
Historia
El santuario púnico de Ibiza vandalizado constantemente: los arqueólogos están hartos
El conjunto arqueológico de es Culleram, más conocido como la cueva de la Diosa Tanit, es un espacio contante de veneraciones que dejan residuos en la zona con riesgo para el medio ambiente

En el norte de Ibiza, entre los acantilados y los bosques de Sant Vicent de sa Cala, se esconde uno de los lugares más misteriosos y sagrados del Mediterráneo: la Cueva de Es Culleram, antiguo santuario dedicado a Tanit, la diosa fenicia de la fertilidad, la luna y el poder femenino.
Descubierto a comienzos del siglo XX, este enclave arqueológico ha sido testigo de miles de años de historia… y, lamentablemente, también de un deterioro progresivo causado por el vandalismo y la ignorancia.
Historia de un lugar sagrado
Es Culleram fue un santuario de gran relevancia para los pobladores púnicos de Ibiza. En su interior se hallaron más de seiscientas figuras de terracota, muchas representando a Tanit, además de joyas, restos de animales sacrificados, exvotos y placas con inscripciones antiguas. Todo apunta a que era un lugar de culto donde los fieles acudían a pedir fertilidad, protección y buenas cosechas.
La cueva fue cuidadosamente modificada por manos humanas: se excavaron cámaras, se construyeron cisternas y se habilitaron espacios para los rituales.
En la parte exterior se celebraban ceremonias con fuego, mientras que las ofrendas más valiosas se depositaban en las galerías interiores. Tanit, la gran señora de la isla, era la destinataria de esas peticiones que mezclaban espiritualidad y superstición.

Un hecho curioso y poco conocido es que el final del santuario se debió, en parte, a la propia naturaleza. Los arqueólogos creen que una de las cámaras principales colapsó siglos atrás, bloqueando el acceso a la zona más sagrada. Ese derrumbe natural marcó el fin del culto, que ya agonizaba con la llegada del dominio romano y la posterior cristianización de Ibiza.
Vandalismo y rituales modernos
A pesar de su valor histórico y espiritual, el santuario sufre repetidos actos de vandalismo. En los últimos años, se han detectado hogueras encendidas junto a la entrada, velas, restos de cera y objetos dejados por visitantes que realizan rituales improvisados.
Algunos grupos neopaganos o curiosos interpretan Es Culleram como un “templo activo” de Tanit, y acuden a rendirle culto con fuego, incienso o grafitis simbólicos.

El problema es que estas prácticas no solo carecen de base arqueológica, sino que ponen en riesgo la conservación del yacimiento. Las llamas, el humo y los objetos depositados deterioran las paredes de la cueva y alteran su microclima. Además, encender fuego en plena zona forestal supone un peligro evidente en una de las áreas más sensibles de la isla.
En varias ocasiones, las autoridades han tenido que intervenir para retirar velas, limpiar residuos y reparar desperfectos. Incluso se han denunciado accesos forzados durante los días en que el santuario está cerrado al público. A pesar de las advertencias, sigue habiendo visitantes que rompen las normas para practicar rituales o simplemente curiosear.
Un legado que merece respeto
El santuario de Es Culleram es una joya de la historia antigua de Ibiza, una ventana a una civilización que veneraba el poder de lo femenino, la naturaleza y el misterio. Su conservación no solo es una cuestión patrimonial, sino también simbólica: representa la raíz espiritual más profunda de la isla.

Tanit, la diosa de la vida y la muerte, sigue siendo un emblema de Ibiza. Su silueta aparece en joyas, tatuajes y obras de arte contemporáneo, pero su templo ancestral languidece entre la indiferencia y los actos irresponsables.
Cada piedra, cada fragmento hallado allí, forma parte de una historia que conecta a la isla con su pasado fenicio y con el Mediterráneo más antiguo.
Proteger Es Culleram es proteger la identidad de Ibiza. No necesita nuevos rituales ni ofrendas modernas, sino respeto, conocimiento y cuidado. Porque si la diosa Tanit aún habita esa cueva, su mensaje hoy no sería de fuego ni de misterio… sino de advertencia: el mayor sacrificio que puede pedirse ahora es preservar su santuario para que no desaparezca del todo bajo nuestras propias manos.
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