Sucesos

Decálogo para un periodismo responsable ante sucesos trágicos

Decálogo para un periodismo responsable ante sucesos trágicos
Decálogo para un periodismo responsable ante sucesos trágicoslarazon

Por Academia de P@pel

A la luz de la polémica cobertura informativa desarrollada en torno al ‘caso Julen’, en la localidad malagueña de Totalán, Academia de P@pel, grupo de pensamiento y de análisis sobre comunicación adscrito a la Facultad de Periodismo de la Universidad a Distancia de Madrid UDIMA, propone este ‘Decálogo para un periodismo responsable ante sucesos trágicos’ como una herramienta más de reflexión en el seno de la clase periodística y de los medios en que ejercen.

1. Las tragedias nunca se deben mezclar con el entretenimiento

Informar de hechos trágicos en programas de entretenimiento genera una distorsión de la gravedad del suceso y una ‘espectacularización’ de las tragedias y hechos luctuosos que convierten a las víctimas en protagonistas indeseados de un circo mediático.

2. Debe velarse por una clara distinción entre información y opinión

Ha de extremarse el celo en los procedimientos de verificación. Las prisas nunca han sido las mejores aliadas del periodismo, pero con la irrupción de internet, la precipitación y la competencia por ser los primeros en difundir nuestra historia explican no pocos desatinos. Ninguna exclusiva justifica una información errónea o incierta por entero.

3. Evitar especulaciones y el uso del condicional

El empleo de herramientas lingüísticas, como el uso de oraciones condicionales, generan sensación de duda o desconocimiento de la información que se transmite. Los periodistas no somos futurólogos. Informar desde nuestras plataformas sobre hechos dramáticos sobre la base del ‘¿y si hubiera....?’ genera más incertidumbre sobre el suceso y poco o nada que pueda interesar al ciudadano, salvo una gratuita sensación de ansiedad y mayor responsabilidad sobre los actores de aquel.

4. Limitar al máximo imágenes o audios que atenten contra la intimidad de las víctimas

La autorregulación en este contexto por parte del periodista o medio, tras la obtención de una imagen o audio, muchas veces ‘robados’, supone un sano ejercicio de salud ética. Cebarse con el dolor de las víctimas poco o nada aporta a la comprensión del suceso y puede provocar un proceso revictimización al verse permanentemente en los medios.

5. Dosificación de la información

Mantener una conexión informativa durante tiempos prolongados sin que ocurran hechos o novedades relevantes, no aporta valor alguno. Por su propia naturaleza, el medio debe informar de novedades y no prolongar innecesariamente un ‘in itínere’ poco o nada provechoso.

6. Valorar si informar de un hecho pudiera perjudicar aún más a la potencial o potenciales víctimas y a la investigación de las autoridades competentes

A veces el silencio informativo, acompañado de una respetuosa cadencia en el trato y volumen de información que se dispensa beneficia más que perjudica, pues, entre otras cosas, permite a las autoridades o entidades competentes y/o implicadas trabajar sin las presiones propias de una atención mediática desmedida.

7. No abusar de las opiniones emocionales y poco o nada acreditadas

Con ser las más fáciles de obtener por parte del periodista (un vecino, un familiar... la mayoría de los cuales se encuentran consternados en ese momento), solo persiguen conmocionar por la vía rápida aún más al ciudadano.

8. Hacer una adecuada selección de expertos que den luz a las incógnitas de un suceso

Que los expertos consultados por los medios lo sean en verdad de sus respectivas áreas. En este contexto, las universidades presentan un amplio abanico de profesores expertos en diversas materias, fácilmente accesibles a los medios de comunicación.

9. Hay que resaltar las manifestaciones de solidaridad colectiva

Con la información rigurosa y al detalle de cómo aconteció el suceso, el medio colabora en la resolución de casos similares en el futuro. En toda tragedia hay personas que destacan por sus acciones en beneficio de los demás y que merecen un especial reconocimiento social.

10. No colaborar en la viralización de contenidos sospechosos

Las fake news o noticias falsas se nutren de la multiplicación de sí mismas en el ámbito de las redes sociales. Los medios de comunicación estamos obligados a verificar toda información que se difunda desde nuestras respectivas plataformas, y aún más a no colaborar en la difusión de contenidos que, aun atractivos y/o aparentemente fiables, por inciertos terminarán por dañar nuestra reputación.