Salud

«No hay ninguna evidencia de que una cebolla abierta calme la tos»

Cuenta que, cansada de escuchar en la farmacia la cantinela «lo he leído en internet», entendió que si no podía vencer al Dr. Google debía unirse a él, y una noche de guardia de 2014 abrió un blog para explicar cuestiones relacionadas con la salud y la nutrición de forma sencilla. Hoy es «Boticaria García», recibe más de medio millón de visitas al mes, y acaba de publicar el libro «El moco radiactivo» para padres primerizos.

Marian ‘Boticaria’ García / Farmacéutica y bloguera
Marian ‘Boticaria’ García / Farmacéutica y blogueralarazon

Marian ‘Boticaria’ García cuenta que, cansada de escuchar en la farmacia la cantinela «lo he leído en internet», entendió que si no podía vencer al Dr. Google debía unirse a él

-Dice que hay preguntas trampa sobre la salud infantil cuya respuesta ha cambiado a lo largo de los años: ¿cómo cuáles?

-Cada cuánto tiene que comer un niño. Si tú le preguntas a una persona mayor y te va a decir cada tres horas porque hasta hace unos años esto era así y está muy asentado en el imaginario colectivo. Y sin embargo, la recomendación de OMS es que la lactancia sea a demanda. Otra cuestión es cómo tiene que dormir el niño. En la época de los abuelos se dormía boca abajo, pero en 1994 se lanzó una campaña para dormir boca arriba y, desde entonces, el índice de muerte súbita en lactantes ha disminuido el 50%.

-¿En esta categoría se englobaría la de chupete sí o no?

-Si, por supuesto. Ha pasado también por varias fases. La AEP ha hecho una revisión de todas las publicaciones que hay sobre los chupetes y lo que se ha visto es que, si se le ofrece al niño pasado un mes y la lactancia materna ya está instaurada y no hay posibilidad de confusión tetina/pezón, no sólo no es malo si no que puede también prevenir la muerte súbita del lactante. Y hay estudios que lo avalan. Esto no quiere decir que si el niño no quiere el chupete y lo escupe tengamos que forzarlo y ponérselo a «roscachapa». Pero al final es un elemento no farmacológico y legal que ayuda a apaciguar a la fiera, así que ¡por qué no utilizarlo si no hay inconveniente! La duda es si látex o silicona. Mientras no tienen dientes realmente da igual. Una vez que ya los tienen es más aconsejable el de látex porque la silicona se puede rasgar con mayor facilidad.

-¿En qué temas está muy arraigada una creencia o consejo que la evidencia científica contradice?

-Hay cosas muy absurdas, como que poner cebolla abierta en la mesilla de noche calma la tos (que no hay ningún tipo de evidencia para esto) pero hay grandes fans de la cebolla en este país. Pero hay temas más complicados, como el de que las vacunas sean la causa del autismo. Todo viene, lo explico en el libro, de un artículo que se publicó en «Lancet» en 1998 y que se retiró porque vieron que el investigador que lo hizo no había cumplido los criterios éticos, había un conflicto de intereses y al señor se le inhabilitó. Pero es como lo de «cría fama y échate a dormir»: el mal ya estaba hecho y todo ese mito sigue pululando y siendo algo a lo que se agarran los antivacunas, a pesar de que no hay ninguna evidencia científica. Lo de la cebolla y la tos, pues bueno, no tiene importancia, pero dejar de vacunar a un niño supone que pueda morir.

-¿Cuál es el «ataque de pánico», como usted los llama, más frecuente entre los padres primerizos?

-Con el color de las cacas. A mi me traen a la farmacia hasta los pañales para enseñármelas. Y realmente todo el abanico de tonalidades de las cacas –desde el amarillo mostaza al wengué– es normal. Mientras que no sean blancas, rojas o negras no hay problema. También hay ataques de pánico cuando el niño se cae de la cama, porque a todos nos dicen que a partir de los cinco meses el niño puede darse la vuelta y caerse al suelo y, aún así no nos lo creemos y lo hacen de un día para otro. A mi se me cayó el mío, y lo pongo en el libro para desdramatizar, porque cuando se cae y suena «clonc» genera muchísima angustia.

-Habla de desmontar mitos sobre la maternidad...

-El título del libro ya es un poco una declaración de intenciones: no es un manual edulcorado, es realista y en tono de humor, porque muchas veces las cosas no son tan bonitas como en Pinterest o Instagram. Lo que pretende es ayudar en todas estas situaciones alejadas de los estereotipos maravillosos que se nos pueden presentar y aprender a resolverlos con humor desde el rigor científico.