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Qué es la matronatación y para cuáles son sus beneficios
Todos sabemos qué es la natación, pero ¿y la matronatación? ¿en qué se diferencian?
La principal diferencia entre la natación y la matronatación es a quién se dirige. La matronatación es para bebés, y por lo tanto no se trata de nadar como tal, la natación es para niños mayores, a partir de 3 o 4 años, y si se basa en aprender a nadar. Obviamente los dos se desarrollan en el agua, normalmente en piscinas y con profesores o monitores que guían. Y de ahí su segunda diferencia importante: en la natación los “alumnos” son los niños, en la matronatación lo son los padres, que están (al menos uno de ellos) en la piscina con el bebé.
La matronatación se compone por un conjunto de actividades encaminadas a estimular al bebé para que aprenda a flotar y a moverse en el agua con la ayuda de sus padres.
Se recomienda que se espere a que el bebé tenga 4 meses para iniciar las clases de matronatación, porque es en ese momento cuando se termina de madurar el sistema inmunológico y se pueden evitar posibles infecciones, otitis, enfriamientos...
Los beneficios son para todos los que intervienen en las clases: padres y bebés, ya que refuerzan el vínculo existente entre ellos y comparten momentos de tranquilidad y entrega. Pero es importante conocer los beneficios directos para los bebés a la hora de decidir si acudir a estas clases o no.
La matronatación:
- abre el apetito de los niños
- les ayuda a conciliar el sueño y a relajarse
- favorece el desarrollo psicomotor (comienza a tener nociones del espacio y las distancias)
- ayuda al desarrollo del aparato locomotor (mejora su rendimiento muscular)
- fortalece el aparato respiratorio (en el agua tienen que hacer un mayor esfuerzo respiratorio)
- estimula la capacidad observadora y de juego del bebé (y por lo tanto su inteligencia)
- aumenta la confianza del bebé y la sociabilidad al realizar actividades con otras personas
Para que el bebé disfrute de la experiencia y no se asuste o le coja miedo, es importante que los padres que le acompañan estén tranquilos, que no se actúe con brusquedad, que el agua esté a una temperatura de unos 32 grados y que el nivel del cloro esté entre un 0,5 y un 0,6%. Para ayudarle a estar en la piscina con naturalidad podemos prepararle antes: dejando que juegue un rato en la bañera en casa, llevándole algún juguete de la bañera a la piscina para que la asocie con juegos y diversión... e incluso en la bañera de casa mojándole la carita de vez en cuando para que cuando ocurra en la pisicina no se asuste. Si se pone nervioso, podemos hablarle con calma, que sepa que sus papás van a estar con él, cuidándole y dándole seguridad.
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