Naturaleza

El “bombón” de España que conquistó a Colón y Hernán Cortés

El reconocimiento institucional llegó en el tramo final del siglo XX, cuando en diciembre de 1990 fue declarada Monumento Histórico-Artístico y el 2 de julio de 1993, Bien de Interés Cultural

La Gomera, Canarias
El “bombón” de España que conquistó a Colón y Hernán CortésTrotamundos

La Gomera encadena dos motivos de peso para poner rumbo al archipiélago canario ahora mismo. Primero, la imponente Torre del Conde, símbolo del poder señorial en San Sebastián; y Agulo, el pequeño anfiteatro verde del norte bautizado como “el bombón de La Gomera”.

Las Islas Canarias cerraron 2024 como el tercer gran imán para el turismo internacional en España, con 15,2 millones de visitantes extranjeros, un 9,1% más que el año anterior y los números señalan que cuando finalice el presente curso las estadísticas se supen en un millón más. Las cifras hablan del tirón del destino, pero también convive con un viajero que busca pisar la otra cara del lugar, con enclaves con historia, escala humana y perspectivas abiertas al océano. En ese mapa, La Gomera se levanta como una ruta luminosa que conecta pasado y paisaje.

El primer hito está en la capital insular. En el corazón de San Sebastián de La Gomera se alza la Torre del Conde, una fortaleza castellana del siglo XV levantada entre 1447 y 1450 por Hernán Peraza el Viejo. Más que un bastión artillado, fue un emblema de autoridad señorial. Lo delatan su ubicación en el fondo de un valle, la distancia con el puerto y la ausencia de armas de fuego en su concepción original, en un contexto en que los nativos carecían de armamento moderno. Durante la Rebelión de los gomeros, las élites locales encontraron allí refugio, reforzando su papel como pieza clave del poder en la isla.

Arquitectónicamente, es un compendio sobrio y fotogénico. Planta prismática, 15 metros de altura, 40 de perímetro y muros que alcanzan los dos metros de espesor. El encalado blanco de sus paramentos contrasta con los sillares de cantería roja en las esquinas, un sello visual que la convierte en una de las construcciones medievales más meridionales documentadas de España. Su fisonomía actual se explica por las reformas posteriores firmadas por Leonardo Torriani y Jácome Pelearo Fratin, nombres propios de la ingeniería militar en el Atlántico. La tradición la vincula además al paso de personajes ilustres como Cristóbal Colón, Hernán Cortés o Américo Vespucio, huellas que alimentan su leyenda.

El reconocimiento institucional llegó en el tramo final del siglo XX, cuando en diciembre de 1990 fue declarada Monumento Histórico-Artístico y, por Orden de 2 de julio de 1993, Bien de Interés Cultural (BIC).

El bombón de España

Desde la capital, el volante apunta al norte. A poco más de media hora, Agulo aparece surge barrancos, como no podía ser de otra forma cuando se habla de esta isla. Calles empedradas, casas bajas de teja rojiza y un trazado que conserva el pulso de sus primeros siglos -el casco urbano se remonta a comienzos del XVII- le han valido el sobrenombre de “el bombón de La Gomera”. No es un elogio simple, porque es el único municipio de la isla colombina incluido en la red de Los Pueblos más bonitos de España, distinción que reconoce la coherencia estética y el cuidado del conjunto.

La Iglesia de San Marcos actúa como faro blanco en medio del mosaico de fachadas coloridas. Pero el verdadero imán de Agulo está en sus miradores. El más célebre, el Mirador de Abrante, proyecta una pasarela de vidrio a más de 600 metros de altitud desde la que el visitante puede contemplar, en días despejados, Tenerife y el perfil nítido del Teide. La sensación es la de caminar sobre el vacío con el océano al frente y un anfiteatro agrícola de plataneras a los pies.

El entorno natural remata la experiencia. Agulo es vecina inmediata del Parque Nacional de Garajonay, una cápsula de laurisilva. Bastan unos pasos para internarse en senderos y regresar después a la plaza del pueblo con la impresión de haber visitado dos mundos en una sola mañana, como son el bosque húmedo y el balcón atlántico.

La agencia de turismo de La Gomera invita a recorrer Agulo sin prisas, dejando el coche a la entrada y siguiendo los paneles informativos que van desgranando la historia local, sus oficios y su arquitectura doméstica. Y, de paso, descubrir por qué tantos viajeros que huyen de las concentraciones hoteleras del sur eligen este rincón para reconectar.