
Turismo
Las cinco playas de Ibiza que prefieren los ibicencos
Aunque algunas son de difícil acceso, merece la pena hacer el camino para llegar hasta sus aguas cristalinas. Eso sí, mejor siempre conociendo el nivel de dificultad y acompañado de un profesional

Pese a la fama internacional que rodea a Ibiza como destino de fiesta y lujo, los verdaderos tesoros de la isla se descubren a través de los ojos de quienes la habitan todo el año. Para los ibicencos, el verano no solo es temporada alta, sino también una época de reencuentro con sus rincones favoritos, especialmente sus playas. Lejos del bullicio de los beach clubs y las aglomeraciones turísticas, los locales tienen sus preferencias bien marcadas. Aquí repasamos cinco playas que los ibicencos eligen una y otra vez, ya sea por su belleza natural, tranquilidad o valor sentimental.
1. Cala Llentrisca: el refugio silencioso

Ubicada al sur de la isla, en el municipio de Sant Josep de sa Talaia, Cala Llentrisca es una cala aislada, poco frecuentada por turistas debido a su difícil acceso. No hay chiringuitos ni tumbonas: solo mar, roca y paz. Es un enclave perfecto para quienes buscan desconectar por completo. Los ibicencos que la visitan suelen ser caminantes experimentados o amantes del buceo, ya que sus aguas cristalinas ofrecen un espectáculo submarino sin igual. Para muchos locales, es sinónimo de refugio y conexión con la Ibiza más auténtica.
2. Es Figueral: familiar y relajada
Situada en el noreste de la isla, en el municipio de Santa Eulària des Riu, Es Figueral es una playa extensa y de ambiente tranquilo. Aunque tiene servicios básicos, su entorno natural sigue predominando, lo que la convierte en una opción ideal para familias locales. Muchos ibicencos la eligen por sus amaneceres, por la cercanía con pueblos como Sant Carles y porque, a pesar de su belleza, aún conserva un carácter poco explotado. Las rocas que flanquean la playa ofrecen rincones ideales para nadar en intimidad o explorar con gafas de snorkel.
3. Cala Saladeta: postales de otra época

Aunque se ha vuelto popular en los últimos años, los ibicencos siguen considerando Cala Saladeta como una joya. Ubicada cerca de Sant Antoni, esta pequeña cala de arena blanca y aguas turquesas ha sido parte de la infancia de muchos residentes. Hasta hace no tanto, el acceso era exclusivamente a pie, lo que ayudó a preservar su encanto. Muchos isleños aprovechan los días menos concurridos para revivir recuerdos, compartir un picnic o simplemente contemplar el atardecer desde sus rocas.
4. Es Codolar: belleza áspera y salvaje
Poco conocida por el turismo convencional, Es Codolar es una playa de cantos rodados y carácter agreste, situada junto al aeropuerto. Su apariencia puede parecer inhóspita, pero para muchos ibicencos representa una Ibiza más real, más dura y menos idealizada. Es ideal para pasear, practicar pesca o simplemente sentarse a observar los aviones despegar. Algunos locales la eligen precisamente por su falta de comodidades: aquí no hay música ambiental ni cócteles servidos al sol, solo el rumor del mar y el viento.
5. Aigües Blanques: libertad entre acantilados

En el noreste de la isla, Aigües Blanques es conocida por ser una playa naturista, aunque eso no impide que sea frecuentada por todo tipo de públicos. Apreciada por su arena dorada, sus aguas claras y los acantilados que la protegen del viento, es una de las favoritas de los ibicencos para disfrutar de un baño matinal. Muchos locales madrugan para llegar antes del sol fuerte y aprovechar las primeras horas del día. Además, sus barros naturales se han convertido en un pequeño ritual para quienes buscan un tratamiento de piel gratuito.
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