Prevención

Operar a los 16 años, el nuevo remedio contra la obesidad infantil

España ya es el país europeo con mayor prevalencia de obesidad infantil. El incremento de casos de diabetes tipo 2 e hipertensión ha llevado a los profesionales a plantear que se adelante la cirugía bariátrica a los 16 años

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España ya es el país europeo con mayor prevalencia de obesidad infantil. El incremento de casos de diabetes tipo 2 e hipertensión ha llevado a los profesionales a plantear que se adelante la cirugía bariátrica a los 16 años

Son una minoría, tan sólo representan al uno por ciento de la población, pero para este porcentaje de adolescentes que, en la actualidad, padecen obesidad mórbida hacer dieta es insuficiente y la única salida que tienen para alcanzar un peso saludable reside en pasar por el quirófano. Una demanda que surge al ser España el país europeo con mayor prevalencia de esta enfermedad entre los adolescentes. «Hace unos años apenas teníamos jóvenes que sufrieran este problema y, por tanto, no nos planteábamos operarlos. Eran casos muy seleccionados y se esperaba a que cumplieran la mayoría de edad, pero hoy en día es recomendable adelantarlo a los 16 años porque si esperamos se va a propiciar que tengan problemas muy graves de salud. En EE UU, por ejemplo, ha habido varios casos de infartos en niños de 11 años y, en España, se está observando un aumento de hipertensión y diabetes tipo 2 en niños y adolescentes», advierte la doctora Raquel Sánchez Santos, coordinadora de la Sección de Obesidad Mórbida de la Asociación Española de Cirujanos (AEC) y jefa del Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo del Hospital Montecelo (Pontevedra) en el marco del XXXI Congreso Nacional de Cirugía de la AEC, celebrado esta semana.

En la edad adulta

Precisamente, un estudio sobre cirugía bariátrica en adolescentes denominado «Initial approach to childhood obesity in Spain», publicado el pasado mes de octubre en la revista «Obesity surgery» y coordinado por el doctor Ramón Vilallonga de la Unidad de Cirugía Endocrina y Bariátrica del Hospital Universitario Vall d’Hebrón en Barcelona, revela que esos adolescentes con sobrepeso tienen una probabilidad del 70 por ciento de volverse adultos obesos o con sobrepeso.

La investigación también sugiere que, por su gravedad, la obesidad mórbida en el adolescente necesita de un tratamiento más decidido, intensivo y agresivo donde la cirugía debe ocupar un lugar más destacado teniendo en cuenta el buen resultado que se obtiene, tanto en pérdida de peso como en reducción de las comorbilidades asociadas. Incluso, si se lleva a cabo en los estados iniciales de la obesidad, los resultados se vislumbran como mejores.

Técnicas hay muchas, pero ¿cuál es la más indicada para este colectivo? Sánchez sugiere que se han ido mejorando en los últimos años y ahora se puede llevar a cabo a través del ombligo con una cicatriz no visible. «La cirugía por puerto único aporta una ventaja estética importante, ya que no quedan cicatrices visibles, reduce el dolor postoperatorio y permite que el paciente se incorpore antes a su vida habitual. Por otra parte, los pacientes jóvenes aprecian mucho la ventaja adicional de la discreción, debido a que al no haber cicatrices visibles, pueden reservar la información acerca de su antecedente quirúrgico y su obesidad mórbida a las personas más allegadas sin que le delaten sus cicatrices».

Dos técnicas

By-pass, banda gástrica, balón... A la hora de elegir el procedimiento más indicado, Sánchez reconoce que «es complicado porque, por una parte, uno desearía hacer algo que fuese reversible. Tenemos el by-pass gástrico que es reversible en el tiempo, a través del cual hacemos una reducción del estómago y un salto en el intestino de manera que si conseguimos que con el tiempo esa persona no necesitase esa intervención, podríamos volver a la anatomía normal. Es una técnica atractiva para adolescentes, pero también querríamos una técnica con cero complicaciones. Hay alguna otra técnica, quizá más sencilla, como la gastrectomía vertical, que lo único que conlleva es la reducción del estómago y tiene la ventaja de que tiene menos complicaciones pero, por otra parte, no es reversible porque le quitamos una parte del estómago que no se puede restituir. Hoy en día no hay una técnica ideal, pero serían básicamente estas dos las que elegiríamos, dependiendo de la gravedad de la situación». Por tanto, prosigue la experta, «los niños de 16 años con un índice de masa corporal de entre 40-45 deberíamos pensar en operarlos». Sin embargo, «va a ser un proceso a nivel nacional que va a costar instaurar porque tienen que colaborar los diferentes agentes implicados como pediatras, psicólogos y, sobre todo, la familia. Estamos intentando impulsarlo desde las sociedades científicas para que estos pacientes que viven en cualquiera de las 17 comunidades autónomas que tiene un sistema sanitario independiente tengan la oportunidad de tener este servicio, pero en muchos sitios no se hace», advierte la experta.

Cuerpo y mente

Los resultados de la cirugía no sólo repercuten en el aspecto físico del paciente, sino también en su salud. En concreto, «la remisión de la diabetes tipo 2 es casi del 90 por ciento y, en el 70 por ciento de los casos, se elimina la hipertensión y el resto se controla sólo con un fármaco», afirma Sánchez. Y añade que el aspecto psicológico también se ve realmente beneficiado después de la cirugía. «Para el adolescente es mejor operarse con 16 años porque es una etapa en la que su personalidad se está formando, tienen muchos problemas de autoestima y cuando pasan por el quirófano adelgazan y su imagen corporal mejora».

¿Cuáles son los motivos que han llevado a esta situación? Según el doctor Juan Carlos Ruiz de Adana, presidente de la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad Mórbida y de las Enfermedades Metabólicas (SECO) y antiguo coordinador de la Sección de Obesidad Mórbida de la Asociación Española de Cirujanos (AEC), «cuando falla la prevención primaria nos encontramos con estos casos de pacientes que antes no se veían en la consulta y que tienen hipertensión, diabetes, retinopatía hipertensiva y que necesitan una máquina para respirar. Es un fracaso de la prevención primaria una obesidad tan evolucionada con tantas comorbilidades y que no responden al tratamiento médico. Por ello, debemos ofrecer como última alternativa la cirugía, pero siempre en unas condiciones de seguridad y excelencia de resultados». Esta misma opinión la comparte Sánchez, quien añade que «son niños que vienen arrastrando ya desde la infancia pesos muy patológicos y, habitualmente, los pediatras intentan empezar con dieta y ejercicio. También suele haber más personas en la familia con el mismo problema, es decir, un problema de costumbres y una herencia genética que los condiciona desde que nacen para ser obesos».