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La dimensión social de Europa: utopía o realidad

La dimensión social de Europa: utopía o realidad
La dimensión social de Europa: utopía o realidadlarazon

Por Carmen Serrano

En la Cumbre Social de la Unión Europea celebrada el pasado 17 de noviembre en la ciudad sueca de Gotemburgo, las tres instituciones europeas y los 28 Estados miembros firmaron y proclamaron por unanimidad el “Pilar Europeo de los Derechos Sociales”.

La dimensión social de Europa ha sido la gran olvidada en estos años de crecimiento y desarrollo del proyecto europeo. No en vano han transcurrido ya 20 años desde la celebración en Luxemburgo de la anterior cumbre social de la Unión Europea, dedicada al empleo. Esta grave carencia, este olvido, exigía una respuesta, una rectificación; el futuro de la Unión Europea basado exclusivamente en su dimensión económica y monetaria resulta del todo insuficiente, cuando no cuestionable. El desarrollo social del proyecto europeo sigue siendo una de las principales carencias, y la falta de voluntad política de los Estados miembros demostrada hasta la fecha el principal caballo de Troya a enfrentar.

Para construir una Unión Europea más inclusiva y justa se hace necesario recuperar el alma social de este proyecto común, especialmente después de las graves consecuencias de la crisis económica y las medidas de austeridad y recortes impuestas desde Europa, medidas que no respondían a ninguna estrategia de crecimiento sostenible ni de respeto precisamente a los derechos sociales, como nos recuerda el caso de Grecia.

El Pilar Social Europeo se muestra, por consiguiente, como una necesidad. Porque, siendo cierto que con el 7% de la población global y el 25% de la riqueza, el gasto social europeo supone el 50% del gasto social mundial, no es menos cierto que, después de la crisis económica, el 25% de la población europea se encuentra en riesgo de pobreza. Porque las medidas de austeridad y recortes han atacado directamente el pilar social, el estado del bienestar social europeo. Porque “mientras Europa se recupera de la crisis, las divergencias entre países y regiones persisten”.

En este contexto, el Pilar Europeo de Derechos Sociales se configura como una guía para alcanzar “resultados sociales y de empleo eficientes para responder a los desafíos actuales y futuros, con el fin de satisfacer las necesidades esenciales de la población, así como para garantizar una mejor regulación y aplicación de los derechos sociales”, constituyendo un compromiso y una responsabilidad de las instituciones europeas y de los Estados miembros. Desarrollado sobre veinte principios o valores, pretende reconocer a los ciudadanos derechos nuevos y más eficaces.

Pero este Pacto Social Europeo nace ya con dos grandes obstáculos a superar: no tiene carácter vinculante, y su contenido se refiere a materias que en su mayoría son competencia de los Estados. Su cumplimiento efectivo queda nuevamente en manos de los Estados miembros, con el riesgo de quedarse en una bonita pero ineficaz declaración de intenciones. Los derechos sociales no son un poema, nos recuerda el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

Es el momento de descubrir si Europa tiene alma, y los Estados miembros voluntad política. Las instituciones europeas lanzan el guante. ¿Lo recogerán los Estados miembros?