
Mitos y leyendas
Descubre las leyendas más oscuras y fascinantes de Canarias
Desde antiguas maldiciones hasta islas fantasmas, estas narraciones ofrecen una ventana al pasado, reflejando las creencias, los conflictos y los anhelos de quienes habitaron las islas

En lo más profundo del imaginario colectivo del archipiélago canario, habitan historias transmitidas por siglos que conforman el alma de sus pueblos. Estas leyendas, cargadas de misterio, pasión y tragedia, se entrelazan con la geografía, la flora, la fauna y los hechos históricos de cada isla, constituyendo un valioso legado cultural que sobrevive en la memoria popular.
Desde antiguas maldiciones hasta islas fantasmas, estas narraciones ofrecen una ventana al pasado, reflejando las creencias, los conflictos y los anhelos de quienes habitaron las islas. A continuación, un recorrido por algunas de las más emblemáticas.
La maldición de Laurinaga: amor, traición y desierto en Fuerteventura
En Fuerteventura se cuenta una historia teñida de pasión, abandono y venganza. Don Pedro Fernández de Saavedra, un adinerado colono, mantuvo una relación secreta con una mujer indígena llamada Lauringa, con quien tuvo un hijo que nunca reconoció. Más tarde, Fernández formó una familia con una mujer de su clase social, olvidando por completo su pasado.
Años después, su hijo legítimo, Luis Fernández de Herrera, intentó abusar de una joven indígena en el pueblo. Un joven intervino para defenderla, pero fue asesinado por Don Pedro, quien ignoraba que acababa de matar a su propio hijo ilegítimo. Una anciana, que resultó ser la misma Lauringa, maldijo la isla tras revelarle la verdad. Desde entonces, según la leyenda, Fuerteventura quedó marcada por la aridez y el desierto.
San Borondón: la isla que aparece y desaparece
Entre las leyendas más enigmáticas de Canarias destaca la de San Borondón, una isla fantasma que figura en antiguos mapas y crónicas medievales. Se decía que esta ínsula, de arena negra y origen incierto, aparecía en el horizonte para luego desvanecerse.
La historia cuenta que un monje, San Brandán (cuyo nombre dio origen al de la isla), llegó a sus costas acompañado de una comitiva. Sin embargo, durante una misa celebrada en tierra, una criatura marina emergió y hundió al grupo, dejando la isla sumida en el misterio. Tal fue el impacto del relato que durante siglos marinos y exploradores la buscaron, incluso incluyéndola en la cartografía europea sin haberla visto realmente.
Las brujas de Anaga y el eco de la sangre en Tenerife
El macizo de Anaga, en el noreste de Tenerife, guarda historias de hechicería y rituales ocultos. Se dice que en la época medieval, mujeres consideradas brujas se adentraban en el bosque para realizar conjuros y danzas bajo la luna, muchas veces completamente desnudas.
Algunas leyendas hablan de sacrificios humanos, y atribuyen el tono rojizo de la savia de ciertos árboles al derramamiento de sangre, tanto de víctimas de estos rituales como de los aborígenes que buscaron refugio en este bosque frente a los colonizadores. Otras historias, como la del pirata conocido como "Cabeza de Perro", alimentan el misterio al sugerir que un tesoro permanece escondido entre sus acantilados.
El diablo del Timanfaya: tragedia y lava en Lanzarote
La potente erupción volcánica de Timanfaya en 1730, que arrasó gran parte de Lanzarote, dio origen a una leyenda oscura. Aquel día, mientras se celebraba una boda, la lava sorprendió a los invitados. La novia, llamada Vera, fue sepultada por una enorme roca. Su prometido, Aloe, intentó salvarla sin éxito. En su desesperación, tomó una roca en forma de estrella de cinco puntas y descendió al corazón del volcán para enfrentarse al diablo. Nunca regresó.
Hoy, la planta Aloe Vera, que crece en los alrededores del volcán, es vista como un legado de este sacrificio y es conocida por sus propiedades curativas, especialmente para tratar quemaduras.
Gara y Jonay: amor trágico entre La Gomera y Tenerife
La leyenda de Garajonay, compartida por La Gomera y Tenerife, narra un amor imposible que terminó en tragedia. Gara, princesa de La Gomera, y Jonay, príncipe tinerfeño, se enamoraron pese a la oposición de sus respectivas comunidades.
Jonay cruzó el mar sobre odres de piel de cabra para reunirse con su amada. Sin embargo, tras un acto impulsivo en el que golpeó a Gara, fue condenado a muerte. La princesa, arrepentida, lo ayudó a escapar y juntos huyeron al bosque. Allí, se atravesaron el corazón con una lanza de madera, sellando su amor con la muerte. Hoy, el Parque Nacional de Garajonay lleva sus nombres como testimonio de esa trágica unión.
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