es «desintensificación». Es el mismo planteamiento que está detrás de un estudio sobre el tratamiento de las metástasis cerebrales firmado por investigadores de la Clínica Mayo de Rochester (Estados Unidos). Jan C. Buckner, uno de sus autores, declaraba en el congreso: «Solíamos ofrecer radioterapia para todo el cerebro en un primer momento, en cuanto aparecían las metástasis, pero ahora sabemos que la toxicidad de este tratamiento es peor para el paciente que el crecimiento del tumor en sí o su reaparición en el cerebro. Esperamos que en la práctica clínica se abandone este abordaje y se reserve la radioterapia completa del órgano para casos concretos».
Algo muy parecido sostiene el equipo de investigación que encabeza Yanhong Deng, de la Universidad de Yale, y que él mismo explicaba en la reunión de Chicago. De acuerdo con los datos de su estudio, aún preliminares, es posible evitar la radioterapia hasta en un 35 por ciento de pacientes con carcinoma colorrectal localmente avanzado sin perder eficacia en la lucha contra la enfermedad. Este trabajo ha sido seleccionado por la organización del congreso como uno de los estudios que se analizarán en una sesión especial el próximo agosto bajo el título de «Lo mejor de ASCO», un encuentro que condensa en dos días las estrategias más punteras y aquellas que tienen un mayor impacto en el cuidado de los pacientes de entre todas las investigaciones presentadas en Chicago estos días.
Aportación española
A pesar de la etiqueta de «estadounidense», el congreso anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica es tradicionalmente la gran cita anual de los expertos en cáncer de todo el mundo, y tiene su equivalente europeo en el congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO), que se celebra a finales de septiembre. Andrés Cervantes destacaba en Chicago el importante peso de la investigación española en ASCO. Francia encabeza la lista de países europeos con 422 estudios, seguida por Alemania (408), Italia (363) y España (313), de un total de 4.883.
Terapia innovadora para pacientes con cáncer de pulmón
En el marco de ASCO se ha dado a conocer una imunoterapia experimental (MPDL3280A) que puede duplicar la supervivencia de pacientes con un tipo específico de cáncer de pulmón. La clave, según el estudio POPLAR, es que los tumores de las personas que vayan a recibir el tratamiento tengan altos niveles de expresión de PD-L1, una proteína que sirve al cáncer para bloquear el sistema inmune del paciente. En condiciones normales, sería el sistema defensivo el que se encargaría de combatir el tumor «desde dentro». En febrero, la agencia estadounidense del medicamento (FDA) concedía a este medicamento, en fase de investigación, la designación de Terapia Innovadora para pacientes con cáncer de pulmón no microcítio después de quimioterapia basada en medicamentos conocidos como «platinos». Ángel Artal, del Hospital Miguel Servet deZ aragoza y uno de los investigadores del estudio POPLAR explica, este trabajo confirma que es posible optimizar el beneficio del nuevo fármaco identificando a los pacientes en quienes sus efectos serán mayores. Para lograrlo basta un sencillo test de inmunohistoquímica, una prueba que se lleva a cabo con frecuencia en los laboratorios de anatomía patológica.
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