España

El abuso de hipnóticos impide conciliar el sueño a los españoles

El uso continuado de este tipo de medicamentos impide que el organismo sea capaz de desencadenar los procesos fisiológicos naturales para el descanso y crea dependencia

Más de un millón de españoles toman ansiolíticos de más para hacer frente a los problemas de descanso
Más de un millón de españoles toman ansiolíticos de más para hacer frente a los problemas de descansolarazon

Confiar todo a una píldora. En el terreno de la ansiedad y la falta de descanso, los españoles lo tienen claro: prefieren tomar una pastilla a llegar al origen verdadero de su mal, o lo que es lo mismo, «es como intentar curar la tos de una neumonía con un jarabe, en vez de atajar la infección que la provoca», subraya Jerónimo Saiz, jefe de Psiquiatría del Hospital Universitario Ramón y Cajal (Madrid). La última revisión del Ministerio de Sanidad, que recoge datos que permite comparar el uso de los ansiolíticos e hipnóticos desde 2012 a 2018, no visibiliza un repunte, como era la tónica habitual hasta ahora, «bien porque los años de la crisis dejaron a muchas personas ‘‘tocadas’’, el desempleo, la pérdida de estatus, la precariedad...», como apunta Saiz, pero sí un uso puntual que asciende en determinados fármacos ansiolíticos.

Entre ellos, se encuentra el lorazepam, comercializado como Orfidal o Ativan, que pertenece al grupo de las benzodiazepinas de alta potencia y que aúna las cinco propiedades intrínsecas de este conjunto: ansiolítico, amnésico, sedante e hipnótico, anticonvulsivo y relajante muscular. «Hoy muchos pacientes que confían su descanso en momentos puntuales a este tipo de fármacos que son muy efectivos a corto plazo –no más de seis meses–, pero que luego no deben usarse de forma crónica», como apunta el neumólogo Carlos Egea del Hospital Vithas San José en Vitoria y miembro de la Sociedad Española del Sueño (SES).

Así, entre los hipnóticos el más empleado es el lormetazepam. «Aunque el cómputo global de uso sea menor, hay algunos medicamentos como éste cuyo uso puede verse incrementado, bien por su larga experiencia en clínica, bien por su utilización en cierto tipo de trastornos, cada vez más prevalentes, como puede ser el insomnio», explica Benjamín Cid, farmacéutico del Área de Información del Medicamento de Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (Cgcof).

Con datos de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) se alerta de que más de un millón de españoles hace un consumo de ansiolíticos para hacer frente a los problemas del sueño. «Son fármacos muy utilizados y su uso se ha incrementado en los últimos años», apunta Laura Aliaga, secretaria del Grupo de Trabajo de Gestión del Medicamento, Inercia clínica y Seguridad del Paciente de Semergen.

Aunque, por otro lado, «los prejuicios hacia esta medicación a veces hacen mucho daño, provocando que haya personas que tienen un alto nivel de sufrimiento psíquico pero que, por miedo a determinadas ideas preconcebidas, no se toman la terapia prescrita. Lo que resulta importante es no automedicarse, dado que puede repercutir negativamente en la estabilización del estado de ánimo y crear dependencias hacia estos fármacos», apunta Ismael Cerón, psicólogo de Augesis.

Bajo supervisión

Cid explica que el boticario tiene un papel significativo en este tipo de fármacos: «Es una figura clave dentro del sistema de salud para favorecer la adherencia y el cumplimiento de estos tratamientos. Su intervención también se extiende en detectar las reacciones adversas que pudiesen estar relacionadas con la toma de un ansiolítico o hipnótico, así como con otros medicamentos o plantas medicinales con los que pudiesen interaccionar».

Porque resulta, como subraya Egea, que «muchos pacientes llegan a la consulta y te cuentan que necesitan algo más, porque llevan más de una década y no es suficiente. Y esto significa que se han subido dosis y agregado unos fármacos con otros para que, al final, la persona haya perdido la capacidad de provocar su propio descanso porque ha confiado a la pastilla este acto».

Los médicos apuntan que depender sólo de la pastilla para afrontar determinados estados sólo sirve para inutilizar el organismo y que éste sea incapaz de desencadenar este tipo de procesos. Además, «son fármacos con un perfil de seguridad muy variable, se asocian a reacciones adversas medicamentosas como confusión, ataxia, desorientación, intoxicación aguda, somnolencia o sedación. A lo que sumamos que no hay que olvidar que producen tolerancia y dependencia si se usan de forma inadecuada o en tratamientos prolongados», explica Aliaga.

Por ello, «todos los medicamentos ansiolíticos requieren de prescripción por parte del médico para ser dispensados por el farmacéutico. En cuanto al grupo de los hipnóticos (aquellos que inducen el sueño) la gran mayoría de ellos necesitan receta a excepción de algunos que contienen en su composición extractos vegetales (amapola de California, pasiflora o valeriana)», explica el portavoz del Cgcof.

Sin embargo, pese a que durante los años 2017 y 2018 se ha producido una reducción en la utilización de ansiolíticos e hipnóticos en España, «se ha notificado en ocasiones un uso prolongado de estos medicamentos, cuando su empleo debe limitarse al periodo de tiempo mínimo, lo que puede incrementar el riesgo de dependencia», añade Cid.

Y Aliaga lo corrobora con el apunte de que «tienen la capacidad de producir, en distinto grado, tolerancia y dependencia si se usan en tratamientos prolongados. Por este motivo, tienen un riesgo aumentado de abuso o uso inadecuado. En España, a pesar de la regulación y la necesidad de ser dispensados con prescripción médica, detectamos en las consultas de atención primaria problemas asociados a un empleo irregular, incluso, hemos tenido noticias del uso fraudulento de alguno de ellos, ya que en el mercado negro se venden para mezclar con otras sustancias».

Son las mujeres las que más emplean este tipo de fármacos. Según los últimos resultados acerca de la utilización de tranquilizantes, relajantes y pastillas para dormir, del Instituto Nacional de Estadística (INE), «la población femenina consume más este tipo de medicamentos que los hombres. En ciertas situaciones, por ejemplo durante el periodo de oposiciones, el uso de ansiolíticos suele verse incrementado», explica Cid.

Precauciones

Desde Semergen, Aliaga deja claro que «existen muchas medidas de seguridad que se pueden aplicar a estos fármacos, desde formación al paciente hasta la implementación en los módulos de prescripción de herramientas de seguridad que garanticen el uso adecuado. Hay actualmente protocolos que ayudan a mejorar su prescripción e, incluso, la desprescripción de estos medicamentos cuando es necesaria, ya que su retirada brusca puede producir un síndrome de abstinencia, circunstancia que la mayoría de los pacientes desconocen».

Por eso, los médicos marcan un espacio temporal máximo de uso: no más de seis meses, sino se dan situaciones de «autocontrol y de autoconvencimiento de su necesidad», expone Saiz, que añade que «en el caso de los ansiolíticos sería necesario desgranar más este tipo de estudios, quién los toma y en qué situaciones, porque el dibujo cambia mucho si hablamos de usos en otras indicaciones, como preoperatorios u otros procesos médicos». Lo cierto es que, como explica Cerón «muchas veces se recurre a la medicación porque estás triste, cuando quizá en ese momento lo que toca es pasar y superar esa circunstancia».