
Historia
¡Una iglesia en España guarda un caimán disecado! Te contamos por qué
A lo largo de la geografía española se conservan ejemplos similares: animales disecados, pinturas o figuras ofrecidas a las vírgenes locales

A los pies del monte del Amparo, en el norte de Tenerife, la leyenda de un pastor y un lagarto gigante ha sobrevivido al paso del tiempo, transmitida de generación en generación como un testimonio de fe, misterio y lucha. La historia habla de un humilde cabrero que, durante años, alimentó a un pequeño lagarto que encontró en el campo. Lo que comenzó como un gesto de compasión se convirtió, con el tiempo, en una amenaza aterradora para su rebaño... y su vida.
Según cuenta la tradición, el animal creció desmesuradamente, hasta alcanzar un tamaño comparable al del propio pastor. Devoraba una cabra entera cada dos o tres días, y su apetito no cesaba. Temiendo por su sustento -y por su vida- el señor decidió enfrentarlo. Una madrugada, armado con una lanza, se adentró en la cueva donde el lagarto dormía. Tras un feroz combate, logró atravesar al animal, salvando su vida en el último instante. Atribuyendo su salvación a la intercesión divina, el pastor llevó el cuerpo del lagarto como ofrenda a la Virgen de Las Angustias, donde -según dice la leyenda- aún puede verse su cuerpo disecado.
Sin embargo, la historia que se conserva oficialmente difiere de esta versión popular. Según los registros de la Cofradía de Angustias y Dolores de Nuestra Señora de Icod de los Vinos, el “lagarto” que se encuentra en la urna de la ermita es en realidad un caimán disecado. Este fue traído en 1771 desde la selva del estado mexicano de Tabasco por el Capitán Torres, quien sobrevivió a un ataque del animal. En agradecimiento a la Virgen por haberle salvado la vida, el varón ofreció el cuerpo del reptil como exvoto, una tradición común en la religiosidad popular de la época.
Este tipo de exvotos no es exclusivo de Icod de los Vinos. A lo largo de la geografía española se conservan ejemplos similares: animales disecados, pinturas o figuras ofrecidas a las vírgenes locales como muestra de gratitud por favores recibidos o milagros concedidos. En muchos casos, la historia real queda difuminada por el aura mágica de las leyendas, y con el tiempo, los hechos documentados dan paso a narraciones cargadas de simbolismo, devoción y tradición oral.
Hoy, tanto la leyenda como la historia forman parte del patrimonio cultural de Icod de los Vinos. Ya sea como fábula rural o como anécdota colonial, la presencia del caimán en la capilla de Las Angustias continúa fascinando a locales y turistas, recordándonos que, entre la fe y la fantasía, siempre hay espacio para los relatos que sobreviven al olvido.
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