
Historias
La dueña de la única tienda de un pueblo de Menorca, a punto de cerrar: "Los vecinos me lloran"
Neus abrió el comercio en Alcaufar en el año 2008 y aunque le costó arrancar poco a poco fue creando su pequeña comunidad, hasta el punto en que ahora que le queda poco más de un mes para cerrar, los vecinos le piden que no lo haga

En el sureste de Menorca, el pequeño pueblo de Alcaufar, conocido por su estrecha cala de aguas tranquilas y casas encaladas, alberga un comercio que se ha convertido en el alma del lugar: Sa Botiga d’Alcaufar.
Desde su apertura en mayo de 2008, Neus Santacana ha conseguido mantener vivo un negocio que combina alimentación, artesanía y moda veraniega, ofreciendo servicio tanto a los residentes como a los turistas que buscan un rincón auténtico de la isla.
“Antes, todo el edificio formaba parte de un mismo negocio: había un hostal, un restaurante a punto de cerrar y una tienda que ya estaba obsoleta”, explica Neus durante una entrevista a Consumidor Global.
Tras la muerte de la antigua propietaria, decidió apostar por continuar ofreciendo un servicio al pueblo. “Dudé entre abrir un taller creativo o mantener la tienda, pero finalmente opté por esta segunda opción”, añade.
Un comienzo no muy sencillo
Los comienzos no fueron sencillos. Alcaufar estuvo dos años sin tienda, y ganarse la confianza de los menorquines no fue inmediato. “Siendo de fuera, al principio fue complicado. El menorquín siente cierto recelo al principio, pero insistiendo y escuchando sus necesidades, funcionó”, asegura la propietaria.
Su enfoque ha sido claro: un servicio multifuncional que combina alimentación, productos locales y artículos de temporada, desde pan fresco y sobrasada hasta pareos, ropa de verano y gafas de snorkel.
La alimentación local ha sido el pilar de la tienda desde el primer día. “Los productos estrella son el pan, la sobrasada, los quesos y, por supuesto, las ensaimadas. Se las llevan de seis en seis, para toda la familia”, comenta Neus, que mantiene acuerdos con proveedores tradicionales de Menorca, como la Panadería Pons.
Un lugar para la creatividad
Pero Sa Botiga d’Alcaufar no es solo un lugar para abastecerse. La tienda también ha apostado por la artesanía local y la creatividad, con piezas de cerámica hechas a mano por la propia Neus, así como grabados, imanes y libretas diseñados e impresos durante el invierno. “Intento que todo tenga un precio accesible, y también incorporo trabajos de otros artistas de la isla”, señala.
El comercio ha logrado consolidarse incluso en épocas difíciles. Durante la pandemia y los primeros años, mantener abierto un negocio en Alcaufar no era sencillo, pero la respuesta de la comunidad fue clave. “Los menorquines me dicen: ‘Ay, Neus, qué haríamos sin ti’. Es un cariño muy bonito que se agradece”, relata.
El verano en Alcaufar es intenso pero organizado. La tienda abre al mismo tiempo que otros negocios locales, como el restaurante Piccolo Mundo y el hotel Xuroy, y cierra a finales de octubre. “Abrimos casi al mismo tiempo que ellos y cerramos juntos. La temporada estival es corta, pero suficiente para consolidar la actividad”, explica Santacana.
Con 58 años, Neus aún tiene planes de mantener viva la tienda, aunque reconoce que el relevo generacional es un desafío. “La tienda ya tiene un público y un rodaje. Algún joven ha mostrado interés, pero aún no sé si alguien tomará el relevo”, asegura.
Sa Botiga d’Alcaufar se ha convertido así en mucho más que un comercio: es un punto de encuentro, un soporte para los residentes y un escaparate de la cultura y productos menorquines. Su historia refleja la capacidad de adaptación y resiliencia en un pequeño núcleo turístico, donde la tradición y la modernidad conviven de manera armoniosa.
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