Historia y naturaleza
Europa tiene un nuevo árbol récord que lleva creciendo 1.544 años en un sitio que nunca imaginarías
Su localización, hasta hoy desconocida, explica por qué este ejemplar ha logrado superar más de quince siglos de cambios ambientales
El Parque Nacional del Teide, que en otoño se libera un poco, y solo un poco de multitudes y recupera su ritmo de alta montaña, acaba de sumar un capítulo extraordinario a su historia natural gracias a dos proyectos de conservación impulsados por el Cabildo de Tenerife y Fundación Endesa que han permitido descubrir el árbol vivo más antiguo de la Unión Europea, reforestar la cumbre con más de 17.000 cedros canarios y rescatar especies tan singulares como la violeta de Guajara y el cardo de plata en uno de los territorios ecológicos más frágiles del Archipiélago.
Un cedro milenario que bate récords en Europa
Detrás de este récord se esconde un trabajo paciente de campo y laboratorio realizado por Fundación Endesa, el Cabildo tinerfeño y la Fundación Universidad de Valladolid, una colaboración que ha permitido levantar un inventario minucioso de cedros canarios que crecen en cortados, laderas y rincones casi inaccesibles del Parque Nacional y que ha sacado a la luz una población excepcional de ejemplares milenarios entre los que destaca el que ya se considera el árbol vivo más antiguo de toda la Unión Europea, con una edad estimada de 1.544 años que desbanca al conocido Bárbol, hasta ahora referencia con 1.481.
Las campañas de prospección y las dataciones mediante carbono 14, iniciadas en 2019 y ampliadas a lo largo de 2025, han permitido fijar la edad de 25 cedros, un conjunto en el que ocho superan el milenio y tres rebasan la barrera de los 1.500 años, una longevidad que convierte a estos gigantes en auténticos archivos climáticos capaces de narrar siglos de sequías, erupciones y cambios en el uso del suelo y que, según los equipos científicos, abre una ventana única para entender cómo se han adaptado los ecosistemas de cumbre en Tenerife.
En este contexto, el responsable del área de Biodiversidad de Fundación Endesa, Juan Ignacio Ferrer, recuerda que “en Fundación Endesa trabajamos para conservar el patrimonio natural mediante proyectos de biodiversidad junto a los Parques Nacionales” y subraya que la recuperación de estos bosques de altura en el Teide “es una oportunidad única para devolver a la naturaleza su equilibrio y recuperar un paisaje tan valioso como el del Teide”, un territorio donde cada cedro centenario se convierte en testigo silencioso de la historia ambiental de Canarias.
Ciencia aplicada y cooperación para un patrimonio vivo
El hallazgo de estos ancianos vegetales no es fruto del azar, sino de una combinación de tecnología, conocimiento y trabajo físico en la montaña que ha obligado a los investigadores a encaramarse a zonas muy expuestas, tomar pequeñas muestras de madera y cruzar los anillos de crecimiento con dataciones de laboratorio para reconstruir la biografía de cada ejemplar en una labor coordinada con el personal técnico del parque y respaldada por el apoyo logístico del Cabildo.
El profesor de la Universidad de Valladolid José Miguel Olano destaca que “este hallazgo demuestra cómo la ciencia aplicada y la cooperación público-privada pueden ofrecer resultados tangibles en la protección del patrimonio natural, la biodiversidad canaria es un tesoro que debemos proteger con determinación”, una reflexión que cobra especial sentido en unos ecosistemas insulares donde cualquier alteración del clima o del régimen de lluvias se amplifica de forma inmediata.
17.000 nuevos cedros para coser la montaña
El proyecto no se limita a estudiar árboles antiguos, también actúa sobre el terreno con una reforestación a gran escala que busca restaurar los cedrales del Teide, recuperar la conectividad del hábitat y favorecer la regeneración natural de la flora de cumbre, una intervención que se ha diseñado atendiendo a criterios ecológicos y que se ejecuta bajo un seguimiento técnico continuado para asegurar la adaptación de cada planta al medio volcánico.
La consejera de Medio Natural, Blanca Pérez, resumió la filosofía de esta apuesta al recordar que “el Teide no es solo un paisaje, es un patrimonio vivo, frágil y profundamente valioso que debemos proteger para las generaciones futuras” y añadió que en este último año “hemos logrado plantar 17.000 cedros para recuperar la conectividad del hábitat y garantizar su regeneración”, una cifra que ilustra la dimensión de la restauración emprendida en una de las zonas de alta montaña más visitadas del país y que refuerza la idea de que la recuperación ecológica se construye ejemplar a ejemplar.
Violeta de Guajara y cardo de plata, el regreso
El segundo proyecto desarrollado junto a Fundación Endesa y la empresa Agroforestal ha centrado su esfuerzo en la reintroducción de dos plantas endémicas muy singulares, la violeta de Guajara, Viola cheiranthifolia, y el cardo de plata, Stemmacantha cynaroides, dos especies exclusivas del Teide que hace apenas unas décadas figuraban entre las más amenazadas del planeta y que hasta ahora se repartían en un único lugar en el caso de la violeta y en menos de diez microhábitats en el caso del cardo, una distribución extremadamente reducida que elevaba al máximo su vulnerabilidad.
Gracias a este trabajo de refuerzo poblacional se han plantado 65 violetas de Guajara y 50 cardos de plata en dos nuevas localizaciones cuidadosamente seleccionadas dentro del Parque Nacional, espacios donde se han instalado cercados específicos que evitan el ramoneo de herbívoros y reducen otras presiones, una protección que debería mejorar la supervivencia a largo plazo de ambas especies y contribuir al equilibrio de un ecosistema de alta montaña extremadamente sensible a cualquier alteración.
En palabras de Blanca Pérez, “este tipo de iniciativas muestran el valor de unir esfuerzos para recuperar especies únicas” y la consejera incide en que “gracias a este proyecto realizado en colaboración con Fundación Endesa hemos podido crear nuevas poblaciones en hábitats adecuados, reduciendo el riesgo de desaparición”, una línea de actuación que se alinea con las recomendaciones internacionales para la gestión de flora amenazada en territorios insulares y que sitúa al Teide como un laboratorio vivo donde se ensayan soluciones para conservar un patrimonio natural irrepetible.