Internacional
El socialismo del siglo XXI y la destrucción de la democracia
Por David Muñoz Lagarejos
Una de las principales diferencias entre el «socialismo del siglo XXI» y el «socialismo real», propio de la experiencia soviética, sería la democracia como mecanismo de acceso al poder. Pero no una democracia en el sentido del politólogo Robert Dahl, el imperio de la Ley y la economía de mercado, entre otros, como instrumentos democráticos, además de elecciones libres y pluralismo político, sino más bien la noción marxista de “no dominación”: igualdad material y emancipación de la clase trabajadora, el proletariado, sobre el “orden burgués”.
La legitimación del «socialismo del siglo XXI», por tanto, se encuentra en las urnas. Si el «pueblo» les elige, se creen con legitimidad para hacer y deshacer, aunque sea para eliminar libertades civiles, políticas y económicas, pues actúan en nombre de dicho «pueblo» y todo aquel que se oponga será el enemigo.
Un nuevo caso de esto lo hemos encontrado hace unos días en Nicaragua, donde el Consejo Supremo Electoral otorgó al Frente de Liberación Nacional Sandinista (FLNS) la condición de partido único en el Parlamento, al expulsar y despojar de su condición parlamentaria a los diputados del partido opositor, destruyendo la democracia, que no es solo votar cada cierto periodo de tiempo, sino también tener varias opciones políticas entre las que elegir y respetar el pluralismo político.
Los diferentes países que han abrazado el «socialismo del siglo XXI» han padecido, más o menos, las mismas ínfulas autoritarias. El presidente electo toma el poder y se salta la Constitución las veces que hagan falta hasta que la reforma para ir tomando un poder único, eliminando la división de poderes y eliminando de facto a la oposición, amparados en una condición falsa de que son “democráticos” porque han “vencido” en las urnas.
Modifican la política a su antojo, destruyendo la democracia, y engullen la economía mediante el intervencionismo y el rechazo a todo lo que tenga que ver con libre mercado y capitalismo, englobándolo en el enemigo número 1 del «socialismo del siglo XXI»: el «neoliberalismo», como se expresó en el Foro de Sao Paulo y han recordado los diferentes líderes populistas latinoamericanos a lo largo de los últimos años.
Nicaragua ocupa el puesto 95 (de 167) en el índice que realiza The Economist sobre democracia; y según Freedom House estamos ante un país “parcialmente libre”, que se resiente más en todo lo relacionado con la libertad política y el Estado de Derecho, inexistente prácticamente. Esta noticia de la purga a la oposición va encaminada, sin ningún tipo de dudas, en ahondar dichos problemas.
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