Prevención

Dejar el tabaco: Sólo un 8% busca ayuda médica

Con el Día Mundial sin Tabaco de fondo (este martes 31 de mayo) hay que hacer balance de cómo está la situación en España: desde 2010 a 2015 las ventas de tabaco han disminuido un 50% y entre 2009 y 2014 se ha reducido en 1,2 millones los fumadores, por lo que los médicos valoran positivamente la actual legislación antitabaco. Sin embargo, quienes dejan de fumar por motivos de salud no acuden al médico para evitar las recaídas, ya que de media al menos realizan cuatro intentos

Dejar el tabaco: Sólo un 8% busca ayuda médica
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Desde 2010 a 2015 las ventas de tabaco han disminuido un 50% y entre 2009 y 2014 se ha reducido en 1,2 millones los fumadores

Diez años se cumplen de la primera Ley Antitabaco (28/2005 en el medio laboral y publicidad), que se reforzó cinco años después con la Ley 42/2010, que entró en vigor en 2011. «La puesta en marcha de la normativa ha supuesto una mayor sensibilización de la población general española en favor de la prevención y el control del tabaquismo. La inmensa mayoría de la población general española comprende que el consumo del tabaco es perjudicial para la salud, que el tabaquismo pasivo es un grave problema de salud pública y que la norma es no fumar en los espacios cerrados», subraya Carlos Jiménez, director del Programa de Investigación de Tabaquismo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ) y jefe del Comité de Control del Tabaco de la Sociedad Europa de Respiratorio (ERS, por sus siglas en inglés).

En la misma línea, José Luis Díaz-Maroto Muñoz, coordinador nacional del Grupo de Trabajo de Tabaquismo de la Sociedad de Médicos de Atención Primaria (Semergen) añade que «en general, durante los últimos años, el número de fumadores en España disminuye y la incorporación de jóvenes en el consumo también. Además, en nuestras consultas de atención primaria hay más fumadores que solicitan dejarlo, concienciados de los problemas de salud que ocasiona el consumo de tabaco y además de los precios de las cajetillas, en una época de ajuste económico». Desde 2010 a 2015 las ventas de tabaco han descendido un 50% y, entre 2009 y 2014 se ha reducido en 1,2 millones los fumadores.

Los resultados en salud no se han hecho esperar, como manifiesta Andrea Gallego Valdeiglesia, médico de atención primaria y vocal de la Junta Directiva del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT): «La tasa de ingresos hospitalarios por infarto agudo de miocardio entre 2005 y 2011 se ha reducido un 13,9% en varones, y un 19,4% en mujeres. Así mismo los ingresos por Asma en el mismo periodo se han reducido un 18,9% en hombres y un 21,4% en mujeres, por mostrar dos ejemplos».

Sin embargo, ante un balance positivo, los expertos quieren más y destacan muchos «flecos sueltos». Juan Antonio Riesco, coordinador del Año Separ 2016 de la EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) y el Tabaco, demanda aspectos importantes en el tabaquismo activó como «el apoyo de una red asistencial que favorezca el diagnóstico y tratamiento de los fumadores en España: queda mucho por hacer en lo referente a la financiación de los tratamientos –sobre todo en poblaciones especiales– y la reinversión de los impuestos del tabaco en la atención del paciente fumador y otro aspecto de candente actualidad, como la trasposición de la Directiva Europea del Tabaco, ya que España no ha dado ningún paso y se halla desde 2014 en un vacío legal».

Riesco toca un aspecto muy polémico, como es la puesta en marcha de la Directiva sobre los productos del tabaco (2014/40/UE). Aprobada hace dos años, España debería haber traspuesto la legislación europea, o sea, haber incluido la normativa a la nacional, pero de momento no ha movido ficha. A diferencia de sus vecinos galos, ingleses, irlandeses, eslovenos y húngaros, que no sólo han puesto en marcha la directiva, sino que han añadido medidas adicionales, España aún no ha tomado ninguna decisión.

Esto sirve en bandeja las críticas a los médicos, «quizás ahora es lo que falta ahora es que lleguen las cajetillas genéricas, todas iguales. Ya que se ha visto que allí donde se ha implantado este sistema, como Australia y Nueva Zelanda, disminuye la prevalencia y que los jóvenes que empiezan a fumar rechazan esto y como consecuencia ha descendido el número de fumadores de inicio al consumo de tabaco», explica Ignacio Granda, Ignacio de Granda Orive, coordinador del Área de Tabaquismo de Separ, que también exige la regulación estricta del cigarrillo electrónico, aún sin definir. «Es importante que se lleve a cabo la trasposición de la Directiva Europea que regula cuestiones tan importantes como los saborizantes, que son claves en la iniciación de los más jóvenes, cambia el aspecto de las cajetillas, ganado protagonismo las advertencias sanitarias, y prohíbe el mentol para el 2020», apunta Gallego.

«Aún queda mucho por hacer. Hay que invertir en prevención y se nos tiene que escuchar. No hay derecho a que nadie se tenga que tragar el humo de otros. Queda mucho por legislar», reclama Jesús Gómez, presidente de la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria (Sefac). En este sentido, Riesco reinvindica que «se ha vivido un parón tras la puesta en marcha de la legislación. Se ha relajado todo bastante y hay, como apuntan desde la Semfyc, bastante incumplimiento en la última fase. ¿Qué ha pasado con el tema de las terrazas? Quedan espacios abiertos en los que no se debería fumar y se hace, como los parques, los estadios de fútbol... Hay que dar un salto cualitativo».

Una de las demandas de los médicos es la financiación de los tratamientos de deshabituación del tabaco. «Es fundamental que se facilite el acceso a los tratamientos del tabaquismo, que se incremente el número de unidades de tabaquismo en el sistema público sanitario y que se promueva el acceso a los tratamientos farmacológicos del tabaquismo, financiándolos como se financian los tratamientos de cualquier otra enfermedad crónica», apunta Jiménez. Los datos avalan esta demanda: el tabaquismo es una enfermedad crónica, que es la primera causa de muerte en España, 60.000 personas mueren cada año como consecuencia de fumar; es decir, más de 1.000 personas mueren cada semana por fumar. «Facilitar el tratamiento del tabaquismo a los fumadores salvaría muchas vidas», subraya el portavoz de la ERS.

Aquí, Díaz-Maroto apunta que «cuando un paciente abandona el consumo de tabaco por su cuenta, sin ninguna ayuda y sin ningún tipo de tratamiento las posibilidades de éxito se sitúan en torno al 5%, cuando el intento se realiza con tratamiento farmacológico y con ayuda psicológica, las posibilidades se sitúan en torno al 30-40%». El problema es que, aunque el 82% de los fumadores deja el tabaco por motivos de salud, sólo el 8% iría al médico a asesorarse, según una encuesta de Ketchum Ltd para Pfizer.

Hoy la efectividad de los tratamientos procede de la combinación de la terapia conductual con la farmacológica, duplo que ningún médico pone en duda, ya que «desengancharse» depende del origen del hábito, para un 79% de los fumadores es una adicción mientras que para el 35% es una condición médica. Granda explica que «los sustitutivos de la nicotina –parches, chicles– multiplican hasta dos veces la eficacia del deshabituamiento, mientras que si se emplea la vareniclina –fármaco– la cifra se multiplica por tres y se eleva la posibilidad de abandonar el cigarrillo». Una de las conclusiones de los expertos es que la financiación del «desenganche» ahorraría costes al sistema, unos cuatro millones de euros a los cinco años, «ya que evitaríamos los gastos derivados del abordaje de la EPOC», subraya Granda.

Terapias de futuro

Dejar de fumar sólo es efectivo a través de la terapia conductual y los fármacos. Sin embargo, ante las dudas que se generan y la dificultad y los fracasos que se dan entre quienes quieren dejar el cigarrillo, ya que siete de cada diez fumadores españoles han intentado dejar de fumar al menos una vez, y de media, alrededor de cuatro veces en su vida, la Medicina busca nuevas fórmulas. Granda apunta que «hay ensayos que intentan buscar combinaciones terapéuticas que eleven la efectividad de lo que ya tenemos, como la vareniclina o los sustitutos de la nicotina. Hay trabajos que apuntan a que las técnicas de «mindfulness» se muestran positivas. Otros ensayos clínicos prueban , con resultados también aceptables, la estimulación craneal». Encontrar el «clic» que acaba con el hábito resulta complicado y las ideas están en una fase muy precoz, «se busca, en el laboratorio o como ensayos preclínicos, moléculas capaces de actuar a nivel cerebral porque sabemos que la nicotina actúa ahí y es una droga adictiva. Pues en la misma vía de actuación que la vareniclina, en la vía mesolímbica dopaminérgica –zona cerebral que media la recompensa y la motivación–, hay dos vías que están modulando esa vía principal, que son la del glutamato y la del ácido gamma-aminobutírico, que se están investigando como dianas para encontrar moléculas que mejoren lo que tenemos ahora», comenta Granda.