El invento de la inclusión

Los niños, esos pequeños enanos que revolotean en las casas y hacen las delicias de sus padres, son la base de la inclusión en nuestro país. Frente a unos adultos que miran con recelo a lo diferente, ¡como si hubiese algo igual!, ellos viven, se mueven y piensan en clave inclusiva. No le dan importancia a que un niño de su clase use una silla de ruedas, o se mueva con dificultad, o no vea el patio del recreo o apenas pueda jugar al balón. Comparten sus actividades con sus amigos, porque precisamente son estos, sus amigos, los que están para ellos por encima de diferencias, dificultades, colores, o discapacidades.

Y así lo demostraron 1.500 chavales de entre 10 y 16 años en Expokids, una iniciativa De la Fundación Créate en la que cada año los pequeños desarrollan su imaginación y presentan sus inventos esperando que algún "inversor"les facilite 50 euros para ponerlo en marcha. Los alumnos dejan volar a su imaginación, y en la edición de este año dieron una lección de inclusión a padres, profesores, organizadores, visitantes, inversores y, cómo no, a políticos y gobernantes.

De los 200 proyectos presentados, una buena parte van dirigidos a facilitar la vida a los niños o mayores con alguna discapacidad. Desde un columpio donde se engancha la silla de ruedas para que los pequeños también puedan balancearse, a unas zapatillas con un sensor en la suela para caminar cuando hay problemas de visión, pasando por un recetario de cocina con lengua de signos o un cartel con luces y sonidos para incentivar a la gente con algún tipo de discapacidad a saber dónde están las cosas.

Así hasta una larga lista de originales inventos inclusivos que, con 50 euros o sin ellos, ya han patentado la mejor idea: el invento de la inclusión.

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