Mejorar la financiación, prioridad absoluta

Si bien la calidad, la cohesión, la equidad y la seguridad son valores esenciales en el Sistema Nacional de Salud, la sostenibilidad y una financiación adecuada son elementos imprescindibles para garantizar el buen funcionamiento de nuestro modelo asistencial.

Si queremos que nuestro sistema sanitario satisfaga realmente nuestras necesidades en salud y pretendemos que sea capaz de ofrecer una respuesta completa y satisfactoria a los desafíos que plantean el envejecimiento, la cronicidad, la pluripatología... es necesario que el Gobierno central impulse un nuevo modelo de financiación desde el consenso con las comunidades autónomas. Me refiero a un modelo que actualice el vigente (de 2009), lo adapte a la realidad actual y haga que sea lo suficientemente dinámico como para adecuarse a las necesidades venideras.

Es una petición que todos los agentes del sector vienen realizando desde hace décadas; una insuficiencia que el anterior ejecutivo comenzó a solucionar desde la VI Conferencia de Presidentes Autonómicos y que iba a abordar de manera monográfica en un pleno del Consejo Interterritorial que llegó a prepararse en una comisión delegada y que finalmente no pudo celebrase por la moción de censura.

Al margen de que tenga o no un carácter finalista, así como de la necesidad de otorgar al Fondo de Cohesión la dotación necesaria, urge la implementación de un nuevo modelo de financiación de nuestra sanidad. Nuestro sistema sanitario requiere estabilidad económica más allá de lo que duran las legislaturas para hacer posible una sanidad sustentada en la promoción de la salud, en una medicina personalizada, en la coordinación sociosanitaria, en el aprovechamiento de avances tecnológicos como el «Big Data...».

Sólo desde la suficiencia presupuestaria será posible un sistema sanitario viable que nos permita vivir cada vez más años con mayor calidad de vida. Por eso el nuevo modelo de financiación debe ser una prioridad absoluta para el nuevo Gobierno.