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Efectos adversos de la diálisis: la calcificación vascular

Los pacientes renales suelen padecer tanto deficiencia como una menor producción de vitamina D activa, con lo que podrían tener mayor susceptibilidad a una peor progresión de la infección por SARS-CoV-2
Los pacientes renales suelen padecer tanto deficiencia como una menor producción de vitamina D activa, con lo que podrían tener mayor susceptibilidad a una peor progresión de la infección por SARS-CoV-2larazon

Uno de los grandes avances médicos en el tratamiento de las personas con insuficiencia renal crónica es la hemodiálisis. Básicamente, se trata de reemplazar con una máquina buena parte de las funciones fundamentales del riñón cuando este no puede hacerlo: filtrar los desechos, sales y líquidos sobrantes de la sangre.

Como suele ocurrir en el mundo de la ciencia, los orígenes de esta revolucionaria tecnología pueden parecer hoy hasta inverosímiles. De forma muy resumida, baste señalar que su inventor, el médico holandés Willem Kolff, desarrolló el primer prototipo valiéndose de un tubo elaborado con el plástico que se usaba para envolver las salchichas, por el que impulsaba la sangre del paciente con una bomba accionada por el motor del limpiaparabrisas de un viejo coche Ford T desmantelado. Por si fuera poco, todo ello ocurría en 1942, en plena ocupación nazi de su Holanda natal.

“Los órganos pueden recrearse” era la máxima de este portentoso médico, precursor también del corazón artificial, creador del primer banco de sangre europeo o de la máquina que permitía mantener las funciones pulmonar y cardiaca durante la cirugía. Hoy, 76 años después de la proeza del doctor Kolff, la “recreación” del riñón mediante la diálisis ha avanzado enormemente y sigue salvando millones de vidas en todo el mundo. Desafortunadamente, también sigue provocando efectos secundarios adversos.

Presión arterial alta o baja, calambres musculares, picazón, problemas de sueño por apnea o piernas inquietas, anemia, enfermedades óseas o sobrecarga de líquidos son algunas de las enfermedades y trastornos más frecuentes en personas sometidas a diálisis. La buena noticia es que la mayoría de ellas se pueden tratar de forma efectiva con determinadas terapias o cambios en la forma en que se administra la propia diálisis.

Nuevo avance con sello español

La denominada calcificación vascular es otra de las consecuencias negativas que puede generar la diálisis en la salud de los pacientes. Se produce cuando las células musculares de las arterias acumulan calcio y adquieren características más propias del hueso que del músculo. De esta forma, pierden la elasticidad que necesitan para contraerse y transmitir el pulso, lo que a su vez deriva en hipertensión y otras alteraciones cardiovasculares. A diferencia de las dolencias mencionadas antes, aún no se conoce bien qué desencadena este proceso secundario a la diálisis, lo que por consiguiente impide dar con una terapia realmente efectiva.

Esto puede empezar a cambiar gracias al descubrimiento de un equipo de científicos del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz (IIS-FJD) de Madrid, liderados por el doctor Ricardo Villa Bellosta. El estudio, recientemente publicado en la revista Scientific Reports, de Nature, señala la fosfatasa alcalina como posible diana terapéutica para combatir las citadas calcificaciones vasculares.

Tras años de investigación con técnicas innovadoras, el equipo del IIS-FJD ha podido demostrar un aumento de la actividad en la principal enzima relacionada con la calcificación vascular en los pacientes sometidos a hemodiálisis. Según explica el doctor Villa Bellosta, “al eliminar ciertas toxinas durante la sesión de diálisis, la fosfatasa alcalina trabaja más eficazmente debido a la pérdida de las toxinas que bloquean su función”. El aumento en la actividad de la fosfatasa alcalina está estrechamente relacionado con la presencia de calcificaciones vasculares, dado que dicha enzima destruye los principales inhibidores de la calcificación vascular.

Gracias a la publicación de este hallazgo, los investigadores de todo el mundo pueden iniciar nuevas vías de estudio para dar con un tratamiento que impida esa hiperactividad de la fosfatasa alcalina y, por tanto, la calcificación vascular. “Estamos convencidos de que este descubrimiento abre una nueva puerta para mejorar la calidad de vida en los pacientes sometidos a diálisis, ya que facilitará dar con las terapias que impidan este importante efecto adverso”, augura el director de la investigación.