Turismo de borrachera

Cómo viajar a Ibiza sin pagar un duro de alojamiento: los jóvenes duermen en playas y aeropuertos

Cada vez es más habitual que los turistas que viajan a la isla lo hagan durante un periodo muy breve y gastando lo mínimo posible

Turistas en Magaluf, uno de los grandes destinos de ocio nocturno de Europa
Turistas en Magaluf, uno de los grandes destinos de ocio nocturno de EuropaJoan MateuAgencia AP

Las imágenes de jóvenes dormidos en las playas tras noches intensas de fiesta se han convertido en una estampa habitual cada verano en Ibiza. Playas urbanas como ses Figueretes o Platja d’en Bossa amanecen casi a diario con turistas descansando a pie de arena, algunos con zapatos y botellas de agua al lado, después de jornadas que se prolongan hasta bien entrada la madrugada.

Para muchos, esta práctica no solo es una cuestión de ocio, sino también de economía: prefieren dormir en la playa antes que pagar una noche de hotel o un hostal, especialmente cuando sus vuelos de regreso parten a media mañana.

Este fenómeno no se limita a las playas. En el aeropuerto de Ibiza es cada vez más frecuente ver a jóvenes tumbados en sillones, pasillos o cualquier rincón disponible, aguardando la salida de sus vuelos mientras evitan gastos de alojamiento.

La persistencia del turismo de borrachera

Esta realidad, que combina ocio nocturno, vuelos de bajo coste y hospedaje económico limitado, refleja la persistencia del llamado “turismo de borrachera” que caracteriza a la isla durante los meses estivales.

Durante los últimos años, las autoridades locales han implementado diversas medidas para tratar de regular este tipo de turismo y mitigar sus impactos sobre el espacio público y la convivencia.

En 2023, el Consell Insular y el Ayuntamiento de Vila impulsaron campañas de concienciación sobre el consumo responsable de alcohol, reforzando además la presencia policial en zonas de mayor concentración de ocio nocturno.

Más refuerzo policial

Este verano de 2025, se ha intensificado el control en playas y entornos urbanos, con más patrullas de Policía Local y Guardería Urbana encargadas de garantizar la seguridad, el orden y la limpieza en los espacios públicos.

Asimismo, los establecimientos de ocio se han visto obligados a cumplir con limitaciones de horarios, aforos y venta de alcohol, especialmente en locales ubicados cerca de playas y zonas residenciales.

La normativa vigente también ha endurecido las sanciones por consumo de alcohol en la vía pública y por conductas incívicas derivadas de la excesiva ingesta de bebidas, en un intento de reducir la presión sobre los vecinos y los servicios públicos.

Minimizar al máximo los costes de viaje

A pesar de estas medidas, la práctica de dormir en la playa tras una noche de fiesta sigue siendo frecuente, en parte impulsada por el auge de vuelos low cost y la saturación hotelera en la temporada alta.

Los jóvenes que participan en este tipo de turismo buscan maximizar su estancia y minimizar costes, lo que genera un fenómeno que las autoridades describen como “incómodo pero difícil de erradicar”.

Los vecinos, por su parte, se han acostumbrado a ver esta estampa casi diariamente, mientras algunos turistas madrugadores que acuden a hacer deporte o bañarse en el mar observan con indiferencia cómo los ‘dormilones’ ocupan la arena hasta bien entrada la mañana.

Un desafío para Ibiza

El fenómeno refleja también un desafío mayor para la isla: equilibrar la economía basada en el turismo con la calidad de vida de los residentes y la sostenibilidad ambiental. Durante las últimas temporadas, la presión turística ha llevado a reforzar servicios de limpieza y vigilancia en las playas urbanas, así como a coordinar campañas informativas dirigidas a jóvenes extranjeros sobre las normas locales.

Con la temporada de 2025 llegando a su fin, la estampa de jóvenes durmiendo en playas y aeropuertos permanecerá como un símbolo del turismo de fiesta que sigue marcando la agenda de Ibiza. A pesar de los esfuerzos de regulación y concienciación, la isla continúa siendo un destino que atrae a quienes buscan ocio nocturno, economía ajustada y experiencias únicas, aunque estas vayan acompañadas de madrugones improvisados en la arena o en los sillones del aeropuerto.