Elecciones generales

Haz que pase...pronto

Carteles de la anterior campaña del PSOE en Ferraz
Carteles de la anterior campaña del PSOE en FerrazlarazonDavid Jar

Los lemas de las campañas electorales, como todo en la vida, son interpretables y a los dirigentes políticos el subconsciente les juega en ocasiones una mala pasada. Esto es lo que le ha debido suceder a Pedro Sánchez quien se parapeta en la cartelería detrás del eslogan: «Haz que pase». Suena a hueco y es ambiguo porque es lo que adorna la gestión del secretario general de los socialistas y es su juego con los partidos más peligrosos para el constitucionalismo –lo que preocupa especialmente a los españoles–.

El 28-A debe servir como catarsis para que nuestro país tenga un guía fuerte, con convicciones y con un proyecto claro como representa el PP con Pablo Casado a la cabeza. Si la receta es que Pedro Sánchez siga en la Moncloa acompañado por independentistas, antisistema y herederos de Batasuna mejor es que los españoles se planteen cambiar el lema del PSOE por: «Haz que pase...pronto».

El breve periodo de Sánchez como presidente del Gobierno ha dado para muchas situaciones bochornosas: desde su llegada con el apoyo de los enemigos de España; las dimisiones en cascada de sus ministros por incumplir un mínimo código ético y predicar lo contrario de lo que hacían; las cesiones a los independentistas con ayudas económicas; y la exploración de un territorio vedado para un presidente del Gobierno como es cuestionar la unidad de España.

Es por eso que entre todos vamos a hacer que este capítulo de la historia de nuestro país pase cuanto antes.

Los valencianos, además, tenemos una doble cita con las urnas el día 28 y, por lo tanto, una doble responsabilidad para empezar a dibujar un futuro de esperanza alejado del atasco que han generado socialistas, independentistas y Podemos al frente de la instituciones.

Explicaba la ministra portavoz, Isabel Celaá, que el lema del PSOE le recuerda al Titanic y en la Comunidad Valenciana es inevitable que esa afirmación nos traslade al pacto del Botànic entre PSPV, Compromís y Podemos que les permitió gobernar a cinco millones de ciudadanos. Siempre bauticé esa alianza como la del Titanic y, a diferencia de la señora Celaá, no porque me pareciera una historia de amor sino porque representa el hundimiento de los valores y la grandeza de España y de la Comunidad Valenciana.

Es un pacto para acceder al poder sin más objetivo que intentar transformar la sociedad desde la imposición y el sectarismo, que no son características de nuestro pueblo, pero sí de ese tripartito y del Gobierno de Sánchez.

La educación dirigida, la inmersión lingüística y el arrinconamiento de las tradiciones y la cultura valenciana forman parte del ADN del pacto vergonzante entre los socialistas y quienes no creen en la Constitución y en su influencia decisiva en el despegue de España.

Sánchez repitió ese modelo a nivel nacional pero las circunstancias y la revelación de sus coqueteos con las pretensiones independentistas de Quim Torra (figura del relator incluida) acabó por forzarle a la convocatoria de las elecciones.

Llegados a este momento solo podemos elegir entre el caos que representa la pérdida de la brújula política del PSOE –una incertidumbre letal para los españoles en todas las materias– o la fortaleza del PP que en su proyecto lleva un paquete de medidas que benefician a los ciudadanos como es el caso de la revolución fiscal con una reducción sustancial de la presión impositiva y ayudas a colectivos que la izquierda mantiene olvidados.

La garantía de la calidad asistencial sanitaria con la reducción por ley de las listas de espera quirúrgicas o la recuperación de una educación libre de injerencias y con igualdad de oportunidades con independencia de en qué territorio de España residan los ciudadanos, son otros ejes con suficiente trascendencia para la vida de los españoles como para que depositen su confianza en nosotros.

La unidad de España no es una palabra sin más, ni la creencia de que la construcción europea es muy beneficiosa para sus integrantes frente a quienes desafían su fortaleza. Da igual si una mira hacia Pedro Sánchez o Ximo Puig, hacia Mónica Oltra o Joan Baldoví, hacia Pablo Iglesias o Rubén Martínez Dalmau, son tod@s impresiones de la misma cara de la moneda.

Forman parte de un movimiento que camina hacia el derribo de los valores de la Transición, de la consolidación democrática y que reniegan de la estabilidad de la Constitución, del papel moderador de La Corona en tiempos convulsos y de todo aquello que suponga reconocer que España es una potencia económica, social y de bienestar gracias a su unidad y el trabajo conjunto de sus habitantes.

Esa pléyade de políticos que actúan con inconsciencia poniendo en riesgo todo lo que conquistamos con esfuerzo y sacrificio no puede triunfar el próximo 28 de abril ni en la Comunidad Valenciana ni en el conjunto de España. Hemos de lograr entre todos que vuelva la cordura, el trabajo y la unidad a las instituciones porque los ciudadanos necesitan tener al frente políticos y partidos que mejoren su vida y no que la llenen de recelos y temor.