Comunidad de Madrid
Moción para la involución
Desde el año 1995 los madrileños solo han conocido gobiernos autonómicos del Partido Popular. Durante más de dos décadas han visto la labor de unos ejecutivos que se han caracterizado por continuas bajadas de impuestos y por la realización de importantes inversiones en materia de servicios públicos. Por supuesto que habrán existido errores, como en cualquier empresa humana, pero es incontestable que el Madrid actual en nada se parece al que existía entre 1983 y 1995, cuando gobernaba el PSOE, y que a ese cambio han contribuido decididamente las políticas del Partido Popular.
Sería ingente describir las realizaciones y la transformación que ha experimentado la sociedad madrileña durante los últimos 23 años pero puede servir de botón de muestra lo siguiente: 12 hospitales nuevos, 90 centros de salud, 400 centros educativos, la red de atención a la dependencia y los mayores, la educación bilingüe, las excelentes calificaciones del Informe Pisa, 200 kilómetros de Metro y 100 kilómetros de carreteras nuevas. Los madrileños están acostumbrados a esta forma de actuar y deben pensar que es lo normal, pero desgraciadamente, no lo es. Prueba de ello es lo que sucedió en Madrid cuando gobernaba el Partido Socialista y lo que ocurre en las regiones gobernadas por esa formación.
Esta afirmación queda acreditada por las exiguas realizaciones que llevaron a cabo los socialistas en Madrid entre 1983 y 1995. Por ejemplo, aquel ejecutivo heredó 6 hospitales de la antigua diputación. ¿Qué hizo para incrementar esa herencia? Nada de nada. No construyó ni un solo hospital en 12 años. ¿Y qué sucedió en el área del transporte? Pues pasó que el Metro se amplió en 14 exiguos kilómetros y que los planes socialistas de expansión para las siguientes legislaturas se limitaban a incrementar la red en 25 kilómetros. Frente a esto, el Partido Popular ha ampliado la red en 200 kilómetros. El día y la noche, la velocidad de crucero frente a la de la tortuga.
Los madrileños se han habituado a que la economía y el empleo evolucionen en Madrid mejor que en el resto de España, tanto en los periodos de bonanza como en los malos. También han observado que los impuestos bajan año tras año y que la mejora de los servicios públicos y las inversiones son continuas y de mayor nivel que en otras Comunidades Autónomas. Finalmente, se han acostumbrado a que la Comisión Europea dictamine que Madrid es la Comunidad con mayor progreso social de España y de todo el Sur y el Este de Europa o que sea la segunda región en calidad sanitaria, solo detrás de Estocolmo.
Familiarizados con esto, si hubiera un Gobierno de la izquierda, propiciado por Ciudadanos, los madrileños tendrían que hacerse a la idea de que, a partir de ese momento, se acabaría la actual trayectoria de excelencia porque tendrían un gobierno de segunda división. Pasaríamos de recibir felicitaciones a asemejarnos al gobierno de Susana Díaz en Andalucía: el de más baja calidad de España según un reciente informe europeo. En efecto, un estudio de la Universidad de Gotemburgo, encargado por la Unión Europea, concluye que Andalucía tiene el peor gobierno autonómico de España. Ese informe se descompone en tres índices: en el primero el Ejecutivo de Susana Díaz consigue la penúltima posición en calidad de Gobierno. En el segundo, que analiza la imparcialidad en la prestación de los servicios públicos, quedan los últimos. En el tercero, que valora la corrupción, son los cuartos por la cola. En su conjunto, Andalucía consigue la última posición con una puntuación global de 33,2 puntos.
Sería muy duro para los madrileños cambiar un gobierno de nivel contrastado por institucionales prestigiosas, de ámbito nacional e internacional, por un ejecutivo socialista, apoyado por Podemos, que evolucionaría inevitablemente hacia la defectuosa forma de actuar de Susana Díaz y sus colaboradores en Andalucía o de la señora Carmena en la capital de España. Los madrileños no se merecen que Madrid sufra semejante involución y que emprenda una senda encaminada al desprestigio.
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