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Cada seis minutos se produce un ictus en España

120.000 casos anuales son detectados

Según el grado de afectación, las secuelas del ictus serán mas o menos difíciles de anular | Imagen cedida
Según el grado de afectación, las secuelas del ictus serán mas o menos difíciles de anular | Imagen cedidalarazon

Por cada 15 minutos que se adelanta la intervención el ictus se reduce un 4% el riesgo de secuelas

Si siente pérdida de fuerza repentina en la cara, brazo o especialmente en un solo lado del cuerpo es una posible señal de ictus. Si está confundido de manera repentina o encuentra problemas para articular palabra o comprenderlo que le dicen es posible que esté experimentando un episodio de ictus. Si tiene pérdida repentina de visión, dificultad al caminar, mareos o pérdida del equilibrio o coordinación es otra señal. Dolor fuerte de cabeza sin ninguna causa y dificultad al tragar son también posibles alertas, y si se produce un trastorno de sensibilidad, como si sintiera un "acorchamiento u hormigueo"es también causa de un inicio de ictus.

Desde la Sociedad Española de Neurología (SEN), National institute Of Neurological Disorders and Stroke (NINDS) americano y Australia´s National Stroke Foundation establecen estos signos o síntomas que nos advierten de una posible y peligrosa presencia de ictus.

El antes

«En caso de sospecha de que se está sufriendo un ictus es fundamental acudir lo antes posible a un centro donde un neurólogo detecte que se está produciendo esta enfermedad y donde se disponga de tratamiento adecuado y protocolos de atención urgente debido a que el tiempo de reacción ante los primeros síntomas son fundamentales para disminuir las secuelas», explica el doctor Rafael Arroyo, jefe del Departamento de Neurología del Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo y del Hospital Quirónsalud Madrid.

Por cada 15 minutos que se adelanta la primera intervención disminuye un 4% el riesgo de discapacidad y el mismo porcentaje en la mortalidad. De hecho, en Madrid destaca el “código Ictus” en la que un neurólogo especialista ve al paciente con sospecha de ictus las 24 horas del día. Por tanto,actuar con rapidez es fundamentaly determinante. El tiempo de reacción es vital y cuanto antes se trate menores serán las posibles consecuencias y las futuras secuelas.

Según el grado de afectación, las secuelas del ictus serán mas o menos difíciles de anular. Hay algunas, por suerte, que desaparecerán como el conejo del mago que no se sabe donde se esconde y en un abrir y cerrar de ojo ya no ves, y otras, que quedarán en nosotros como el recuerdo más férreo que tengamos. Todo ello dependerá en primer lugar, de la gravedad del paciente, y en segundo, del trabajo y rehabilitación que se le proporcione.

El después

«Resulta importante una vez que les dan el alta en el hospital, que se derive al paciente a un centro especializado para que empiece el tratamiento cuanto antes. Hoy en día todavía existe un vacío entre el alta hospitalaria y la vuelta a casa, en muchos casos el paciente tiene que buscarse la vida sin saber qué hacer y dónde acudir», apuntan desde la Asociación de Disminuidos Físicos de Móstoles (Adisfim).

Tras sufrir un infarto cerebral los momentos más complicados es cuando el paciente, por mucho que pasan los días no evoluciona. No se dan los cambios que tan asiosos son. No hay progreso aparente. Es la frustración de que no llega el momento de estar como estabas.

Constituye un proceso muy lento donde te tienes que adaptar y habituar a la situación que te ha venido de la noche a la mañana. Hay que conseguir asumir y aceptar la realidad. El paciente tiene que entender y aprender a que tiene unas nuevas metas, y unos nuevos límites, y ante todo hay que ser objetivo y realista con lo ocurrido. Es por ello, que el tratamiento es importante que sea multidisciplinar.

Es cierto, que en los primeros seis meses existe un grado de superación mayor que en el tiempo posterior, porque hay mayor plasticidad neuronal. Es ahí cuando se puede establecer conexiones neuronales alternativas claves en la recuperación del paciente, y podría ser ampliado hasta los dos años, para no sólo una recuperación motora, sino también para aprender a convivir con las secuelas. Aunque lo que es cierto, es que no se pueden garantizar ni basarse en datos estadísticos.