India
De Beker6, cocina de la memoria
Estreno esta primera entrada del blog hablando de un restaurante que he visitado hace unos días y que bien se merece unas líneas. De Beker6, situado en el número 6 de la madrileña calle Hermanos Bécquer (911 73 43 97) me gustó todo, tanto la propuesta gastronómica del chef Álvaro Rodríguez Cano, quien ha contado con el asesoramiento de Alejandra Anson, como el espacio, firmado por el estudio de decoración Cousi Interiorismo. Mezcla el clasicismo del bistró francés con el «glamour» neoyorquino. Pero no solo me encantó a mí, ya que en apenas pocos meses de funcionamiento, bate récords con llenos diarios, de ahí que sea necesario reservar. Y, desde luego, no es por casualidad. La responsable es la propuesta culinaria clásica, elaborada con buen producto, con claros toques de la gastronomía armenia, que recupera el cocinero de su infancia. Cocina de la memoria. Para abrir boca, me sorprendieron unas aceitunas manzanilla maceradas y acompañadas de pepinillo, uvas pasas y zanahoria, aliñadas con una melaza casera de granada. Un aperitivo de sabores desconocidos, cuya receta ha rescatado Rodríguez Cano de sus orígenes armenios y que deja entrever la altura de los platos. Completan la carta propuestas para almorzar o para asegurarse una cena sana y ligera a base de platos como las habitas peladas salteadas con langostinos, el steak tartar o la ya famosa sopa cremosa de mejillones armonizada con azafrán.
Y como los propietarios saben que las reglas del comer han cambiado, sugieren a diario un plato saludable para devorar en cuestión de minutos. Sí, el tiempo es oro y lo tienen en cuenta. Así, los lunes cocinan para usted unas lentejas viudas con piparra y su guarnición de quitar el hipo, los martes, un escalope vienesa de ternera y los miércoles, un mulligatawni con arroz y chutney de pera, que descubrí ipso facto: «Es un plato que hicieron los ingleses cuando fueron a la India. Ellos, que son muy de cuchara, prepararon un curry ligero con pollo desmenuzado y manzana», cuenta Aída Rodríguez Cano, alma de la sala. Me puse en sus manos a la hora de pedir. Se sale el hummus, acompañado de puré de pimientos y muhammara, una salsa picante procedente de la cultura armenia para tomar con pan de pita. Voló de la mesa, lo mismo que unas minúsculas y deliciosas croquetas, de bechamel cremosa y suave, y potente sabor a jamón y trufa negra, así como unos riquísimos fondos de alcachofa con cebollitas. Todos los platos estuvieron a la altura, pero se llevó la palma el curry rojo de merluza y almejas. Al retirar la tapa que lo envuelve, el aroma es tan brutal como degustarlo con el imbatible arroz de jazmín. Los postres siguen la misma línea, tanto el mousse de chocolate negro Valrhona Guanaja y la naranja con su cáscara confitada. Prometo volver a probar la crema senegalesa y la hamburguesa bañada en cerveza negra.
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